Blackwood

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Mini Maratón 2/3

***

El destino ciertamente me odiaba.

—¿Qué coño haces tú aquí? —reproché al ver a la estúpida de Hawksley con su maleta delante de mi habitación.

Ella frunció el ceño, pero no se cortó. Enseguida me empujó a un lado y entró en la habitación con rabia mientras decía:

—Resulta que soy la compañera de habitación de Naomi.

Yo abrí los ojos con temor. Iba a matar a Asher.

—No me jodas —murmuré. Cerré la puerta y me quedé allí plantado, observando a Hawksley de arriba abajo. Me permití mirarla de verdad durante unos segundos. Llevaba un vestido invernal muy bonito que se ceñía en las partes correctas... no. Volví a levantar la mirada y la fijé en sus ojos de demonio—. ¿Es coña?

—¡Claro que no! ¡¿Te crees que estaría aquí si fuera mentira?!

—¡Y yo qué sé! ¡Eres tú la que siempre va detrás de mí!

Eso pareció sacarla de los nervios. Dejó la mochila a un lado y se acercó a mí señalándome con un dedo, sin importarle cuánta poca distancia quedó entre nosotros.

—Oh, retira eso ahora mismo porque sabes que no es verdad —gruñó.

Yo le fruncí el ceño.

—Es completamente verdad. ¿O te crees que soy yo el que va detrás de ti?

—¡Pues sí!

—¡Pues no! —grité, inclinándome hacia ella, dejando pocos centímetros entre los dos.

—¡Pero si es lo que haces siempre!

—¡Qué va!

—¡Que sí!

—¡Que no!

—¡QUE SÍ!

—¡QUE NO!

—¡¡SÍ!!

—¡¡NOO!!

—Por dios —zanjó ella, rodando los ojos y apartándome de en medio de un manotazo para a la puerta—. No tengo por qué soportar esto. Me piro de aquí. Me da igual joderle la semana a Naomi, paso de quedarme un segundo más contigo.

Y mientras la observaba acercarse a la puerta, yo me crucé de brazos y rodé los ojos.

—Sí, por favor, dudo que alguno de los dos sobreviviera si te quedaras.

—Te lo juro. Te mataría por la noche —me dijo mirándome de reojo.

—¡¿Perdón?! —grité, ofendido—. Sería yo quien te acuchillaría antes. Y lo disfrutaría.

Ella se echó a reír con sarcasmo.

—Por favor, si no tienes ni la mitad de mis neuronas. Yo sería más lista y te mataría antes —comentó cogiendo el pomo.

—Eso en tus sueños. A la mínima te destriparía —reproché con asco.

—Eso es... —hizo fuerza para abrir el pomo— una gilipollez.

—Gilipollas tú.

—Mira que eres crío —rodó los ojos.

—Y tú estúpida.

—¿Ah, sí? —sonrió, mirándome por encima de su hombro mientras intentaba abrir la puerta—. ¿Quieres que te recuerde quién sacó un cero en el último examen y por qué?

La Noche Que Nunca Existió (Enemies-To-Lovers)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora