Capítulo 7

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Después de lo ocurrido, me quedé paralizado, perplejo al darme cuenta de lo que había hecho

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Después de lo ocurrido, me quedé paralizado, perplejo al darme cuenta de lo que había hecho. Sentí como si hubiera cometido el peor crimen, aunque tampoco es que sea tan malo, pero mi subconsciente me lo hace sentir así. No es normal pensar en tus amigos de esa manera, ¿o sí? No tiene sentido. No pensaré en eso más, haré como si no hubiera pasado nada y que no tengo ese tipo de pensamientos.

—Julls... ¿Estás bien? —hablaban afuera de la puerta del baño. Era la voz de los chicos. Había estado mucho tiempo encerrado, así que seguramente se estarían preguntando qué me pasa.

—Estoy bien, de hecho, ya terminé de ducharme. —respondí abriendo la puerta del baño.

Por un momento me sentí incómodo mirándolos a la cara porque me daba mucha vergüenza pensar en lo que había hecho minutos antes. Solo pasé por en medio de ellos sin decir nada.

Me concentré en secar mi cabello en silencio, ellos también permanecieron callados y me miraban confundidos. Desvié la mirada a algún lugar que no fuera la cara de alguno de ellos, pero no podía evitarlo.

—Escucharon eso, ¿verdad? —pregunté nervioso.

—Si te sientes incómodo, haremos como si no hubiéramos escuchado nada. —mencionó Jean acercándose a donde estaba. Me miró a los ojos y sin apartar la vista de mí, tomó la toalla y continuó secándome el cabello. —No te sientas mal por sentir cosas... A ti podemos permitirte todo. —añadió.

Su rostro quedó a centímetros del mío, solo asentí lentamente y dibujé una pequeña sonrisa que salió espontáneamente. ¿Qué estoy sintiendo? ¿Qué me está pasando con ellos?

—Eso es correcto, Julls. —susurró Santiago cerca de mi oído, tan bajo que me sobresalté y aparté mi mirada de Jean para concentrarme en Santiago. Es el momento más loco, pensar que puedo estar con los cuatro al mismo tiempo. Cálmate, Julls, ¿qué estás pensando? Son solo tus amigos... Pero no puedo dejar de mirarlo. Giré un poco mi cabeza intentando descifrar los pensamientos de Santiago. Sus ojos reflejan mi rostro, puedo verme claramente en ellos... ¿Qué hago?

—Eh... Chicos, lo siento mucho por lo de hace un rato. Me siento realmente avergonzado. —dije apartándome de los dos.

—No pasa nada. —habló Vidal.

Él estuvo todo el tiempo sentado en el mismo lugar en el que lo dejé cuando entré al baño. Siempre he sabido que a Vidal le queda bien todo. La forma en que sostiene ese vaso de licor está causando muchas cosas en mí. Su mirada arrogante pero suave cada vez que me mira me confunde. Ya sé que es imposible enamorar a alguien como él... Además, ellos me ven como un hermano pequeño.

—Julls, ¿estás bien? —llamó Gael.

Aparté la vista de Vidal.

—Nada, solo iré a dormir. Lo siento si los hice sentir incómodos, chicos. En serio, lo siento mucho.

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