Salgo de la habitación de Hassem apresuradamente, con la camisa apenas abotonada. Llevo los zapatos en la mano, bajando las escaleras de puntillas, esperando no encontrarme con nadie. Pero mi suerte se agota al llegar a la cocina, donde veo a Oxia disfrutando de una tostada. En cuanto me ve, suelta un pequeño silbido y me lanza una mirada cargada de malicia, acompañada de un baile de cejas.— Buenos días — dice con una sonrisa enorme, su voz cantarina. — Parece que tuviste un pequeño percance con tu camisa. Miro hacia abajo, dándome cuenta de lo desaliñada que estoy, con la camisa abierta y los botones que quedaban en algunas áreas después de la salvaje forma de Hassem por quitármela ayer, apenas abrochados. Intento ajustarla rápidamente, sintiendo el calor subir a mis mejillas.
— Y, si no me equivoco, no vienes de tu habitación — continúa Oxia, mientras toma un sorbo de su jugo de naranja, claramente disfrutando de mi incomodidad. Se inclina ligeramente sobre la isla, sus ojos brillando con curiosidad mientras trabaja en su laptop. Me muerdo el labio, intentando pensar en una respuesta, pero su tono burlón me hace sentir aún más apenada.
— Oxia... — respondo con un tono culpable, sabiendo que me han descubierto. — No pensé que... estabas aquí.— Mis palabras son torpes, y ella solo suelta una risita.
— Tienes una cara de que te han dado como cajón que no cierra — suelta una carcajada baja, encogiendo los hombros. Me llevo una mano a la boca para reprimir una risa nerviosa, mientras mis mejillas se calientan aún más. — Y esos ojitos iluminados me dicen que hay algo más.
— Yo... pues... — intento responder, pero las palabras se me escapan. Siento que me enredo más con cada segundo.
Antes de poder decir algo coherente, la puerta de la habitación de Hassem se abre. Sale, impecable como siempre, con unos pantalones de vestir oscuros y una camisa de lino azul claro que resalta su piel. Su cabello está perfectamente peinado, y se mueve con una confianza que me deja cautiva. Cuando pasa por mi lado, baja las escaleras tranquilamente, su porte imponente.
— Buenos días, Oxia — dice firme, dedicándole una leve sonrisa a mi amiga. Luego, sin previo aviso, se detiene a mi lado y, con una mano segura, toma mi cabeza y deposita un beso en la coronilla. Mis ojos se elevan para encontrar los suyos, y el brillo en su mirada me tranquiliza.
— Buenos días, esposa.— suelta con un tono que hace que mi cuerpo se tense al instante. Su voz es clara casi como si quisiera asegurarse de que todos en la casa escucharan lo que acababa de decir. Siento mis mejillas arder otra vez mientras él se aleja, claramente disfrutando de mi reacción, parece que todos en esta casa se quieren divertir hoy a costa de mi.
Hassem sigue caminando hacia la cocina con una calma irritante. Justo en ese momento, Beatriz y Danna entran, cargadas con bolsas de desayuno. Hassem, sin perder la compostura, saca un vaso de cristal y se sirve un poco de jugo de naranja, como si no hubiera nada fuera de lo normal.
Beatriz me observa con llena de sorpresa y algo más que no puedo descifrar, mientras Hassem no le presta demasiada atención. Finalmente, su mirada vuelve a mí, y me pregunto si está feliz o molesta por lo que acaba de presenciar.
— Okaaay — alarga Danna, haciendo evidente su incredulidad pero sin añadir nada más.
— Parece que el señor Khalid y tú solucionaron lo que discutieron tan acaloradamente en la reunión de "leones" — comenta Beatriz con un tono despectivo, cruzándose de brazos. Hassem le lanza una mirada fulminante.
— No... — responde, como si quisiera ocultar lo que sea que está pasando entre nosotros, pero su tono lo delata.
— Oxia — intento cambiar de tema. Beatriz lo ve desafiante.
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Árabe Encadenada A Ti [2]
RomanceHassem juró que se alejaría de Alicia para mantenerla a salvo y así darle la oportunidad de una vida plena sin su sombra oscura. Pero el destino, en un capricho cruel, los reunió de nuevo en la vibrante y caótica ciudad de Las Vegas. Una noche de d...