7. El primer partido

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El pabellón estaba repleto de gente y sonaba música festiva mientras los dos equipos realizaban el calentamiento. Cami y yo nos sentamos un par de filas por detrás de la banqueta de los chicos.

Según nos habían comentado, no tenía por qué ser un partido difícil, ya que la estrella del otro equipo había terminado el instituto el año anterior y sus antiguos compañeros todavía se veían un poco perdidos sin él.

En cuanto Marc y Nate nos vieron nos saludaron con un gesto y con una sonrisa cómplice. Del que no había ni rastro era de Jack. ¿Dónde demonios estaba?

Aún pasaron cinco minutos más hasta que lo vimos acceder a la pista detrás del fisio con una especie de vendaje en la mano derecha. No recordaba haberle visto ni un rasguño la noche anterior.

-¿qué le ha pasado a Jack en la mano? - le pregunté a Cami.

-Pues no tengo ni idea, ayer no tenía nada

Entonces alguien se sentó junto a Cami. Era Willow que saludó a Jack desde las gradas y éste le devolvió el saludo.

-Hola Willow, ¿sabes qué le ha pasado a Jack en la mano? - Preguntó Cami

-No, mmm. Quiero decir si... - empezó a dudar nerviosa - que os lo cuente Jack mejor.

-Pero ¿es que ha tenido algún accidente o se ha dado un golpe? - la siguió interrogando Cami

-O más bien, ¿es que ha golpeado a alguien? - pregunté. Y solo con ver su mirada, antes de escuchar su respuesta, sabía que había dado en el clavo. Qué fácil era leer la expresión de esta chica.

-Sí, pero prefiero que se lo preguntéis a él porque no me corresponde a mí contároslo - respondió de manera contundente, estaba claro que no nos iba a decir nada más.

Me levanté de inmediato y fui hacia el exterior por la puerta de emergencia que estaba abierta como siempre durante los partidos. Saqué el móvil del bolso, busqué el contacto de mi primo y lo llamé porque tuve un mal presentimiento.

-¿Diga? - respondió una voz femenina que reconocí enseguida - Lia cariño, ¿eres tú? - era mi tía.

-¿Tía? ¿Está Roi con vosotros? ¿Se encuentra bien? - solté una retahíla de preguntas sin parar.

-Sí, está bien. Jack lo trajo anoche a casa, casi inconsciente, pero ahora ya se encuentra mejor. - respondió con la voz rota.

-Pero ¿qué le ha pasado?, ¿necesitas que venga? ¿Puedo hablar con él? - no podía casi respirar necesitaba más información y mi tía Agnes se limitaba a soltármela a cuentagotas.

-No se puede poner porque está durmiendo, pero mañana estará mejor. No quiero que vengas, es mejor que no lo veas así y él tampoco lo querría. Llámale mañana cariño. - me respondió.

-Sí, vale, mañana lo llamo. ¡Gracias! - ahora era yo la que tenía la voz rota.

Volví dentro con ellas, el partido acababa de comenzar. Marc y Nate estaban en el cinco inicial pero Jack no.

Cami me pregunto si me encontraba bien y asentí. No quería hablar porque no entendía nada, pero una idea no dejaba de revolotear por mi cabeza poniéndome cada vez más nerviosa ¿Jack había golpeado a Roi?

Empecé a mover una pierna sin parar, rebotaba arriba y abajo frenéticamente, pero yo no me daba cuenta. Entonces Cami puso su mano en mi rodilla para frenarme.

Me alcé bruscamente y dije:

-¿Puedes darme un cigarrillo?

-Pero si tú no fumas Amelia. ¿Qué ocurre? - dijo con preocupación

-¿Me lo vas a dar o no?- pregunté de nuevo sonando más irritada de lo que deseaba.

-Qué borde, coge los que quieras- señaló dándome el paquete de tabaco y el mechero.

Cogí un cigarrillo y regresé al exterior por la misma puerta de antes. Encendí el cigarro y le di un par de caladas, pero no sirvió para tranquilizarme. Saqué otra vez el móvil y llamé a mi madre, pero no me respondió. Típico, para superar la muerte de un hijo lo mejor es olvidar que tengo otra hija... Mi cerebro hacía conexiones crueles cuando mis sentimientos desatados me nublaban la razón.

Volví dentro, el reloj del marcador iba avanzando. Jack ya estaba en pista. Intenté distraerme un rato viendo como jugaban ambos equipos porque quizás, el único modo de obtener más información era preguntando al Sr. ojos profundos.

Pero al llegar la media parte ya no podía más. Los chicos se dirigían al vestuario y Jack alzó la vista y entornando las cejas me miró cuestionándose que me ocurría. Se apartó de la corriente de chicos que se dirigía al vestidor y al pie de la grada me hizo una seña para que me acercase.

-¿Qué pasa? - me preguntó frunciendo el ceño.

-¿Qué le ha pasado a tu mano?

-Nada, me golpeé - respondió con indiferencia.

-¿y Roi? - le pregunté

-¿Qué pasa con Roi? - dijo serio

-Jack, que le llevaste a casa medio inconsciente, ¿es que le pegaste? - pregunté aunque lo daba por sentado señalando su mano con los ojos.

-Joder no, tengo que irme dentro, te lo explico después del partido, pero gracias, la falta de duda me ofende bastante. - me contestó negando con la cabeza mientras empezaba a alejarse.

-Jack - le llamé aunque no se giró

Que indignante era que siempre me dejase con la palabra en la boca. Más que despejar mis dudas, ahora temía que lo de mi primo fuese más grave que un puñetazo de Jack.

-¿Estabas con Jack anoche? - pregunté dirigiéndome a Willow

Ella puso cara de sorpresa y Cami me regañó con mirada asesina, porque no entendía nada aún y creía que quizás mi interés se centraba en saber si compartían juegos nocturnos. Y si, en general se podría decir que si me interesaba, pero en ese momento era lo último que necesitaba saber.

Irritada volví a dirigirme a la rubia, después de todo mi torrente de ira, preocupación e incertidumbre había empezado gracias a ella.

-¡Que me respondas! ¿Estabas con Jack cuando llevó a mi primo a casa?

-No, yo no estaba - contestó molesta.

Sí, vale, no estaba con Jack, pero entonces, ¿por qué le había contado lo sucedido? ¿Por qué ella sabía que Jack tuvo que llevar a mi primo a su casa recogiéndolo de vete tú a saber dónde y yo no?

Ya había tenido suficiente.

-A la mierda el partido, me voy- le dije a Cami

-¿Pero se puede saber qué te pasa Lia? - preguntó ésta cogiéndome de la mano

-Que te lo cuente el amigo de tu novio, o mejor, su nueva mascota. Yo me voy a ver a Roi - respondí enarcando las cejas y señalando a Willow con la barbilla. Sí, había sido cruel.

Me levanté y me fui dejando a Camila con la palabra en la boca. Le oí decir a lo lejos:

- ¡Dime algo en cuanto llegues a casa y quedamos para la fiesta!

No estaba de humor para fiestas, pero no se lo dije. Simplemente me fui, con el corazón desbordado y las lágrimas de rabia y de impotencia a punto de inundar de nuevo mi rostro. Me puse el casco y me marché acelerando la moto.


Destellos de aguamarina y mielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora