Capitulo 23 (revelador)

111 7 6
                                    


—¿Hablar con mi padre?— La voz de Hassem retumba en la habitación lleno de incredulidad, como si lo que acabo de decir fuera un insulto personal. Da un paso hacia atrás, su mirada fija en mí, perforante, pero hay algo más que furia en sus ojos: hay dolor.

Se lleva una mano al rostro, masajeando su sien como si intentara contener una avalancha de emociones.

—Alicia, no tienes idea de lo que estás diciendo. Ese hombre no es alguien con quien puedas razonar. Es el mismo que orquestó tu entrega a Malih, el mismo que...—Se detiene, frunciendo los labios con fuerza. Puedo ver la lucha interna en su rostro, el esfuerzo por no dejar que esos recuerdos lo arrastren al abismo. Por un momento, el silencio se siente pesado, como si todo el aire hubiera sido drenado del espacio.

Cuando vuelve a hablar, suena más lento, pero no menos intenso. —No voy a hablar con él, Alicia. No voy a rebajarme a eso. Yo puedo resolver esto solo, sin su intervención. No necesito la ayuda de un viejo moribundo que ha pasado su vida destruyendo la mía.—Doy un paso hacia él, manteniéndome firme, aunque mi corazón late desbocado. —Hassem, no puedes cargar con todo esto solo.— Él me mira como si estuviera a punto de soltar una respuesta cortante, pero no lo hace. En lugar de eso, se gira hacia la ventana, su perfil iluminado por la luz tenue que se filtra a través de las cortinas.

—Soy el Emir, Alicia.— dice como si no lo pudiera creer, como si estuviera recordándose a sí mismo ese hecho. —Es mi responsabilidad proteger a todos, pero no puedo protegerte a ti si dejo que él se acerque de nuevo.—Doy otro paso, acortando la distancia entre nosotros. —¿Y si él no es el enemigo esta vez? ¿Y si en lugar de ignorarlo, puedes usar lo que sabe para detener a Malih?— Hassem se gira bruscamente hacia mí, sus ojos ardiendo de desconfianza.— ¿Detener a Malih? Está en la cárcel. ¿Qué más puede hacer?—

—¿Qué más?— Mi voz se eleva, no en un grito, pero lo suficiente como para que me escuche. —¡Lo sabes mejor que yo, Hassem! Malih no necesita estar afuera para causar estragos. Sus hombres siguen ahí, moviendo los hilos. Ese atentado, todo lo que ha pasado... ¿crees que terminó solo porque lo encerraron?— Él parece titubear, como si mis palabras hubieran abierto una grieta en su resolución. Me acerco un poco más, colocando una mano en su brazo.

—Hassem, no estoy diciendo que confíes en tu padre.— Mi tono es más suave ahora, una súplica. —Pero si hay algo en el pasado, algo que él sabe y tú no, podría ser la clave para detener a Malih de una vez por todas. Quizá enfrentarlo no sea un signo de debilidad, sino de estrategia. No por él, sino por todo lo que está en juego.—Lo veo respirar profundamente, cerrando los ojos por un instante. Cuando los abre, el fuego en su mirada ha cambiado. Ahora hay duda, un atisbo de vulnerabilidad que rara vez deja mostrar.

—¿Y si no funciona?— pregunta bajo, como si temiera la respuesta. —¿Y si hablar con él no nos lleva a ninguna parte?— en sus ojos puedo ver una inseguridad abrumadora, tenía miedo igual que yo de que las cosas no salieran tal cual lo planeamos pero si nos detenemos antes de jugar nuestras cartas, otros podrían ganar, aún no estábamos libres de peligro.

—¿Y si sí?— contesto con firmeza, apretando ligeramente su brazo para darle valor. —¿Y si esa conversación nos da una ventaja que ahora no tenemos? A veces el enemigo de tu enemigo puede ser la herramienta que necesitas. No lo sabrás si no lo intentas.— Hassem se queda en silencio razonando otra vez , mirándome como si estuviera buscando algo en mi rostro, alguna señal de que esto es lo correcto. Finalmente, asiente, casi imperceptiblemente.

—Está bien.— Su voz se escucha, pero la decisión está tomada. —Hablaré con él, pero solo una vez. Y si no coopera...— lo interrumpo.

—Si no coopera, encontraremos otra forma.— afirmo con suavidad.

Árabe Encadenada A Ti [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora