Capítulo 9

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*Guido*
Cinco largos días después, Isabel me llama para, al fin, darme novedades sobre Leo.
— Pero dónde está.
— Acá, en Buenos Aires. Estuvo en una provincia.
— Bue… en una provincia —burlé, enojado—. Ni siquiera puedo saber qué provincia pisó, ¿Todo es un misterio para mí?
— Bueno Guido, no me rompas más las bolas ¿¡Sabes!? Son cosas que me pide Leo, yo solo la respeto. Me vuelven loca los dos, necesitamos paz.
Mierda, tiene razón. Pero me desespera verla, saber cómo está.
Evidentemente tengo que bajar unos cambios porque Leo me sigue alejando.
— ¿Estás ahí?
— Sí, sí… Sí, perdón. Es que tenés razón. Tengo que ser paciente y aparte vos no tenés nada que ver.
Suspiró profunda y cansada.
— Me dejó una carta para vos, podes venir a buscarla a la academia hasta las siete.
— Una carta —pensé en voz alta.
— Si… es… Preparate para lo que vas a leer ¿Si?
Sus palabras me conmovieron y asustaron mucho. Aparte ¡Leyó mi carta!
— ¡Leíste la carta!
— Me escribió una a mi también, tarado.
— Uh, perdón… Es que me pone tan mal todo esto. Perdón y gracias. En unas horas voy.
— Listo. Te espero. Nos vemos Guido.

Cortamos y me quedé totalmente tildado ¿Qué voy a leer en esas cartas? Si todo este tiempo vi lo aberrante que es su vida ¿Puede haber sido aún peor? Me hace muy mal de solo pensarlo.

— Eu ¿Todo bien boludo? —Gasti me habló para que vuelva en sí.
— No… Bah si… Que se yo.
— La tenes re clara eh.
Se rió y se agachó a abrir el Pro Tools en la computadora.
Yo me preparé para grabar unas batas.

*Leonora*
Volví hace dos días pero a Isabel le conté anoche en la madrugada.

No saben lo que fue volver a mi casa.
Volví perseguida. Sentí miradas a mis espaldas y pasos pisando los míos.
El fantasma de Leandro está presente a cada paso. Pero de a ratos me siento libre.

Les juro que lo primero que hice, cuando me instalé en casa, fue desaparecer todas sus cosas. Llegué a quemar nuestras fotos.
Fue horrible cuando deseé que él arda, porque me siento igual que él cuando deseo su dolor, pero Leandro no es una persona, es una bestia.

Después, sentí alivio. Sentí que mi casa ahora tiene luz, o hay un espacio nuevo para llenar de luz.
Ese espacio soy yo, definitivamente.
Descubrí que me gusta leer en la cama, sentada como indio. Que amo escuchar música mientras me baño. Que salir al balcón a tomar aire en cualquier momento del día y jugar con Rubio me reconforta. Y que después de las 17 mi cuerpo necesita un té con limón. Tantas cosas que nunca supe de mí.
Pero también descubrí algo terrible... Que odio verme al espejo. Trago saliva y odio cada vez que me veo espejada.
Creanme que tapé los espejos que no pude sacar y los demás… los guardé en cajas.

Hoy ya me siento un poco mejor.
Amanecí abarcando más espacio de la cama y enlongué en ella. Algo que nunca habia hecho en la cama porque a Leandro no le gustaba.
Morí de ganas de bailar pero el moretón de mi pierna me preocupa, prefiero cuidarme.
Así que la llamé a Isabel para avisarle que no bailaría hoy y de paso le dije si quería venir a verme.
Vino corriendo literalmente.

Les juro que quise contarle más, abrirme más, pero me es tan difícil.
El silencio es un lugar habitual en mí.
La frialdad también. Me siento congelada en el tiempo.
Mientras Isa es pura luz y calor, yo soy opaca y fría. Hasta rígida.

Lo que más me costó fue darle las cartas. Sentí dolor cuando las tomó, me arrepentí al instante, quise arrebatarlas de sus manos, pero pude contenerme y ver que esto es lo mejor.

Más tarde almorcé mientras miré un espectáculo en el Ópera Estatal de Viena. Cuando después de matarnos y audicionar dos veces ganamos el privilegio de bailar en esa sala.
Allá por el 2006. Años en los que Leandro había desaparecido. Nunca su fantasma pero sí su presencia.
En 2008 volvió a mi vida y no sé cómo lo permití…
A partir de ahí todo es gris. Y sólo me dediqué a la academia y al Colón, lugares que amo profundamente, pero mis mejores años como bailarina los dejé ir por Leandro.
Solté el llanto al asumir esto. Lloré con mucho dolor. Mojando toda mi cara.
Pero otra vez apareció esa melodía de piano en mi cabeza, otra vez.

𝑀𝑒 𝐺𝑢𝑠𝑡𝑎 𝑉𝑒𝑟 𝐶𝑢𝑎𝑛𝑑𝑜 𝐵𝑎𝑖𝑙𝑎𝑠 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora