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Elionor.

Desde muy pequeña he cruzados por momentos muy difíciles como lo fue saber que tenía una hermana y no poder verla. Lo único que sabía de ella era qué vivía en algún lugar de Europa, nunca me dio más detalles y tampoco me atrevía a preguntarle porque estaba lejos.

—Hola. —saludó Giovanna; la amiga de Edu. —¿Sabes donde se encuentra la oficina de Edurne? —la conocí a la par que Majo, el único detalle es que yo aún no sabía quien era ella.

—Si, te llevó. —dije sin mirarla. Majo aún no llegaba como algunos de otros compañeros, eran casi las 7 y eso era sinónimo de cubículos vacíos.

La deje enfrente de su oficina y ni siquiera se molesto en esperar Ruth, la secretaria de Edu.

—¿De donde se conocen? —sabía que estaba mal obtener información que no fuera de Edu, pero ella no me habla de estas cosas y anoche nuevamente no llegó a dormir.

—De Italia, bambina. —asentí y no sabía si quedarme o volver a mi trabajo. —Sé que no me tienes confianza pero si tienes trabajo qué hacer, estaré bien. —volví a asentir y salí de la oficina.

Estar aquí ya es un enorme reto, bueno, en realidad todos los días salir de casa es un reto. Desde que tengo uso de razón mamá o Stepania como la llama Edu, comenzó a maltratarme y además de eso Paulo quien es mi padre no hacia nada para defenderme. Desde los cuatro deje la escuela porque mamá no era capaz de llevarme y todo se puso peor cuando Paulo la convenció de alejarnos de las garras del abuelo,  como ellos le decían. Pase casi tres años alejada de mi yayo, él era más como mi padre que Paulo, y fue precisamente mi yayo quien me habló por primera vez de mi hermana mayor, ¿por qué mamá nunca hablaba de ella? Nunca tuve esa respuesta y con el pasar de los años las cosas se pusieron peores.

Stepania volvió a la ciudad donde se encontraba el yayo, solo para seguir manteniendo la mensualidad qué le daba y solo por eso me dejaba visitarlo. Pase muchas tardes en la oficina con él, han pasado más de quince años y como cambiaron. Las recordaba más solitarias y nunca creí que yo podría trabajar aquí.

Paulo también vivía de la mensualidad qué mi yayo les daba, ninguno de los dos trabajaba y a pesar de que mi yayo intento llevarme con él le fue imposible, porque siempre Stepania y Paulo nos movían de lugar. Cuando cumplí diez años le pedí a Edu qué me llevara con ella, ya no quería vivir más con mis "padres" porque el maltrato con ellos ya no solo era verbal, me prometió qué vendría para cuidarme y quedarse conmigo, esa fue su promesa y fue la última vez que hablamos a través de una pantalla. Paulo llegó a abusar sexualmente de mi y lo que era más humillante, mi madre estaba a escasos tres metros de distancia y no hacia nada. Solo se quedaba mirando el espectáculo qué su esposo daba conmigo.

Edurne me pidió que fuera fuerte, que ella vendría por mi y que siempre me protegería, ella tardo dos años más en llegar, dos años en los que esos abusos se volvieron más constantes, donde la mujer que debía protegerme no hacia nada para evitarlo y él hombre que debía cuidar de mi era mi verdugo todos los días. Llegue a odiar a Edurne porque ella prometió venir por mi, sin embargo, ella no llegaba para protegerme. Llevaba mucho tiempo sin ver a mi yayo qué ya no sabia cuanto había pasado, constantemente nos moviamos de casa y lo que era aún peor me hacían trabajar para tener algo que comer, comida qué solo ellos disfrutaban porque a mi me dejaban las migajas.

La que actualmente es nuestra casa, no lo era antes, comenzamos a vivir ahí cuando por fin después de mucha espera Edurne llegó por mi. Y llegó con la noticia de que Stepania y Paulo estaban muertos, no le pedí más detalles porque a los verdugos de mi vida finalmente no los vería más, se había acabado el estarme escondiendo de ellos para evitar que encontrarán un nuevo juego para reírse de mi, como ellos llamaban al maltrato; un juego.

Mi Secreto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora