Evelyn

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En menos tiempo del que me había imaginado, volvía a estar en la puerta de su casa. La única diferencia a las otras veces que había venido, era que ahora, en vez de sentir el miedo en mis venas, el corazón me iba a toda prisa de lo emocionada que estaba por poderme pasar toda la noche aquí. Con mi novio.

—¿Ya te arrepientes de haber venido? —se burló una voz a mi lado.

En cuanto me giré para mirarle y vi esa sonrisa de lado suya que tanto me gustaba, no pude evitar rodar los ojos.

—Cierra esa boquita tuya tan bonita y abre la puerta.

Él sacó las llaves de su traje negro, pero en cuanto las tuvo en la mano, solo las agitó en el aire con un destello de diversión en sus ojos.

—Se pide por favor, Evelyn.

Arrugué la nariz enseguida.

—Rowan. Abre la puerta.

—¿Y mi por favor?

—¿A que te pego?

—Ay... no sabía que estabas sorda, amor —sonrió él, y luego se inclinó de lado sobre la puerta, apoyando su hombro contra esta—. Es muy fácil. Solo son dos sencillas palabras, Eve.

Suspiré con frustración, aguantado mis ganas de pegarle en la cara.

—Rowan. Abre la maldita puerta o volveré a decir las otras dos palabritas que no te gustaban tanto, cariño.

Frunció el ceño con confusión y recelo.

—¿Qué dos palabritas?

—Que te odio.

—Eso son tres —sonrió, burlón.

Le puse mala cara.

—Te odio.

—Yyyy, ¡ya estoy abriendo la puerta! —saltó entonces, metiendo la llave en la cerradura con prisas—. Anda, ya puedes retirarlo.

Pero no pensaba hacerlo. No iba a retirarlo cuando eso le había picado. Pensaba jugar con él un rato antes de hacerlo.

La puerta se abrió, y en vez de hacer lo que me decía, me limité a entrar. Oí cómo Rowan me llamaba detrás de mí, pero lo ignoré y me encaminé hacia su habitación.

—¡Evelyn! —siguió gritando a la vez que corría para ponerse a mi lado—. ¡Retíralo!

—¡Nop!

Ignorando sus protestas, llegué al piso de arriba y busqué su habitación con la mirada. Di con ella más rápido de lo que me hubiera gustado. Oí los pasos de Rowan apresurándose para alcanzarme, pero también lo ignoré. Me encaminé hacia su habitación y abrí la puerta. Estaba exactamente igual que la última vez que había estado allí. Con los discos, los libros, la guitarra... nunca me cansaría de ver ese rincón suyo tan perfecto.

Estuve a punto de poner un pie dentro por fin, pero entonces, de la nada, noté una mano agarrarse fuertemente a mi brazo y empujarme contra la pared de dentro de la habitación. Intenté zafarme, pero dos manos y el cuerpo de Rowan pegado contra el mío me lo impidieron.

—¿A qué viene esto? —me reí con su cara otra vez muy cerca de la mía.

A pesar de mi diversión, él no se rio. Me miró fijamente desde arriba con esos ojos oscuros y profundos.

—Retíralo, Eve —pronunció, esta vez con una voz tan grave y segura que no dejaba espacio a replica.

Y yo, como era una temeraria estúpida, me mordí el labio para reprimir una sonrisa y decidí jugar aún más con él.

La Noche Que Nunca Existió (Enemies-To-Lovers)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora