22

88 9 3
                                    

—Tenemos que regresar a Italia. —entró con agresividad a mi habitación. Después de hablar con Elionor y hacerle entender que no podía dejar la organización, volví a mi departamento. No ha pasado ni un día desde que Majo me dejo sin respuesta y los problemas comienza a surgir de la nada.

—¿Por qué tenemos que ir? —pregunte tomando otro trago de la botella de vodka, estaba sentada en el suelo al lado de mi cama mientras disfrutaba la hermosa vista de las calles qué Nueva York me regalaba esta noche.

—Mi padre murió y dejó un enorme problema con los rusos. —No me sorprendía, el viejo era estúpido para ser el jefe de la mafia italiana. En lo único que era bueno era en manipular para que todos hiciéramos lo que el necesitaba o quería para el bien de la organización. —Andrea… —su hermano mayor y quien debe tomar ahora el mando. —Intentó arreglar el problema pero solo lo empeoró.

—Y quiere que yo vaya para arreglar su mierda. —era la moneda de cambio para ambos países. Gracias a mi relación con la Bratva se tenía un "acuerdo de paz" con la SCU. —Sé supone que solo tenían que mantener los negocios en orden, ¿qué sucedió? —pregunte.

—El blanqueo comenzó a salir mal, papá se comprometió a arreglarlo y la deuda comenzó a crecer. —se acercó al gran ventanal antes de seguir explicando. —Luego accedió a darles armas y drogas por no conseguir el dinero, eso ocasionó problemas para la cadena de distribución y ya sabes que cuando a dos amos sirves a uno le quedas mal. —quería mantener mi mente ocupada de lo que sucedio con Majo y esto es lo que soy. —Te dije que huí de Italia porque papá me quería casar con un socio. —asentí dando otro trago a mi botella. —Ese supuesto socio era un ruso.

—¿Quien era? —bajo la mirada antes de responder.

—Alexei. —sabía quien era. Ese hombre tenía al menos cuarenta años y su función dentro de la Bratva era de "sicario", prácticamente torturaba a quien debía para sacar información y luego de conseguirlo los mataba. El tipo era bastante respetado, estuve con él un par de meses y así fue como aprendí algunas cosas, luego de ese tiempo volví a Italia.

—Mañana viajamos a primera hora. —le dije, tenía que comenzar a planear cual seria ahora la manera de solucionar los problemas.

Pase la noche bebiendo e intentando mantener la esperanza de que todo se arreglaría con Majo, pero solo engañaba a mi mente y a mi corazón porque no había solución. Ella es una mujer honesta, de buen corazón y que siempre hace lo correcto, en cambio yo, soy todo lo contrario al intentar ser alguien respetable pero detrás de eso solo soy una mafiosa peligrosa.

A la mañana siguiente me sentía mal, pero le prometí a Giovanna qué iríamos a solucionar todo. O eso creí yo.

Durante mi larga noche de insomnio solo se me ocurrió una cosa, Giovanna viajaba a Italia para ver como iban las cosas y para estar en el entierro de su padre. Por mi parte, iría a Rusia para realizar una oferta respecto a lo que sucedía y arreglar los negocios antes de que sea tarde.

El vuelo fue tranquilo aunque cuando llegue a Moscú me di cuenta que no traía conmigo mi teléfono, tenía que comprar uno para comunicarme con Gio.

—Igor. —salude al chófer que llego a recogerme al aeropuerto. Ya sabían de mi llegada, algo no iba bien y espero que todo este bien en Italia.

Durante el camino iba planeando según la información que me dio Giovanna, pero también sospechaba qué tendría que resolver sobre la marcha y eso la verdad no siempre me ha salido bien. Al llegar pude ver la enorme casa de Yaroslav, al ver toda la seguridad y la gran cantidad de camionetas confirme que había llegado en el momento de una reunió de los miembros de la Bratva. Esto sería un desastre sino tenía solución alguna.

—Buen día. —salude al entrar a la gran sala con todos sentados en sus respectivos sitios, me dirigí al único vacío qué era el mio. Maxim era importante en el negocio de las armas y era ahí donde reinaba la relación entre la Bratva, Italia y yo.

—Al parecer saber de los problemas de tus italianos te trajo de vuelta a tu casa. —soltó con odio Nikolay, quien me pretendió durante mi estadía en Rusia y en cada oportunidad qué tuvo.

—No volví exactamente por eso, Kolay. —El odiaba el mote, su padre le llamaba así porque cuando eramos niños era tímido y cobarde en los entrenamientos. El fue al primer niño qué vencí en lucha y desde ese momento no se despegaba de mi lado. —Volví porque me enteré que Alexei tenía negocios con Pietro. —Todos voltearon a verlo, al parecer nadie sabía de sus transacciones con los italianos. —Al parecer no soy la única con buenas relaciones entre ambos bandos.

—¿De que habla? —preguntó Yaroslav. Espere a Alexei explicara, pero no dijo nada.

—Alexei, tenía tratos con Pietro para casarse con su hija menor, esa fue la solución qué encontraron para terminar la deuda del blanqueo y de la falta de entrega en las armas y las drogas. —Todos miraron mal a Alexei, creo que nadie sabía de sus negocios ocultos.

—Tu dijiste que ya habían pagado y que solo había un retraso con la entrega. —le reclamó la cabeza de todo, Yaroslav.

—Y así es… —comenzaron a discutir y solo me senté para observar como todo se volvía un caos. Después de más de dos horas, las cosas se calmaron y Yaroslav le exigió la mercancía y el dinero que debían entregarle. Alexei pidió un par de días para entregar todo y salió hecho una furia.

—No pierdes el toque. —dijo Yaroslav cuando solo quedábamos nosotros en la sala. —¿Como están los italianos?

—Intentando encontrar los recursos para quedar bien contigo. —le dije y entre nosotros podíamos encontrar un buen arreglo, Yaroslav era como un padre para Maxim y Ekaterina, así que nosotros teníamos buena relación. Cuando los italianos me secuestraron él se volvió loco por mi, me buscó pero el acuerdo entre el traidor y los italianos era hacerles creer que había muerto, hasta que fue necesario hacerme regresar de la muerte para obtener beneficios de ambas organizaciones. —Debes controlar mejor a tu gente, porque Alexei esta teniendo contacto con los americanos. —esa información me la dieron hace un par de semanas, por ese motivo también iba a viajar aquí solo que se adelanto mi llegada.

—¿Qué tipo de contacto? —preguntó.

—Según la información que recibí, un ruso quería meter nueva droga a Estados Unidos. —comencé a relatar la noticia. —Al inicio llegaría poca mercancía para comenzar a distribuir y según la demanda, se enviaría más. Intente averiguar quien era el ruso porque como sabes…

—Eres la única rusa qué maneja Estados Unidos. —dijo por mi.

—Nadie más va a gobernar el país. —dije con arrogancia. —Ya bastante tengo con los colombianos. —Ellos ya tenía sus plazas establecidas, no me metía con ellos y ellos tampoco. Así nos evitamos problemas por las ciudades. —Solo sabían que era "el ruso". —dije moviendo las manos.

—¿Como sabes que es Alexei? —de verdad me sorprende que Yaroslav no este enterado de esto.

—Viajo a Estados Unidos justo hace tres semanas. —le dije y el parecía sorprendido. —No lo sabías. —confirme al ver su rostro de enojo.

—No, él dijo que estaría unos días en Kazán. —su mirada estaba perdida en alguna parte de la habitación, estaba pensando que hacer con este asunto.

—Debes controlarlo o todos comenzarán a buscar negocios fuera de la organización y todo se ira a la mierda. —le dije antes de levantarme para ir a mi habitación, necesitaba descansar un poco.

—¿Te quedarás? —Yaroslav era lo más cercano qué tenía a un padre y quería estar nuevamente aquí.

—Unos días, debo volver a mi vida.

Salí en busca de mi habitación, donde me quedaba cada que venía a Rusia y lugar que me enseñó lo que sé para ser parte de las mafias más peligrosas del mundo. Mi mente regresaba a esos lindos ojos, porque ni estando del otro lado del mundo podría sacar de mis pensamientos a la mujer de mi vida. Mujer que debe odiarme por ser una maldita mafiosa, espero que no vaya a la policía o tendría que elegir entre Italia y Rusia para vivir de manera definitiva.

R.

Mi Secreto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora