Capítulo 8: Recordando pero intentando olvidar.

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"...y al parecer los gratos recuerdos, desgarran más el alma que cualquier navaja de este mundo..."




Jaime pov:



Al terminar de leer estas líneas confesoras del dolor de Alicia, mi esposa, puedo entender cómo se sentía en aquel momento y... que todo lo hizo para protegerme y ahora...



¡Ahora me siento tan miserable al haber dudado de ella y creer que me engañaba con otro hombre cuando sentía su rechazo!



Tan solo quería resguardar mi vida -que ante su sacrificio no vale nada-, pero no entiendo aun cuando dice: "aquel suceso innombrable" ¿a qué se refiere con eso? Y de qué debo yo perdonarla y lo más importante ¿qué es eso que aún no sé?...


¡¡Dios mío ayúdame a entender!!


Intento seguir leyendo y descubrir eso que desconozco, pero el sonido del herrumbroso timbre, interrumpe ahora mismo mis manos ansiosas por seguir hurgando este misterioso y revelador diario de mi amada Alicia, cierro rápidamente el cofre y lo echo con el pie dentro del sótano y cierro la puerta, y con el corazón acelerado corro hacia la entrada, al abrir la puerta, es Mery quien vino a buscar a Jeremías para ir al parque.


Con todo esto del diario por poco lo olvido.


Me estoy volviendo un poco paranoico, bueno un poco no, muy paranoico diría yo.



-Hola Mery ¿cómo estás? -digo aun jadeando por el susto-.


-Yo bien, pero por lo visto tú estás como nervioso ¿te pasa algo?, ¿estás bien? -pregunta ella confundida-. ¿Puedo entrar; Jeremías ya está listo?


-¿A mí? A mí no, para nada, vale, no me pasa nada; deben ser cosas tuyas, Alicia también era así, le gustaba mucho adivinar los pensamientos con solo mirar mi rostro, pero no te preocupes, no te preocupes, no es nada; ya te llamo a Jeremías -digo evadiendo sus preguntas-. ¡¡Jeremías ven acá!! Tu tía Mery llegó por ti.


"Voy, ya voy" se escucha desde adentro decir a Jeremías.


-¿Puedo acompañarlos al parque?, necesito hablar contigo -digo esta vez en tono serio-.


-Claro no faltaba más, pero... ¿y ese tono serio por qué?, no me lo quieres decir, pero te pasa algo Jaime, tú no eres así, estas raro vale dime de una vez -Me acosa Mery con su análisis de conciencia que me deja casi al descubierto-.


Aún no he dicho ni una palabra y Jeremías nos interrumpe diciendo: "Ya estoy listo vámonos".




Mery pov:


Noto extremadamente serio a Jaime, qué le pasará y... ¿Qué es eso tan importante que quiere hablar conmigo?


Durante todo el camino no dijo ni una palabra, siempre con la mirada fija en la vía, los minutos se hicieron eternos entre él y yo por el frio silencio y la tensión que se cernía sobre nosotros.


Al llegar al parque; nos sentamos un momento en la fuente, pero Jeremías nos pidió que subiéramos a los médanos; al verlo correr me da tanta nostalgia de tan solo pensar cómo se sentiría Ali en estos momentos, al verlo subir con dificultad las dunas de arena y dejar sus pequeñas huellas marcadas en fila india una tras otra; quizás se reiría, lloraría de emoción, lo besaría, lo abrazaría fuertemente y no lo dejaría ir ni un instante, lo protegería con su vida.


Pero no puede, no puede pues... está muerta, y ya nada puede hacer desde el sepulcro.


-¿Qué tienes Mery? -Pregunta Jaime amagando un abrazo que se cohíbe a darme-. ¿Por qué lloras?


-Pienso en Alicia -Balbuceo como una niña, secando mis lágrimas con el pañuelo que él me ofrece.


No dice nada, pero su rostro refleja que un nudo se ha formado en su garganta.


"mi Alicia" le oigo susurrar.



Sentados bajo la sombra de un cují y contemplando la inmensidad de este lugar, veo claramente resbalar una lágrima por la mejilla de Jaime que en silencio contempla con amargura todo el escenario lleno de recuerdos, lo percibo en su nauseabunda mirada que con desgano levanta para silenciar los clamores de su alma y así poder contener el llanto.



Al bajar el sol nos vamos hacia la fuente nuevamente que esta vez está alumbrada por luces de variados colores y nuevamente el semblante cabizbajo de Jaime, me desanima.


Bueno en verdad lo entiendo, pues todo está lleno de recuerdos, y al parecer los gratos recuerdos, desgarran más el alma que cualquier navaja de este mundo.



-Sabes, aquí fue donde Alicia y yo nos conocimos, hacen ya 13 años, en noviembre 1977 -dice él pensativo-. Nos tropezamos por casualidad y el destino nos unió, desde ese momento yo no paré de buscarla hasta que supe que estudiaba en la tercera sección después de mí, cuando eso estábamos en 2do año.


>>yo estaba en la sección "B" y ella en la "E" y aunque estudiamos en el mismo liceo no sabía nada de ella, excepto su nombre: "Alicia".


>>Cuando me enteré por boca de un compañero que ella estaba en esa sección, hice hasta lo imposible para cambiarme al salón de ella, no te digo que hasta llegué a entrarme a golpes con otro estudiante, jajaj le partí la boca jajaj, todo para que me cambiasen, hasta que por fin lo logré, y poco a poco la fui conquistando y bueno... pues el resto tú lo conoces de sobra ¿no?


-Claro, claro que lo sé, desde luego Ali me contó todo: de cómo se conocieron y de que insististe tanto en conquistar su amor, hasta que lo lograste -repongo con una sonrisa-.


-Con respecto a lo que quería comentarte -dice nuevamente serio-. Es que ya lo sé todo, o al menos una parte de la verdad.


-Entiendo, así que por fin has leído el tan enigmático diario de mi hermana -comento siendo sensata igualmente-. Desde hace muchos años esperaba esta conversación, pero temo decirte que no soy yo quien esté en posición de revelarte eso que mi hermana te ocultó.


-Leí su diario y supe que su rechazo hacia mí se debía a que tenía gonorrea y tan solo estaba protegiéndome -interrumpe él, impidiéndome que diga algo fuera de lugar-. Pero lo que no entiendo es qué es eso que aun yo no sé, y que, obviamente es muchísimo más grave que el hecho de que ella tuviese gonorrea.


-Papá, papá vamos por un helado -dice Jeremías como salvándome de la desgarradora interpelación de Jaime.


-Desde luego, vamos yo invito -dice Jaime como olvidando el motivo de nuestra conversación-.


-Yo quiero uno de chocolate -grita emocionado Jeremías.


-El de chocolate es bueno, pero el mío es mejorrr jajajaj -dice Jaime jugando con Jeremías mientras lo alza en brazos-.Compraré uno que se llama TORNADO: chocolate, mantecado y maní, jajaj yo gané pequeño.


-No papá, no se vale, no, no; siempre ganas tú -refunfuña Jere-, yo quiero uno de ese, dile tía, dile.


-Jaime por favor no hagas llorar al niño.


-Y... ¿cuál vas a querer tú Mery? -pregunta Jaime.


-Yo quiero uno de chicle.


-Bueno, veamos -dice Jaime frotándose las manos con una sonrisa maliciosa que le ilumina el rostro-, chocolate para Jere, chicle para Mery y Tornado para míiiii jajaj.



Luego de comernos el helado -Jaime tuvo que darle del suyo a Jeremías- nos hemos venido a la casa.


Siempre Jaime, siendo un padre ejemplar, aunque su mundo se esté haciendo añicos por dentro o por fuera, él está firme ante Jeremías, aunque por las noches se desmorone sobre su cama en aquella habitación fría de nuestra casa.


La Frontera del dolor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora