La expresión de Ester aún parecía flaquear, pero pronto comenzó a controlar los escombros que Atema había creado al destruir las paredes y desde los más pequeños, comenzó a atacarla.–¿¡Qué crees que haces!?– Bramó ella al sentir sus ataques.
–¡Shinso!– él aprovechó la distracción para correr hacia nosotras.
Claro que Atema intentó detenerlo, pero Ester neutralizaba sus estacas con todos los escombros.
Creí que su don se limitaba a las piedras, pero desde la última vez, claro que había mejorado muchísimo.
Shinso llegó hasta nosotras y se colocó en frente de mi, cubriendo el costado de mi brazo con el suyo.
–Todas las parejas tienen sus altibajos Shinso, y realmente, considero esto un altibajo. Lo puedo dejar pasar por ti... Pero aléjate de ella– advirtió.
Yo misma sentía la tensión de Shinso. Pero no se movió ni un centímetro.
–No vas a salir de aquí si no es conmigo.– replicó.
Miré a Ester, y ella me miró de regreso. –Corran– murmuró. Y en una milésima de segundo tomé la mano de Shinso y corrí de regreso a las escaleras.
–SHINSO– La voz de Atema sonó tan fuerte que todo mi cuerpo se estremeció.
Ester corría detrás de nosotros atacando con tanta precisión como podía.
A pocos metros de la escalera sentí que teníamos una posibilidad, pero entonces una estaca pasó a nuestro lado y se deshizo de toda mi esperanza.
La trabe que sostenía un costado de las escaleras colapsó. Y varios escombros cayeron sobre esta.
–¡No!
Todos nos detuvimos en cuanto el camino se acabó.
–¡Basta de juegos!– exclamó Atema caminando lentamente hasta nosotros. –Debí acabar contigo en cuanto me enteré de sus sentimientos por ti– me señaló mientras creaba una estaca enorme.
–¿Y que hay de mi?– intervino Ester, llamando la atención de todos con un tono repentinamente molesto.
–¿De ti?
–¡Sí, Atema! ¡Que hay de mí! ¡Te he seguido desde secundaria!- replicó mientras lanzaba un pedazo de escombro con frustración, que Atema apenas pudo esquivar de milagro.
–¿¡Acaso fui solo una herramienta todo este tiempo!?– preguntó –¡Contestame!
Atema la miró por un momento, sorprendida por tal demostración.
Y entonces noté que todos los escombros que habían caído sobre las escaleras estaban temblando.
¿Algún héroe estaba por entrar?
Miré alrededor enseguida, y comprendí la magnitud de lo que estaba pasando, no era ningún otro héroe.
Cada escombro en la habitación estaba temblando, al igual que las manos de Ester.
¿Era siquiera posible?
Parecía que todos los notamos, pues Atema cambió su actitud por completo.
–Por supuesto que no, Ester....– murmuró –Tú eres mi amiga– aseguró avanzando lentamente, mientras disolvía la estaca de su brazo.
Ester pareció sorprenderse –¿Lo dices de verdad...?– preguntó suavizando su gesto.
–Por supuesto
Ester bajó su defensa por completo.
–Entonces déjanos ir.– suplicó desactivando si quirk, pero Atema se detuvo.
–No puedo hacer eso
–Atema por favor... Acaba con todo esto, aún puedes hacer lo correcto...
Ella frunció el ceño, mientras yo sentía un mareo azotar mi cabeza.
Gracias al cielo la estaca de Atema seguía en mi hombro. Deteniendo cualquier hemorragia por ahora, pero las heridas empezaban a doler, y ya no sentía nada en el brazo.
–No lo entenderías, Ester. Pero esto es lo correcto
–¿Cómo podría esto ser correcto?¿Lastimar?¿Manipular? Nada de esto está bien...
Atema de a poco siguió acercándose, y finalmente la alcanzó.
–Repito, no lo entenderías.– sentenció. Golpeando a Ester con tal fuerza que terminó desplomándose en el suelo.
–¡Ester!– me oí a mi misma. Mientras Atema centraba su atención de nuevo en nosotros.
–Finalmente. ¿Me haces el puto favor de quedarte quieta esta vez?– replicó creando de nuevo la estaca en su brazo.
Mi cuerpo se paralizó por completo, pero Shinso interpuso su cuerpo entre nosotras.
–Muevete de una vez
–Mátame y dejaré de estorbarte.
–Nadie... Va a morir– intervino Ester con apenas un ápice de conciencia.
Contrajo las manos hasta su abdomen y todos los escombros de las escaleras volaron hacia ella, llevándose a Atema de por medio.
Ella voló hasta el otro lado del pasillo, y Ester comenzó a levantarse con dificultad.
Pronto la alcancé, y junto a Shinso la ayudamos.
–Váyanse– pidió empujando mi brazo.
–¿Que dices?
–Puedo con ella, váyanse– replicó.
–No te dejaré aquí.
–T/n, se está recuperando– señaló Shinso, miré por encima del hombro y lo comprobé.
–Vamos Ester, no hay tiempo– volví a tirar de ella.
–No. Ya cometí un error al no defender a quienes quiero antes. No pasará dos veces.– Declaró, y mi corazón se hizo pequeñito.
–Ten cuidado– supliqué
–Tu también– respondió uniendo su frente a la mía, para luego mirar a Shinso cambiando su semblante. –Protegela.
Shinso asintió y de nuevo corrimos escaleras abajo.
Ahora la batalla no era contra la liga de villanos, era contra sus Nomus.
Todos los héroes luchaban protegiendo a los civiles y sacándolos de las calles. Pero aún así muchos se dieron a la tarea de protegernos mientras escapabamos.
Fuera de el almacén el caos seguía siendo general, por lo que Shinso y yo corrimos hasta estar lejos de la zona. Dirigiéndonos al hospital más cercano.
En mitad de camino mis piernas flaquearon, Shinso me sostuvo justo antes de colapsar.
–¿Estás bien?– preguntó
–Creo que la respuesta es bastante obvia– sonreí con dificultad señalando la sangre.
–Tranquila, ya estamos cerca– murmuró tomándome en brazos y corriendo de nuevo.
Luchaba por mantenerme despierta, sabía que quedarme dormida después de toda la sangre que perdí podría implicar no volver a despertar. Así que me aferraba a la conciencia con uñas y dientes.
–De haberte quedado conmigo nada de esto habría pasado– Bramó una voz que lamentablemente conocía a la perfección.
–Por favor, no...
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