Me paralicé. Sabía que por mucho que gritase, con el alboroto que había fuera, nadie alcanzaría a oírme. Mi cabeza me ordenaba mantener la calma, pero mi corazón palpitaba desbocado. Estaba asustada.
De pronto oí una voz que reconocía; no era Drew, y respiré aliviada:
-Tranquila, Lia, soy yo.
-¿Nate? - respondí sorprendida -. ¿Qué haces aquí? Uff, hueles como una destilería - dije, frunciendo el ceño.
-Sí, sí... Voy pedo, pero necesito un favor urgente. ¿Tienes la moto? ¡Tengo que salir de aquí cagando leches! - dijo Nate, alzando la voz. Parecía realmente ansioso.
-No, hoy no he venido en moto. ¿Qué te ha pasado en la mano? - le pregunté.
-Vale, déjame pensar... No tengo tiempo de darte explicaciones. Debes pedirle a Jack que te lleve a casa; inventa cualquier excusa para que te acompañe al coche y yo os estaré esperando allí. Prefiero enfrentarme a la furia de Jack que la cara de decepción que me pondrá Marc- me suplicó.
Ciertamente, no entendía nada. Y menos aún cómo era posible que tuviera que pedirle un favor a la persona con la que no quería cruzarme. Me escabullí del cuartito de la limpieza a toda prisa, asegurándome de no ser vista, y me dirigí hacia donde estaba Jack. Le tiré del brazo para apartarlo del resto de la gente y le susurré que necesitaba que me llevase a casa, que era urgente y que le esperaría al lado de su coche.
¿Por qué Jack había cogido el coche para ir al instituto? ¿Quizás había salido de la casa de Willow? - ¡Ahora no! Deja esas tonterías para luego. Céntrate - me dije a mi misma mientras me dirigía hacia el coche de Jack.
Al pasar por el pabellón donde se disputaban los partidos de voleibol, vi que estaban atendiendo a Drew; parecía que alguien le había dado una paliza.
Jack me alcanzó cuando estaba cruzando la puerta hacia el parking.
-Espera Amelia, ¿Qué ha pasado con Drew? ¿estas bien? ¿te ha hecho algo ese idiota? - me preguntó Jack, frunciendo sus labios en una mueca de preocupación.
-No, tranquilo. Vamos, te lo cuento por el camino. Oh, mejor nos lo cuenta Nate. - respondí, tragando saliva mientras estudiaba su reacción.
Alzó la vista y me miró con desconcierto. Yo la aparté de inmediato y le estiré de la mano para acelerar nuestros pasos y poder llegar así al vehículo cuanto antes.
El parking estaba casi completo; apenas quedaban espacios libres para estacionar. Sin embargo, no había prácticamente nadie. Todos estaban dentro, asistiendo a las competiciones. Eso nos facilitó distinguir a Nate al lado del coche de Jack casi de inmediato.
-Vamos tío, llévame a casa, os lo cuento por el camino - le suplicó Nate.
-Nate, ¿estás borracho? ¿Cómo puedes estar así de borracho? ¡Tenemos partidos!- respondió Jack, en tono severo.
Apresurándonos, nos subimos a su coche, él arrancó y aceleró, abandonando el instituto quemando rueda, mientras miraba de reojo a Nate, esperando que este empezara a darnos explicaciones.
-Empezaré por el principio. Voy borracho porque tenía tanta resaca que era la única forma de aliviar los síntomas - aclaró Nate - Fui a ver la segunda parte del partido de Amelia y ahí estaba el gilipollas de Drew. No había dejado de sobarla e incomodarla en toda la mañana.
Jack me miró un instante, con sus ojos repletos de furia, esperando confirmación por mi parte a lo que Nate acababa de describir.
-Nada nuevo, es un cerdo - intervine, alzando los brazos a modo de rendición.
Jack negó con la cabeza al tiempo que volvía a mirar a Nate para que prosiguiera.
-¿Y bien? - le preguntó
-Pues le he dado una paliza. Estaba solo en el vestuario y no pude resistirme. Así que teníais que sacarme de allí para que no me expulsaran, no solo por la paliza, sinó por mi embriaguez - terminó Nate, sonriendo de manera pícara.
-No va a contar nada; tiene que preservar su orgullo - respondió Jack, esta vez sonriendo con satisfacción.
Dejamos a Nate en casa y regresamos al instituto. De camino, Jack puso una mano en mi rodilla. Quería mantener contacto conmigo, pero no podía desviar la vista de la carretera. Yo se lo agradecí, pese a que me estremeciera con solo notar su tacto; una mirada suya podía ser mucho más intimidatoria. Esos ojos eran mi perdición.
-¿Por qué no has venido a buscarme para decirme que Drew te estaba incomodando? Lo pillo, no quieres saber nada de mí. Lo intento, de verdad que sí. Intento no acercarme a tí pero sabes que estoy ahí. Que haré cualquier cosa que me pidas y que no dejaré que nadie te moleste.
-En primer lugar, sé defenderme sola. Y, en segundo lugar, ¿cómo puedes decir que harás cualquier cosa que te pida si no eres capaz de mantener una conversación conmigo sin salir huyendo? - respondí.
Y como siempre, pasamos de la calma a la tempestad en cuestión de tres segundos.
Estacionó porque había llegado. Quitó las llaves del contacto y me miró, me miró bien y yo le mantuve la mirada. Me agarró de la nuca y me besó. No me dió tiempo a reaccionar, ni a devolverle el beso. Simplemente abrí los ojos como platos, sorprendida. Él se separó, bajó del coche y empezó a andar con cara de satisfacción, porqué me tenía donde quería, como siempre.
Baje del coche, él lo cerró pulsando la llave desde la distancia, pues había llegado al acceso del pabellón y ni siquiera se giró para comprobar dónde estaba yo. Tan solo desapareció, dejándome allí plantada, como de costumbre, sin palabras y con las piernas de gelatina por lo que acaba de sentir.
-Amelia, eres muy débil- me dije a mi misma.
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Destellos de aguamarina y miel
RomanceAmelia intenta mantener el control de su vida y de sus emociones, luchando con todas sus fuerzas para no parecer vulnerable. En su soledad, Jack se muestra distante con todos; es mejor que mostrar su dolor, el vacío y la frustración que lo consumen...