Capítulo 4

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Está muy mal escuchar conversaciones de los demás, pero fue imposible no hacerlo. Estaba por despedirme de mis amigos cuando escuché que habría una carrera esta noche. No pude seguir escuchando porque una de las ayudantes de Vidal estaba limpiando justo por ese lugar y me dio mucha vergüenza que me viera espiando a mis amigos. Bueno, no los estaba espiando, solo me estaba informando de los hechos. Así que intentaré seguirlos, quiero saber qué tanto me están ocultando y por qué siempre parece que esconden un secreto de estado, sobre todo conmigo. Jamás les reprocharía nada, nunca me molestaría con ellos.

Seré el tipo que, si ellos asesinan a alguien, pues algo habrá hecho la otra persona para que mis chicos reaccionen de esa manera. Es que no puedo entender por qué me ocultan las cosas. Estaba un poco nervioso, así que decidí arrastrar a Marina conmigo. Ella no era partícipe de mi idea, pero al final decidió que sí me acompañaría. Además, estaba estresada, era su primer día de trabajo y ya estaba teniendo problemas.

—Julls, ¿estás seguro de que nos dejarán entrar a este sitio? Mira la cantidad de gente que hay en este lugar, y se ve que no es un buen sitio, parece ilegal. —protestó Marina.

Es cierto que el lugar está repleto de personas. Hay una gran fila afuera esperando a que los dejaran entrar. Estaba completamente seguro de que si les decía a los dos hombres que estaban de supervisores que era amigo de los chicos, me dejarían pasar. Tenía el presentimiento de que así sería. Además, con el estatus que tienen es casi imposible que este sitio no sea idea de ellos.

—Está bien, Marina, tú solo sígueme y no protestes hasta que estemos dentro. —ella asintió y me siguió la corriente. Pasamos toda la fila, y los demás me veían con cara de querer matarme, pero era esto o esperar unas tres horas aquí afuera sin saber qué es lo que ocurre ahí dentro.

—Deben hacer la fila. —dijo uno de los hombres que estaba a cargo.

—Somos invitados de Vidal, Gael, Jean y Santiago. —respondí con firmeza.

El hombre solo se rió. —Si supieras que muchos vienen aquí diciendo lo mismo.

—Te lo dije, mejor vámonos, estoy cansada. —susurró Marina.

—Entonces los llamaré y les diré que no me dejaron entrar. —Alcancé mi teléfono en señal de hacer una llamada y fingí que me respondían. —Vidal, estos hombres no me dejan entrar, no sé qué hacer... —Ellos se miraron fijamente y solo me dejaron ingresar. Asumo que escuchar el nombre de Vidal les da miedo o quizás le tienen mucho respeto.

—¡Vaya! ¿En serio te respondió Vidal? —preguntó Marina con una mirada confusa.

—No, ¿crees que no hubiera hecho ya un escándalo? Solo me quedaré por aquí esperando a ver dónde están. Esta noche será el comienzo de muchas cosas.

—Si tú lo dices. Ahora solo quiero dormir, estoy muy cansada. Además, ¿no sabes qué me pasó en mi primer día de trabajo?

—Te despidieron, tu mamá no te soportó y te desheredó. —bromeé.

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