11

89 11 10
                                    

—Esa personas de verdad que son muy crueles. —susurre contra su cuello. —¿Como pueden hacer eso?

—Hay mucha gente mala, Majo. —respondió igual que yo y sentí más fuerte su abrazo sobre mis hombros. Mi cabeza quedaba justo debajo de su mandíbula y me hacia sentir segura entre sus brazos. —Algunos pagan y muchos otros no.

—En las conversaciones qué fueron entregadas como evidencia, se puede leer claramente como el hermano mayor de la víctima les presume a sus amigos el acto de violación en contra de su hermana menor. —escuchar eso me hizo querer matar al infeliz qué se regocijaba de sus acciones.

—Juez, esa conversación pudo ser alterada. —intentó la defensa pero se vio silenciada por Edu.

—En las siguientes semanas el acusado la ofrece para que ellos abusen en grupo de la víctima. —por cuestiones de edad y protección a la víctima no estaba en la sala. Antes de que la defensa volviera a hablar, Edu siguió con más evidencia. —No, no fueron alteradas porque en el siguiente video se puede observar como el acusado saca por la fuerza a la víctima y la sube a su vehículo. —no lo conozco y ya lo odio. —El siguiente video tiene la crueldad de los abusadores y prueba como el acusado, sí entrego a su hermana para ser violada.

La defensa no tuvo más que objetar y el juez tenía la evidencia suficiente y clara para dictar sentencia.

Después de llevar horas de juicio se dio por terminado el juicio y el acusado tendría que vivir por el resto de su vida en la prisión.

¿Por qué has defendido a los agresores? —pregunte separandome de ella. Estábamos en el techo del edificio, hace un par de meses descubrí como subir y desde ese día lo hago al menos dos veces a la semana, en una de esas ocasiones me encontré con Edu aquí. Se podría decir que ahora es como nuestro lugar.

—Sé que ellos no deberían siquiera de tener una defensa y antes de aceptar defenderlos, investigo si en verdad son culpables o inocentes. —ahí fue donde recordé sus palabras de la primera vez que la acompañé y defendía a los agresores.

>La existencia de tres historias; la historia de quien defiendes, la historia de la víctima o agresor y la verdadera historia<

—Quiero seguir contigo, quiero ser parte de lo que haces. —dije segura de mis palabras. En su mirada vi cierta duda por mis palabras.

—Sperava che avresti continuato a pensare la stessa cosa. —dijo en un susurro mientras me abrazaba. No entendí y eso me hizo recordar a la mujer de esa tarde. Quería preguntarle, pero en el fondo sabía que no tenia ningún derecho para reclamarle nada.

—¿Quien es Giovanna? —Sí antes no me contenía, ahora que sé esta enamorada de mi puede ser mi justificación para mis celos.

—Es una vieja amiga. —fue toda su respuesta pero eso no me respondió mis dudas. —Antes de conocerte hay una historia muy larga… tal vez deba comenzar a contarte sobre esos años.

—¿De que hablas?

—Yo no vivía con Elionor. —comenzó a relatar, apenas era el inicio y ya me comenzaba a generar más dudas. —La conocía pero ella a mi no, o bueno, no en persona. Stepania no merecía ser madre y por desgracia lo fue dos veces, desde que tengo memoria o uso de razón solo la recuerdo por sus maltratos y todo empeoró cuando llegó Paulo. —tomé su mano para mostrarle mi apoyo, no sabía nada de esto y me hace darme cuenta de que solo conozco lo que ella me ha dejado conocer. —Tenía cuatro años cuando me alejaron de su lado, termine en el otro lado del mundo, lejos de sus maltratos y sus abusos.

—¿Como conociste a Elionor? —pregunte.

—Con casi doce años ya sabía acerca del uso de computadoras y comunicación qué no fuera por llamadas o mensajes. Así fue como encontré información sobre mi abuelos y la de Stepania, Paulo y Elionor. —explicó. —Cuando fue seguro pude comunicarme con mi abuelo y él me habló de mi hermana, lo que hacían Stepania y Paulo. Durante varios meses esa fue la comunicación con mi abuelo, me mostraba fotos de Elionor cuando era bebé y recientes, luego de muchos inconvenientes ella y yo por fin pudimos hablar por videollamada, fue hermoso conocer a mi hermanita.

—¿Donde estabas?

—Estuve en varios lugares pero pase casi ocho años en Italia. —esa mujer era italiana y debo reconocer qué es demasiado hermosa. —Ahí fue donde conocí a Giovanna, no la había visto desde hace casi cuatro meses…

—¿Como qué cuatro meses? —interrumpí.

—Viaje a Italia, desde entonces no nos veíamos. —explicó como si fuera lo más normal del mundo.

—¿Ella y tu…

—Ojitos, ella y yo solo somos amigas, es más podría decir que es mi hermana. —me tomó de la cintura y se acerco a dejar un corto beso sobre mis labios.

A pesar de eso seguía con inseguridades sobre "lo nuestro" porque a decir verdad llevamos unos días en plan romántico pero no es como que hayamos aclarado si estamos en una relación. Reconozco que hoy en día ya no es tan común pedirlo, pero para algunos como yo, lo necesitaba para estar segura de las cosas. Es como cuando firmas un contrato, sin importar de que sea, se necesita tener un mutuo acuerdo y yo necesitaba estar segura de que eramos una pareja.

—No quiero que tengas dudas acerca de nosotras, porque ya espere demasiado tiempo como para que pienses que esto no es serio. —comenzó a decir dejando un beso en mi frente. Edu era una persona que no mostraba contacto físico o sentimientos frente a las demás personas, es fría con quien no conoce bien y eso a veces me generaba cierta gracia porque conmigo era todo lo contrario. —Quiero estar contigo, quiero que estés conmigo y no quiero ser egoísta para decir que quiero que seas mía. —soltó un suspiro y pase mis manos por su cuello. —Mi princesita, ¿me harías el honor de ser tu novia? —preguntó sin despegar sus hermosos ojos verdes de los míos, estabas demasiado claros y me encantan cuando están así.

—Si, Edu. Por supuesto que quiero ser tu novia. —solté con una gran sonrisa. Uní nuestros labios en un profundo beso, la ciudad y la luna eran testigos de nuestro amor, con ella a mi lado no tengo miedo de nada.

Sin embargo, su historia, su pasado y su infancia, ahora quedaron en segundo plano. Edu ya no quería hablar más del tema y aunque seguía con dudas, debía de esperar a que ella volviera a abrirse conmigo.

R.

Mi Secreto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora