Volví a casa tarde esa noche, con la mente cargada de pensamientos y el corazón pesado. Michael me llevó hasta Central Park, un gesto que parecía entender más de lo que estaba dispuesto a decir.La lluvia caía con fuerza sobre el techo del auto, creando una melodía suave pero constante, como si el cielo compartiera mi pesar. No me bajé del coche; el aguacero era la excusa perfecta para quedarme allí, en la seguridad del interior, lejos de todo y de todos. Michael no dijo una palabra. Solo permaneció en silencio, respetando mi espacio, permitiéndome procesar la frustración que me consumía. Me agradecí a mí misma que no insistiera en hablar, en preguntarme qué pasaba. Solo me miró de reojo una vez, y luego desvió la vista, como si supiera que necesitaba ese momento para desahogar mis emociones en paz.
Finalmente, después de lo que parecieron horas, le indiqué que podíamos regresar. El camino a casa fue tranquilo, y cuando llegamos, me sentí como una sombra entrando por la puerta. Todos estaban en la sala, ocupados en sus asuntos, pero el ambiente estaba cargado de tensión por todo lo que ocurría tanto en los emiratos como aquí.
Hassem estaba allí, sentado con su postura altiva, un vaso de cristal en la mano que contenía ese líquido ámbar. No hacía falta estar cerca para sentir la frialdad en el aire, una frialdad que parecía dirigida únicamente a mí. Apenas tuve fuerzas para arrastrar los pies hasta la cama, no quería hablar con nadie. Mi cuerpo clamaba por descanso, pero mi mente no dejaba de pensar en lo que había pasado.
Hassem me vio al entrar, su mirada se cruzó con la mía, pero fue un encuentro vacío, carente de palabras. Levantó su vaso, bebiendo lentamente del whisky, y luego, como si mi presencia le resultara insoportable, se giró para no tener que verme más. Sentí una punzada en el pecho, rabia y tristeza.
Estaba agotada de su actitud, de cómo se comportaba cuando las cosas no salían como él quería. Estaba agotada de lo que estaba viviendo últimamente, de cómo todo parecía desmoronarse a mi alrededor sin que pudiera hacer nada al respecto. Y sobre todo, me sentía sumamente mal por lo que sea que él haya hecho y dicho a Eric. ¿Por qué siempre tenía que ser tan intransigente?—Buenas... tardes... —La voz de mamá me sacó de mis pensamientos. Me giré lentamente hacia ella, notando la preocupación en su rostro. Pero en ese momento, no tenía fuerzas para lidiar con eso también. Solo levanté una mano en un gesto vago, casi mecánico, antes de encaminarme hacia mi habitación. Necesitaba estar sola. Cerré la puerta tras de mí, dejándome caer sobre la cama, el sonido de la lluvia aún resonando en mi cabeza, mezclado con el eco de todo lo que no había dicho.
El sueño me envolvió con la rapidez de una tormenta, un sueño profundo, oscuro y sin sueños, con la compañía reconfortante de mi gata acurrucada a mi lado. Sentí cómo el peso de mis preocupaciones se desvanecía en ese descanso tan necesario, un descanso que hacía tiempo no experimentaba.
Cuando desperté, la primera sensación que tuve fue la de paz, una paz que no recordaba haber sentido en mucho tiempo. Abrí los ojos lentamente, aún inmersa en esa neblina entre el sueño y la vigilia, y allí estaba él. Hassem, sentado en una silla apartada, observándome en silencio. La tenue luz del amanecer o tal vez del atardecer, no lo sabía con certeza, delineaba su figura, creando sombras suaves que acentuaban los rasgos de su rostro. Sus ojos verdes brillaban en la penumbra, reflejando cariño y algo más profundo, no podía descifrar.
—Buenos... —empecé a decir, esperando que él completara la frase.
—Tardes. —respondió, profundo y ligeramente ronco, como si no hubiera hablado en horas, sumido en sus pensamientos durante todo el tiempo que estuvo allí.
Me incorporé lentamente, sintiéndome aun soñolienta. —¿Cuánto tiempo llevas ahí? —pregunté, en la quietud de la habitación.
—El suficiente. —Su respuesta fue vaga, sin precisar una hora, pero con una intensidad que me hizo comprender que había sido mucho más que un simple instante.
ESTÁS LEYENDO
Árabe Encadenada A Ti [2]
RomanceHassem juró que se alejaría de Alicia para mantenerla a salvo y así darle la oportunidad de una vida plena sin su sombra oscura. Pero el destino, en un capricho cruel, los reunió de nuevo en la vibrante y caótica ciudad de Las Vegas. Una noche de d...