Capitulo 13

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Hassem iba a ser padre. El dolor de la verdad me atravesaba como un cuchillo lento, profundo. Otra mujer que no conocía era su nuevo futuro, uno en el que yo no tenía cabida. Las palabras giraban en mi cabeza una y otra vez, como un eco incesante: Hasse ese hombre enigmático y fuerte había decidido su destino mucho antes de volver a encontrarnos y ya ninguno de los dos éramos los mismos. Ni lo sería jamás, por mucho que lo deseara. Su deber era más grande que nuestro amor, más grande que cualquier promesa. Ahora sería un Emir  para su nación  y un padre... para un hijo que no era mío.

Sentí como si todo dentro de mí se rompiera, cada parte de mi cediendo al peso insoportable de la realidad ineludible. Me aferré a la idea de que todo esto era un mal sueño, uno del que pronto despertaría. Pero no lo era. Era mi vida. Mi realidad.  Compuesto por un  divorcio próximo que se había programado desde antes de habernos casado por qué nuestro destino nunca fue estar juntos, ese final tan frío y definitivo, estaba a la vuelta de la esquina.

Nicolas y Malih estaban tras las rejas, la justicia había hecho su trabajo, pero ¿y qué? Mi mundo seguía desmoronándose. Lo que más me dolía no era perder a Hassem, sino perder lo que éramos, lo que habíamos sido. Él, mientras tanto, se encaminaba hacia una vida sin mí, mientras yo lograba mantenerme a flote.

Abrí los ojos, sintiendo la presión en mi pecho, como si el aire me faltara. La noche me envolvía, densa, interminable. Estaba en la habitación de huéspedes de Eric, un lugar que ofrecía refugio, pero no consuelo. Últimamente, el cansancio me dominaba, pero a pesar de todo cuando mi cuerpo cedía, mi mente no dejaba de torturarme. Dormía, pero no descansaba. Soñaba, pero no despertaba del dolor. Todo me recordaba lo que había perdido. Lo que nunca fue pero si existió.

Escucho dos toques en la puerta y después unas patitas naranjas aparecieron, me siento sobre la cama frotándome los ojos, Eric se había cambiado de ropa, ahora utilizaba una camisa blanca con pantalones azules de pijama y un suéter, mi gata Gertrudis entra en la habitación y con un salto ágil, se sube a la cama entre ronroneos rosándose contra mi una y otra vez.

— Pero que... com... — sonrió.—¿cómo llego aquí?— digo tomándola de las primeras patitas para posicionarla sobre mi regazo, ella se acurruca y sigue ronroneando mientras la acaricio.

—Hola.— dice Eric con un tono neutro pero cálido.

— Hola— musito.

— ¿descansaste? Te veías tan placida que decidí no despertarte para el almuerzo y resultó que pasaste de largo a la cena.— me muerdo el labio apenada.

— Lo siento mucho, estaba cansada.— adjudicó sin términos.

—  El señor Khalid vino a traer Gertrudis y tambien ropa para ti.— yo no tenía ropa en su casa, ni siquiera tenía en mi casa por qué la había perdido en el incendio así que obviamente fue a comprar con excusas para hablar.— parece que te estuvo llamando durante todo el día y como no le atendiste me contactó para saber si estabas conmigo.— se que mi expresión dice más de lo que digo.

— Entonces...— lo invito a que siga.

— Le dije que estabas aquí en mi casa, descansando desde esta mañana y insistió en querer hablar contigo, pero le dije que no era mi decisión así que te informaría de lo que sucedió y si es lo que quieres plantearíamos una reunión para que puedan conversar– se me seca la boca y estaba completamente agradecida con el.

— Yo... — estaba dudosa entre dejar todo así para no volverlo a ver jamás o... hablar para quedar en términos accesibles, tampoco quería explicaciones... se suponía que ambos estábamos lejos y cada quien era digno de hacer su vida, solo que yo no pude, aunque el si, y yo me sentía traicionada... solo por su engaño, no me molestaba su bebé, no me molestaba la otra mujer... solo que el lo supiera y que no haya tenido la fuerza de decírmelo, estaba tan perdida en mis pensamientos que cuando Eric habló otra vez tuve que pestañear varias veces para prestarle atención.

Árabe Encadenada A Ti [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora