Capítulo 25: Ninfomanía escolar.

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…me siento un títere de mí mismo, de mis deseos, lo que no quiero hacer, eso hago…


Jeremías pov:
He vuelto a buscar a Alexandra, debo resarcir mi error, que tonto fui al rechazarla, ella al menos siente algo por mí.

–Alexandra discúlpame por lo de la otra noche en mi casa –Digo avergonzado–. Estaba un poco aturdido esa noche, ¡¿me perdonas?!

–Ahora sí me vienes a pedir que vuelva a estar contigo –Contesta ella molesta.

–Perdóname, sé que fui un imbécil por eso quiero remediar mi error.

–Está bien te perdono.

–Puedo ir está noche a tu casa.

–Allí estaré esperándote –Dice ella con picardía–, no faltes.

La tarde trascurre presurosa y ha llegado el crepúsculo; toco el timbre de su casa, y ella sale sonriente. De inmediato me besa y pasa sus brazos por detrás de mí cuello. Yo no puedo detenerla y camino con dificultad llevándola hacia dentro.

Comienza a desvestirme y yo le arranco la blusa de un tirón, ella en medio del éxtasis muerde uno de mis pezones que ella ha descubierto quitándome la camisa, mis manos comienzan a surcar su espalda, su piel se entrega a pleno estremecimiento.

–Sabía que vendrías otra vez y no ibas a aguantar el deseo de estar conmigo, pero tengo miedo... miedo a que me dejes –Espeta ella entre jadeos y gemidos.

–No tengas miedo, solo calla y disfruta del momento.

Ella muerde mis labios y sorbe un poco de sangre que sale de ellos, yo succiono su cuello y recorro su abdomen hasta su zona pélvica donde me desbordo por completo.

Le toco.
Le acaricio.
Y me sumerjo una y otra vez dentro de ella.
En una danza frenética de nuestros cuerpos que chocan sin querer parar.

–Todo fue genial –Dice ella ya calmada, pero aun sin poder moverse–. No sabía que tuvieses esas habilidades.

–Tú estuviste perfecta, pero ya es hora de irme –Digo abrochando mi pantalón.

–¿Volverás a venir?, ¿va a haber una segunda vez? –pregunta la profesora con tono de angustia.

–Quizás, hay muchas probabilidades, nos vemos luego –digo yéndome al cerrar la puerta.

No soy mucho de charlar después del sexo, solo me interesa el placer.

No creo realmente en el amor, creí en el amor de Eleiza y me traicionó, se marchó.

Prefiero solo vivir el momento.

Sé que Alexandra, mi alocada profe de Inglés se quedo con ganas de que la abrazara, que le contara más sobre mi vida.

Cosas de ese tipo.
Cosas que no quiero volver a hacer con nadie.

Pero…

Aunque me vea como un canalla, solo me importa el placer que el cuerpo de las mujeres pueden darme.

No solo el cuerpo de Alexandra ha sido mío.

Me he vuelto un  canalla.

Me he acostado con dos compañeras más del salón y otra chica que vive cerca de la plaza.

¿Qué me pasa? Este no soy yo o… sí.

Mi tía me ha sermoneado sobre lo que un hombre decente debe hacer.

Me ha reñido sobre mi mal comportamiento.

Pero siempre termina diciendo que quiere que yo sea feliz, sin importar qué.

Desde esa vez han habido otros encuentros aún más diversos y apresurados, donde nuestra imaginación no tiene límites, jamás pensé hacer este tipo de cosas, por momentos me desconozco como persona, me siento un miserable por fallarle a Dios, nunca creí llegar a esto, me siento lleno, pero a la vez tan vacío, quiero salir de esto, quiero parar y pedirle ella que no me busque más.

¡Quiero!, ¡quiero!, ¡quiero pero no puedo!

He llegado a maldecirme por esto, me siento un títere de mí mismo, de mis deseos, lo que no quiero hacer, eso hago; sin embargo, me siento genial, la adrenalina aumenta en cada encuentro:

En el baño de un restaurant, en la oficina de coordinación…; dejamos la clases a medias y corremos a hacerlo solo por unos minutos.

Y ella, ella está muy feliz, sin embargo, a veces siento que solo me usa como su objeto de placer, a veces yo la uso a ella, pero en fin no me disgusta esto en lo absoluto, otras veces lo hicimos en mi casa, el lugar ni el momento es un impedimento para nosotros, ya ni estudio mucho por estar con ella.

Llevamos cuatro meses de relación… o mejor dicho de locura.

Pero la frialdad se cierne sobre nosotros.

Solo es sexo, no hay palabras bonitas ni besos tiernos o cálidos, solo pasión desenfrenada y besos desesperados.

Como si tratara de desahogar toda mi frustración; busco deshacerme del sentimiento de melancolía que me provoca la ausencia de Eleiza, pero el vacío es cada vez más grande.

No me considero un santo o un religioso por así decirlo.

Sin embargo, siento que le fallo a Dios y a mis principios, Alexandra me ha vuelto una persona totalmente contraria lo que soy.

O mejor dicho, ha sacado lo más obscuro y sucio de mi alma.

No la amo.

Nunca la amaré.

Si sintiera el 5% de lo que siento por Eleiza no me acostará con otras chicas al mismo tiempo que con ella.

El frío es cada vez más fuerte y solo reímos y disfrutamos en los momentos que tenemos relaciones.

Parece que no soy yo.

Es mi alter ego.

Y acá estoy, nuevamente encima de ella, dentro de ella, la poseo y me posee.

Su cuerpo desprende un olor embriagador que me enloquece.

Su fragancia es seductora y su piel es tan suave bajo mis labios.

Le oigo gemir y pronunciar mi nombre entrecortadamente.

La embisto profundamente y me deslizó dentro de su cuerpo con suavidad.

Me derramó dentro de ella.

Me levanto para marcharme.

Pero me detiene antes que cruce el umbral de su cuarto.

Solo ahora puedo verle detenidamente: es preciosa, incluso un poco más bella físicamente que Eleiza; sus muslos son más grandes y tonificados, su cintura es estrecha y su abdomen sensacional, sus senos son normales.

Pero, hace cosas que no imaginaba que existiesen.

–Tengo una mala noticia –Dice después de acostarse conmigo.

–Que ocurre acaso...–Me anticipo a su respuesta, confundido– ¿no te gusta todo lo que hemos hecho? ¿Ya no eres feliz?

–No, no es nada de eso, de hecho, soy muy feliz.

–Entonces ¿Qué pasa? ¿Cuál es el problema?
>>¿¡Estas embarazada!?

–NOOOO… ni lo menciones, –Golpea mi pecho impulsivamente–. Él problema es que debo… (aunque me niego con toda mi alma) renunciar a está felicidad, porque me han transferido a otra ciudad, ya no seré tú profesora, me voy el fin de semana.

–Ya me parecía raro que tú estuvieras tanto tiempo a mi lado, pero está bien te extrañaré un montón, espero de todo corazón, es más lo añoro ¡No sabes cuánto! Que te valla bien.

–Entonces me iré tranquila –Dice besándome.

Parece que ya no me duele tanto, que la gente me abandone, sin embargo una sensación de soledad recorre mi estómago.

Le doy un breve beso fugaz.

Enciendo la luz y veo el desorden que hay por todos lados.

Tomo mi franela que fue a dar hacia el banco de madera que está al otro lado de la habitación, busco rápidamente mis botas que es lo único que me falta.

Y me marcho.

Una irónica lágrima se escapa de mis ojos.

Ya en casa comienzo a meditar y me doy cuenta que eso ha sido lo mejor.

Faltan 3 meses para mí graduación y no quiero verme envuelto en un drama de ninfomanía escolar.

La Frontera del dolor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora