Capítulo 14: Dolores guardados y sueños olvidados...

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*Flashback*

Caminé apresurado hacia donde estaba ella y, bajo la tenue luz de un bombillo, la acorralé en un callejón sin salida y lleno de basura, su mirada distante me atraía, un deseo incontrolable dentro de mí me decía que ella debía ser mía, forcejeamos y aunque el remordimiento me consumía –al mismo tiempo que el deseo– tuve que golpearla, palpé su cuerpo pálido con lujuria y comencé a desvestirla, al besar su cuerpo desnudo el deseo dentro de mi cuerpo exploto al exterior.

¡Él no la merece!

¡Jamás volverá a tenerla!...

Yo seré el dueño de su cuerpo así tenga que ser… a la fuerza...

*Fin de Flashback*


Jeremías pov:
¡Ah!... ¡Qué sueño tan extraño!, estoy tan confundido, los años pasan y los extraños sueños no desaparecen de mi mente.

¡Aún no puedo entenderlo!

Cada vez siento más reales estas visiones que tengo por las noches, he intentado pedirle a Dios, pero no sé cómo hacerlo, siento como si estos sueños quisiesen decirme algo, como si parte de mi vida estuviese oculto entre ellos, pero no lo sé... Hoy, a mis ocho años, no lo sé; al llegar a la sala veo a mi tía muy tranquila, quizás no lo recuerda –en verdad nadie se acuerda o… intenta acordarse que hoy estoy cumpliendo años–; vamos camino al colegio y no ha mencionado absolutamente nada sobre mí, es más parece que trata de ignorarme; al bajarme del auto que papá nos dejó al irse a España tan solo besa mi frente como todas las mañanas y se va nuevamente, la maestra ha preguntado si me siento enfermo, pero no le respondí.

No estoy enfermo.

Decepcionado diría yo, como todos los años, nadie en absoluto ha recordado mi cumpleaños.

No he podido contener mis delatadores sentimientos de ira y rencor conmigo mismo, y con la vida; arrugando fuertemente con mis manos las hojas de mi cuaderno, he dejado escapar unas cuantas lágrimas que temblaban en mis pestañas y ahora bañan mis mejillas sulfuradas por el dolor, la profesora pregunta por qué lloro y solo alcanzo a decir con voz casi apagada que nadie ha recordado mi cumpleaños, ni aun mi tía que es con quien vivo desde que mi papá se fue; todos ríen ahora, y se burlan de mi infelicidad, solo corro para no escuchar sus risas, la maestra corre tras de mí y a llegado al rincón donde me escondí detrás de la escalera, me abraza y dice con voz cálida en mi oído: “No llores más”.
“Feliz cumpleaños”


Mery pov:
He llevado a Jeremías al colegio, lo noté un poco extraño en su mirada, voy camino al cementerio a visitar la tumba de Alicia, ya son ocho años que han pasado desde su partida y aún puedo vernos jugando en el árbol del patio frente a nuestra casa, al otro lado de la calle, cuando éramos niñas y cuando papá y mamá nos llamaban para que fuésemos a almorzar… y ¡Ja…! ambas corríamos a prisa para tomar los mejores puestos en la mesa, aunque siempre nos sentábamos en el mismo lugar.

Yo le dejaba llegar primero a ella para que estuviese feliz y...

Pues, bueno, no puedo llorar más, no debo dejar que los malos momentos empañen los lindos recuerdos de ensueño que pasamos juntas cuando niñas, los amargos recuerdos de su muerte no pueden volver a perturbarme; al ver su tumba y saber que jamás volveré a tenerla conmigo entristece mi alma y digo:

–¡Ya han pasado ocho años desde que te fuiste! Imagino que ahora estas al lado de nuestros padres, espero seas muy feliz donde quiera que te encuentres –las lágrimas han  comenzado a salir– fue tan dolorosa y repentina tu partida y… –prosigo con voz quebradiza– estoy un poco, solo un poco molesta contigo –una risa irónica y ahogada sale de mis temblorosos labios–, pues no cumpliste el trato que teníamos de niñas: Yo sería quien moriría primero, pero tú... tú te me adelantaste, y sin haberte bastado con ello te fuiste sin despedirte, pero a pesar de todo eso: de tu falta de lealtad y del empeño que siempre tuviste en llevarme la contraria, tú sabes que te amo y cumplí lo mejor que pude con la promesa que te hice la vez que nos vimos y que nunca imaginé que sería la última ocasión que te vería con vida; ¡he cuidado siempre de tu pequeño hijo! Y… es importante… aunque quizás no, que sepas que Jaime se ha marchado, se ha enterado de todo exactamente como tú deseabas y segura estoy de que nunca volverá; aquí está la carta que dejó al marcharse y que he guardado desde hace tres años. Sabes algo –digo susurrando complaciente–, yo tenía razón; resultó ser un cobarde.

>>La carta, la maldita carta de despedida de tu Jaime, contiene palabras que no quiero repetir, pero expresan su profundo dolor...

Luego de desahogar mi dolor frente a su tumba, dejo la carta en el florero, mientras cambio las flores pálidas que puse por última vez, y lo sello con su tapa de cerámica.

Solo espero que el tiempo nos ayude a superar el dolor. 
Paso buscando a Jeremías.

Estaciono mi auto al pie del puente que nos comunica a nuestra casa y mientras camino por la calle de tierra, saludo con la mano a la señora Rita que con su sonrisa me alienta y anima, al llegar a casa a las 3.45 pm, después de cambiarse de ropa, Jeremías sale a jugar en el patio de enfrente en el viejo árbol que aún nos contempla inmutable ante los cambios del destino en esta solitaria calle sin salida en la que las casas cada día son más viejas y ya no las habita nadie.
Frente a nosotros del otro lado de la calle se han mudado unos brujos, pero nunca salen de su tenebrosa casa totalmente cerrada, evito, casi a toda costa, que Jeremías se relacione con los niños de allí, pues no les tengo confianza, aparte de la casa de ellos, la nuestra y la de la señora Rita; las demás no se han mantenido en pie, y están totalmente derrumbadas ¿el destino nos tendrá nuevos desafíos? No lo sé…


Jeremías pov:
El tiempo trascurre rápido y la vida cambia, hoy estoy cumpliendo 11 años y aún no he hallado la explicación a mis extrañas pesadillas, esta mañana he despertado más confuso aún, entre sueños me vi sentado sobre la cama mirando hacia el espejo cuando de pronto siento la presencia de alguien que se sienta a mi lado al voltear es mi madre quien ha venido a mí, dice:


–Acércate al espejo.
–¿Por qué quieres que vea hacia el espejo? –Digo un tanto confuso sin aún entender su propósito–.
–Tan solo mira dentro del espejo de… tu alma –Completa–.
–¿Qué ves ahora? –Prosigue–.
–Veo –Digo con extrañeza, pues esperaba ver mi reflejo– a mi tía Mery.
–Exactamente: tú eres como ella y ella como tú, ámale y cuídale.
–Vuelve a observar el espejo –Ordena nuevamente la mujer de ojos color del cielo.
–Estoy viendo… un hombre –Digo más confundido aún–, pero no soy yo, es otro hombre que no reconozco, sin embargo, el solo verle me produce una sensación, es como un presentimiento…, un déjà vu… como si… como si le conociese de algún lado y que es… que es alguien importante; ¿Quién es?
–Debes descubrirlo por ti mismo…

Al despertar intento moverme, con todo, mi cuerpo no responde, lanzo un grito sordo, que nadie ha escuchado y me paraliza el miedo, ¿Qué es lo que me ocurre? Mi vida cada vez es más extraña.

La Frontera del dolor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora