Somos un grupo de 5 chicos y siempre estamos juntos. Aunque soy el más tranquilo y calmado de mis amigos, me siento completamente seguro cuando estoy con ellos. Desde que estábamos en la escuela, me han protegido de los demás cuando me intimidaban p...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Dos meses después.
Julls
—Hola, doctor, ¿a qué se debe su llamada? Mis padres están bien —pregunté muy preocupado.
—Al contrario, Julls, tus padres han despertado, me encantaría que vinieras a verlos. —Mi corazón se llenó de alegría. Inmediatamente colgué el teléfono, llamé a los chicos para que me acompañaran.
—¿Por qué tanto grito, mi pequeño? Nos has asustado —dijo Santiago.
—Mis padres han despertado, el doctor acaba de llamarme, quiere que vaya de inmediato.
—Está bien, pequeño, vamos. —dijo Vidal.
Los cuatro salimos apresuradamente al hospital, al notar mi nerviosismo, los chicos se preocuparon por mí y estuvieron pendientes de que no me diera un ataque. Tan pronto como llegamos al hospital, corrí hasta la oficina del doctor para saber más de mis padres.
—Señor Julls, me alegra verlo, hay buenas noticias: sus padres han despertado, están muy bien, y lo más importante, están ansiosos por verlo; están preguntando por usted en todo momento.
—Estoy muy feliz, doctor —dije dándole una gran sonrisa.
—Sígame, iremos a verlos.
Caminé junto con el doctor, cuando los chicos me alcanzaron y se unieron a mí, entré en la habitación y no pude sentirme más feliz de ver tan recuperados a mis padres, sonriéndome. Corrí a abrazarlos, lloré por un buen rato.
—Mi querido hijo, ¿por qué estás llorando? —preguntó mi madre con una gran sonrisa.
—Los extrañé mucho, no saben cuánto —respondí.
—Estamos bien, ya el doctor nos explicó todo —dijo mi padre.
—Estuvimos muy preocupados, nos alegra mucho que estén recuperados —habló Jean.
—Chicos, gracias por cuidar de nuestro hijo —agradeció mi madre.
—Es todo un placer siempre cuidar de este travieso —agregó Gael.
—No me parece que sea un travieso, es muy lindo —pronunció el doctor. Aunque fue mal momento para hacerlo, mi cara se tornó un poco roja y traté de sonreír y no parecer sospechoso.
—Doctor, ¿no cree que está fuera de lugar ese comentario? —preguntó Vidal, cruzándose de brazos.
—No creo, si me gusta alguien lo diré abiertamente —respondió el doctor.
—Pero ese alguien ya está en una relación —expresó Santiago.
—Está bien, no discutan —dijo mi padre.
Nos quedamos en silencio unos momentos, mientras el doctor revisaba el suero de mis padres. Me alegraba tanto que todo saliera bien, el médico nos indicó que mis padres aún deberían quedarse en observación por unas semanas más antes de darles el alta definitiva. Después de eso, regresamos a casa inmediatamente.
—¿Qué fue todo eso, Julls? —Apenas llegamos, Santiago empezó a reprocharme.
—¿Qué cosa? —me hice el desentendido.
—El doctor —insinuó Jean.
—Sí, el doctor, que estaba coqueteando contigo, Julls —replicó Gael.
—Basta, Julls es tan lindo que no culpo a ese doctor, solo está a salvo porque lleva el caso de tus padres —amenazó Vidal.
—Chicos, los quiero a ustedes, a nadie más que a ustedes...
Los abracé a los cuatro, los abracé fuerte, los abracé tanto que simplemente su aroma se quedaba impregnado en mí. Nos quedamos ahí abrazados y besándonos... amándonos...
—Los amo tanto.
—Te amamos, Julls, no sabes cuánto... No te imaginas cuánto.
Marina
—¿Estás cómoda? —pregunté.
—Marina, estoy muy cómoda, me gusta que estemos así, abrazadas después de pasar la noche juntas. Amanecer juntas es lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo.
—Por un lado le agradezco al ruso, sin ese idiota no me hubieras chocado ese día en la cafetería —bromeé.
—Yo no te choqué, tú me chocaste —rezongó Raiza.
—Nada que ver, después de eso apareciste en mi camino. Te odié en un inicio, pero después te me hiciste sumamente atractiva —respondí.
—A mí me pareciste guapa desde el momento en que te vi. Odié el hecho de hacerte daño, pero no podía hacer nada, estaba atada de manos —dijo.
—Ya todo eso pasó, no hay que pensar en esas cosas, es mejor disfrutar.
Raiza me miró con ternura, me besó tan suavemente y con tanta delicadeza que mi cuerpo se tensó, de inmediato sentí como deseaba más de ella, más que un simple beso.