ABBY
3 AÑOS ANTES...
-Bebé dame un poco de eso-. Me siento en su regazo y con una sonrisa le quito el porro de la boca y lo llevo a la mía dando dos grandes caladas. Le doy un beso, se lo devuelvo y lo dejo con su grupito de amigos.
No soy de esas novias que están todo el puto día encima del novio y no lo deja salir a ninguna parte sin ella. Al contrario, sé lo que hace, sé lo que vende, sé lo qué es.
La fiesta se está desmadrando, el alcohol y las drogas corren por las venas de todos los que estamos aquí pero a nadie le ha pasado nada todavía. Digo todavía porque sé que a éste ritmo lo más normal es que a alguien le de algo en algún momento.
Mi cuerpo se ha acostumbrado a las drogas y el alcohol fácilmente porque desde pequeña lo he llevado en la sangre. Que tu madre fuera una drogata de mierda y te haya llevado hasta ese punto ayuda mucho. La cocaína era lo que más me importaba y siempre utilizaba el dinero que conseguía en las carreras desde hace un año para darme a mi y a mi madre el capricho, no muchas veces lo conseguía por mi misma pero mi madre, no sabía como, lo conseguía.
El día que Héctor entró por la puerta de nuestra pequeña casa pidiendo el dinero que mi madre le debía, lo reconocí inmediatamente. No todos los días entra el hijo del traficante de drogas más famoso de América a tu casa. Todo la gente o la mayoría de la gente lo conoce y yo, era una de esas que se lo quería llevar a la cama una noche con ella y no precisamente para que te cante unas nanas e irte a dormir. Y así acabamos.
Cuando veo que se queda solo y sus amigos por fin se han ido lejos me acerco. Me siento en su regazo y comienzo a dejar pequeños besos por su cuello, mandíbula y orejas. Hago dos veces el mismo recorrido de abajo a arriba.
-Vamos a una habitación-. Mi tono más seductor ha tomado el control.
Estoy demasiado borracha y drogada como para saber que mierda estoy haciendo ahora mismo, pero sea lo que sea... me encanta y no me quiero detener.
Me agarra de la nuca y me besa fuertemente. Me baja de su regazo y me arrastra hasta las escaleras dejando atrás todo el bullicio producido por la fiesta y entramos en la primera habitación que está vacía.
Cierra de un portazo asegurándola con el pestillo y me tira a la cama bruscamente. Comienza por mis pantalones cortos seguidos de mi camiseta que quedan al margen de la situación por ahí tirados.
Va dejando tiernos besos desde mi barriga hasta mi oreja. Sabe que ese es mi punto débil. Me siento sola en este juego por lo que le doy la vuelta. Sin saber muy bien porqué mis manos comienzan a temblar cuando llegan a su cinturón. ¡Ah, las drogas! Comienzo a reírme bajito pero un poco como una loca.
-Anda quita-. Aparta bruscamente mis manos y se desnuda el mismo.
En un abrir y cerrar de ojos mis bragas y sujetador se han unido al resto de ropa tirada por el suelo e inmediatamente lo siento. Siento como llena mi interior... y me encanta. No pienso en absolutamente nada más que lo que está pasando ahora mismo. Solos él y yo, y las drogas que corren por mi sangre.
Sus labios recorren toda mi garganta a la vez que da grandes empujes que me dejan sin aliento. Por momentos mi mundo colapsa y pierdo la noción del tiempo, gimo, me retuerzo y le araño la espalda con fuerza. Segundos más tarde me sigue.
-¡Tres semanas Livy, hace tres semanas que me debería de haber venido y aún no está!
Vale estoy gritando, estoy histérica y nadie puede cambiar eso. Han pasado tres semanas desde aquella vez con Héctor en la fiesta, la única vez sin condón y aún no me ha llegado.
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WILD
Teen Fiction¿Qué pasaría si dos personas que se llevan mal a rabiar tienen que trabajar juntas? ¿Qué pasaría si tuvieran que actuar como enamorados? ¿Y si la realidad supera la ficción? Para Abby de 23 años le es bastante difícil combinar la universidad con su...