Capítulo 26: Perdiendo los cimientos...

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...Pero jamás, ni en mi más asquerosa y aterradora pesadilla pensé oír lo que oí...

...Tan solo cenizas que se irán con el viento...

Jeremías pov:
Hoy podría decir que es el día más esperado por todo el colegio: el día de nuestra graduación.

Debería ser uno de los días más felices de mi vida, sin embargo no es así, estoy contento en cierto modo, pero también estoy triste; tengo un gran peso en el corazón.

Después de todo lo que ha pasado conmigo, me siento en una nebulosa.

Como flotando en mi propio mundo.

Hace tres meses Alexandra fue transferida a otro colegio.

Y bueno, yo...

He besado a una que otra chica, pero no ha pasado nada más.

Claro no todas han sido del colegio, he conocido chicas que se han vuelto mis amigas.

Pero casi siempre me he retraído y no las busco, no les hablo más.

He dejado atrás mi canallada y aquella vorágine de sexo que me consumía hace unos meses.

Gracias a los consejos y las lágrimas de mi tía.

Soy un solitario.

No hay nadie a mi lado con quien compartir la poca alegría que tengo, o como me gusta decirle: "la poca tristeza que tengo", los seres que alguna vez fueron o han sido importantes para mí, hoy no están a mi lado:

Mi madre, hoy está en el cielo o... en cualquier otro lugar..., aunque me gustaría que esté en el cielo; debe ser un bonito lugar donde pasar la eternidad.

Jaime, mi padre o... no sé si debería llamarle padre, también me dejó; tampoco Eleiza está aquí, ni aun mi tía Mery me acompaña en mi poca alegría, pues se encuentra enferma en casa y no pudo asistir; no tengo nada: ni madre, ni padre, ni novia; todos ellos me han dejado.

Desearía al menos ser como cualquier chico "normal" que recibe un abrazo de sus padres o de alguien que los quiere, mostrando orgullo por el logro alcanzado, pero en mi lúgubre caso no es así, ¡nunca es así!; por eso creo -y me han convencido las burlas, silencios y desprecios de mis "compañeros" - que: Ser distinto no es difícil, difícil es ser igual.

Estoy aquí, entre el bullicio de los chicos y chicas eufóricos de emoción por recibir un diploma, sentado en una butaca en medio de un gran teatro, el Teatro Armonía esperando mi turno para pasar al escenario...

El Teatro Armonía tiene más de 100 años de historia, una bella, esplendorosa y también trágica historia del teatro que resurgió de las cenizas, abierto el 5 de diciembre del año 1891 "El Templo de las Artes" ha dado muchos y bellos espectáculos, entre ellos la dramatización de la obra "Urupagua", del insigne escritor falconiano Agustín García.

En lo que antes era el Teatro Armonía se presentó el insigne poeta falconiano Elías David Curiel... Sin embargo, luego de una época de esplendor, una fatídica mañana del 31 de julio de 1945, cuando muchos corianos comenzaban a despertar de su acostumbrada siesta, las campanas de la Catedral y el humo que salía de los alrededores del de la Plaza Bolívar indicaban que un voraz incendio destruía el Teatro Armonía, el cual fue consumido por el fuego hasta reducirlo solo a cenizas.

Pasaron algunos años y, hacer resurgir de las cenizas el Armonía estuvo a cargo de José Espósito, un gran arquitecto que se dio a la tarea de volver a erigir de entre los escombros este prestigioso lugar.

Cuando escucho toda esa historia, me siento como este teatro, alguien que ha renacido de entre las cenizas para dar lo mejor de mí, sin embargo aún hay escombros de mi alma que arden a mi alrededor.

La Frontera del dolor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora