Capítulo 5

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Santiago

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Santiago.

Los Ángeles 8:00AM

En las últimas horas, ha surgido un incidente que ha ganado atención: supuestamente se ha captado al hijo del Diputado Menéndez participando en una carrera ilegal en las afueras de la Ciudad. El Congresista Antonio Menéndez ya estaba en el foco público debido a las acusaciones de abuso sexual por parte de varias mujeres. Este nuevo incidente relacionado con su hijo lo ha vuelto a llevar a los titulares, aunque aún no se ha confirmado si la persona en las imágenes es realmente el Sr. Víctor Menéndez. Estaremos atentos a cualquier novedad, junto con otras noticias.

Esto era exactamente lo que estábamos buscando ahora es un problema menos del cual ocuparse, espero no adelantarme a los hechos. Me ha costado mucho estar donde estoy y aunque no ha sido fácil lograrlo siempre he sabido de lo que soy capaz. Todos hacemos cosas cuestionables para poder sobrevivir en este mundo, lo que hacemos solo es un ingreso extra como suelen decir por ahí nadie corrompe a otros, cada uno decide como va a vivir.

Puedo decir que la vida de los cuatro ha sido difícil desde el principio. Éramos chicos sin familias, sin amigos; solo nos teníamos a nosotros. Nuestra infancia fue dura, muy diferente de la vida que llevó nuestro querido Julls, quien siempre tuvo el apoyo amoroso de su familia. Sin embargo, eso no fue suficiente. A pesar de todas las dificultades y carencias, hemos logrado alcanzar la cima. Y no permitiré que nadie arruine lo que hemos construido.

—Tuve que venir hasta tu departamento porque parece que eres incapaz de decirme cómo está Julls. Además, él no responde a mis llamadas y eso me tiene preocupado —dijo Vidal, entrando a mi despacho con una nota de molestia en su voz. Esta no es la primera vez que viene así sin avisar solo aparece, como si fuera esta su casa, sobre todo ahora que nuestro pequeño está aquí.

—Parece que estás inquieto por lo que Julls pueda estar pensando de ti. —Respondí.

—¿Y tú no lo estás? —contestó Vidal.

—También estoy en la misma situación.

Vidal recorrió la sala con inquietud, aflojó un poco su corbata y tomó asiento en uno de los sillones centrales de mi despacho. Era evidente que algo no estaba bien.

—¿Qué te sucede? Te noto tenso, y no creo que solo se trate de Julls. ¿O finalmente me dirás sobre los tipos de aquella vez? —pregunté.

—Ya te dije que los tipos de aquella vez están bien, o eso creo. Ese no es mi problema. Necesito tu ayuda con algo. Tus conocimientos como abogado pueden sacarme de este lío. Hace unos días, recibí una orden de allanamiento porque alguien me denunció por tráfico de armas —explicó Vidal.

—Otra vez ese asunto, Vidal. Pensé que después de la última vez no tendría que volver a rescatarte de la cárcel —suspiré.

Sabía que Vidal era una persona de carácter fuerte y no le asustan este tipo de problema en sí, pero estaba preocupado de que pudiera estallar un escándalo aún mayor. No podía permitir que su imagen respetable ante la sociedad se viera afectada porque de alguna manera todos terminaríamos en la misma situación.

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