POV AliciaÉl era un multimillonario destruido, una sombra de lo que alguna vez fue, mientras yo no era más que un simple peón en medio de un complejo juego de ajedrez. Nuestras vidas, en teoría, debieron haberse separado en algún punto del camino, tomando rutas completamente diferentes. Pero el destino, con su caprichosa crueldad, se encargó de ponernos al borde de nuestros límites, una y otra vez. Y nosotros, quizás por una especie de masoquismo compartido, continuamos respondiendo a sus llamadas.
Su fortuna, su poder, no pudieron protegerlo de las cicatrices invisibles que lo habían marcado. Mientras tanto, yo navegaba mi propia tormenta de insignificancia, tratando de encontrar un propósito en un mundo que parecía decidido a hundirme. Nuestras diferencias eran abismales, pero algo, quizá la ineludible venganza y sus ramificaciones, nos mantenía ligados.
Simplemente víctimas del otro. Éramos cómplices, empujándonos mutuamente. Y así, continuamos dos almas dañadas en un mundo que parecía deleitarse en nuestro sufrimiento, buscando desesperadamente un final a la altura de nuestro tormento compartido.
El incesante dolor de cabeza me despertó, amenazando con aplastar mi cerebro. Mis ojos aún no querían abrirse, ya que me sentía tan cómoda como si estuviera durmiendo en plumas. A mi costado, un peso considerable descansaba sobre mí, o mejor dicho, me abrazaba. Mi corazón comenzó a desbocarse cuando bajé las manos y sentí unos brazos alrededor de mi cintura y un cálido soplo de aliento en mi nuca. Tragué duro y abrí los ojos de sorpresa. ¿Qué carajos había sucedido? Envuelta en las sábanas, me removí incómoda, tratando de liberarme de aquellos brazos que me envolvían. Al rebuscar en mi cuerpo, me di cuenta de que estaba desnuda. El miedo me invadió al no recordar nada de lo que había sucedido después de algunos tragos en la discoteca. Observé a mi alrededor; las cortinas estaban abiertas, pero esta no era mi habitación. Todo estaba destrozado, incluso había plumas de alguna almohada reventada esparcidas por el suelo.
Giré mi torso para ver quién era la persona acostada a mi lado, pero la sábana cubría su cabeza. Parecía estar en un sueño profundo, y cuando escuché un murmullo salir de su boca, solté un grito tan fuerte que lo desperté.
—No grites, me duele la cabeza —dijo con voz ronca, esa voz de recién levantado con resaca incluida. Cuando la sábana cayó, revelando aquel cuerpo esculpido y trabajado a la perfección, mi sorpresa se transformó en pánico. Solté otro grito.
—¡AHHH, OH POR DIOS! —Pero lo más impresionante fue el rostro de asombro de él. No entendí en qué momento me caí de la cama. Agradeciendo que era alfombra, apoyé mis codos para levantarme, sintiendo como una tonelada de agua fría caía sobre mí.
—¡AHHHHHHHHHHHHHH!
—Por el amor de Dios, no grites otra vez o la cabeza me va a estallar —rogó, mientras mi mandíbula temblaba. Sin levantarme del suelo, elevé la mano y mostré el anillo adicional que cubría mi dedo anular. Normalmente usaba el circonio que me había regalado en el dedo medio, pero ahora estaba en el anular, acompañado de un singular aro dorado. Incluso mi mano temblaba.
No fue solo el asombro de haberlo visto; los flashbacks comenzaron a inundar mi mente: la discoteca, el bar, el beso, el baile.
—Tú... tú... mano —tartamudeé, asomando mi cabeza por encima de la cama—. Muéstrame tu mano —dije, con el ceño fruncido y los ojos aún hinchados de haber dormido tanto. Elevó su mano derecha, incrédulo—. No, esa no —gemí, desesperada—. La izquierda.
Todo mi cuerpo comenzó a temblar cuando los ojos de Hassem se abrieron como platos. Nunca antes había visto esa expresión en su rostro. Se puso tan pálido que hasta el color de sus labios se desvaneció. Se levantó de la cama, respirando con dificultad. Aspiro asombrada, cubriéndome la boca.
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Árabe Encadenada A Ti [2]
RomantizmHassem juró que se alejaría de Alicia para mantenerla a salvo y así darle la oportunidad de una vida plena sin su sombra oscura. Pero el destino, en un capricho cruel, los reunió de nuevo en la vibrante y caótica ciudad de Las Vegas. Una noche de d...