Cap: 38 Rivalidad y amenazas.

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Narra: Adaria

Leí la nota repetidas veces para confirmar.

La incredulidad me envolvía mientras pensaba: esto debe ser una pesadilla. No podía ser real. Se suponía que él pensaba que estaba muerta. Se suponía que él nunca debería haberme encontrado. Se suponía que nadie que era de ese lugar debería reconocerme.

Pasé mis dedos por mi cabello desordenandolo, sacudiéndolo nerviosamente mientras mi mente luchaba por encontrar respuestas.

La nota estaba ahí sin remitente ni nada, pero sé que es él, lo reconozco, siempre intercambiabamos notas para encuentros secretos, conozco su letra.

Tengo compatibles, me dije a mí misma, intentando calmarme.

Quizás eran palabras vacías, un intento desesperado por asustarme, por hacerme sentir vulnerable, para llegar más fácil a mi y poder llevarme consigo.

Pero la preocupación persistía: ¿cómo había logrado encontrarme? ¿Cómo se había enterado de que aún estaba viva? ¿Quién le habría dado pistas sobre mi paradero?

Cada pregunta se amontonaba en mi mente, sin respuestas claras, sólo una creciente sensación de pánico. ¿Sería capaz de secuestrarme? La idea de ser capturada por él me paralizaba.

Pero, en el fondo, sabía que tenía que prepararme. La pesadilla, al parecer, solo había comenzado.

Pero no dejaría que él me tuviera de nuevo.

No caeré en nada.

Aunque sé que él es capaz de matar a todos los cercanos a mi.

Se qué, si se acerca a mí es que se trae algún plan macabro entre manos.

Sentí a alguien detrás de mí y me sobresalté, pero reaccioné rápido y lo inmovilicé con una llave, quedando encima de él en la cama.

—Maldición — escuché su quejido. Era Aydan.

—Maldita sea — susurré, aún sobre él —. Me has asustado.

—Lo sé. ¿Qué te trae tan distraída? —me preguntó, mirándome fijamente con una mezcla de curiosidad y frialdad.

— Nada importante — respondí, bajándome de encima de él, escuchando un gemido de su parte—. Lo siento.

Antes de que pudiera tocar el suelo, Aydan me agarró por la cintura con un brazo firme, y me sentó en su regazo.

— Así te ves mejor — dijo, mirándome con una sonrisa traviesa. Nuestros rostros estaban tan cerca que podía sentir su aliento cálido contra mi piel.

Nuestros labios se rozaban, pero antes de que pudiera haber un beso, el sonido de una llamada en su celular nos interrumpió. Aydan, colgó la llamada y me besó con fervor, beso que respondí de la misma manera.

Pero el celular volvió a sonar y, aunque intenté ignorarlo, el sonido persistente me hizo apartarme.

— Debes contestar, puede ser una llamada importante — le dije, separándome de él. Aydan resopló, con un poco de molestia, y tomó el teléfono.

Bajé de su regazo, dándole la espalda mientras se atendía la llamada. Me dirigí hacia la cocina, donde encontré a Seath, que estaba esperándome con una pequeña sonrisa.

— Pensaba que no ibas a venir — dijo él, con un tono ligero.

— Ya estoy aquí  — respondí mientras me acercaba.

Comenzamos a buscar los ingredientes y a cocinar juntos, la familiaridad del proceso aportaba un leve consuelo. Kian también estaba presente, pero se limitaba a observarnos, su mirada curiosa reflejaba una mezcla de interés y desaprobación en algunas ocasiones cuando Seath cometía algún error.

Amor sangriento (Compatibles) Libro:#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora