Capítulo 14

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DYLAN

Hace dos meses que Abby vive conmigo. Todo mi mundo ha dejado de ser solitario desde que ella está alrededor de el. ¿Lo malo? Mi padre.

Desde el día que se la presenté hace 3 meses ha echo todo lo posible por hacerme cambiar de opinión respecto a mi decisión de no casarme con Becca.

Becca... la misma persona que hace un par de días me había pedido el número de Abby y como un jodido idiota se lo había mandado. ¿Porqué? A día de hoy todavía no encuentro respuesta a esa pregunta, solo deseo que sea jodidamente para dar una vuelta y que le enseñe las partes de Nueva York que no conozca. Aún asi estoy bastante preocupado con eso.

Desde que fui con ella que no he vuelto al Triangulo. Básicamente me lo tiene prohibido.

Si me entero que vuelves a ir en algún momento a ese lugar lleno de zorras te corto las pelotas!

Sí, esas eran las dulces palabras que había pronunciado una noche cuando se había enterado, de alguna manera que aún no logro comprender, que me iba a escapar para ir allí. Por supuesto me acabé quedando en casa observando a la persona más bella del mundo como estudiaba mientras controlaba las ganas de llevarla al dormitorio.

《Menudo marica estas echo cabrón》

No me lo recuerdes, ya losé.

-Cariño, cuanto tiempo hacía que no te veía despegado de los brazos de esa- la voz de pito imposible que no conozca me saca de mis pensamientos.

-Cierra la puta boca Dana, aparta.

Tenerla tan cerca de mi en un lugar donde todos nos ven y hablan, como es la universidad, no va a suponer nada bueno.

-Sé que estas deseando esto, ella no puede ser igual que yo.- Haciendo caso omiso a mis palabras se pega más a mi brazo y susurra esa palabras a mi oído.

-He. Dicho. Que te apartes.- La separo hacia un lado.- No estoy para tus gilipolleces.

-Tranquilo, he conseguido lo que queria. -Me gira la cabeza y veo la silueta de una chica parecida a Abby caminar en contra dirección demasiado rápido.- ¡Mira! Por ahí va tu peincesita.

Tiene una sonrisa victoriosa, mostrando absolutamente todos sus blancos dientes.

-¡Joder!.- Me revuelvo el pelo alborotándolo al máximo.-¡Abby!

Comienzo a gritar su nombre pero eso solo hace que comience a correr más. Me frusto y acabo dejándola pero cuando llego a casa ella no está. La llamo pero no hay manera que me  voja el móvil. Que lo tiene ¿de deciración? Joder.

Cojo la moto y voy sin rumbo por la carretera. Llevo la visera del casco subida por lo que el aire me da de lleno en la cara cosa que junto a la velocidad me da la mayor sensación de libertad.

Esta era la mejor forma que tenia de sentirme libre mientras vivía en la casa del infierno hasta que decidí irme y esta fué la forma de relajación que tome.

Lo que siento cuando estoy encima de esta preciosidad es algo que no puedo sentir en otros momentos. Ese sentimiento de libertad para poder ir donde más agusto te sientas, la velocidad para darte cuenta de lo lejos que estas dejando eso que te mantiene en vela durante la noche.

Después de dar vueltas por ahí sin rumbo me decido por uno y llego a mi lugar favorito. No creo que nadie más lo reconozca. Las rocas se juntan con un pequeño lago situado en una esplana de color verde brillante. Se huele naturaleza.

Me siento en una de las rocas y doy grandes suspiros mientras me paso las manos, por quinta vez en un día, por la maraña de pelo.

Observo el horizonte. Los colores del cielo han pasado de ser tonos azules a tonos rosados y anaranjados.

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