Capítulo 8

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Nunca, en 311 días de estar atrapado en esta pesadilla, había deseado menos ver esta mesilla.

Beau Dupont. Tengo que encontrarlo. Ahora.

Salgo de la cama en calzoncillos, pero me hielo al sol de primera hora y no sé por dónde empezar. ¿Me acerco a la pastelería Ben's Everything Blue? ¿A los cines Splendid y le espero en la azotea? Si le hubiera pedido su número, todo sería mucho más sencillo. Bueno, mi móvil no habría guardado un contacto del día 310, pero podía haberlo memorizado. ¿Por qué coño no se me ocurrió?

No, sería una estupidez intentar buscarlo primero en los sitios a los que fuimos de «recados». Beau dijo que era un nuevo estudiante en Rosedore, así que lo más seguro es ir al instituto.

Pero de nuevo me lo planteo: ¿por qué no lo había visto en mis anteriores 309 días de hoy? ¿Por qué apareció de pronto? Si su primer día de clase era el 19 de septiembre, debería haber llegado a última hora a la clase de matemáticas de Zebb 309 veces antes de decidir ponerse a dar brincos entre los pupitres y provocar el caos. Esto es distinto. Él es... distinto.

¿Por qué estuve tan dispuesto a seguir el consejo de la señora Hazel e intenté ser su amigo, para empezar? ¿Y por qué me pidió que no le olvidara el último instante que pasamos juntos?

Un segundo.

Contengo el jadeo al rememorar el instante.

La mirada sombría que puso cuando se dio cuenta de que eran casi las 23:16 no era normal para estar simplemente mirando la hora. La seriedad con la que me suplicó que no le olvidara... ¿La forma en que me besó, tan tranquilo, justo cuando un poli estaba a punto de darnos una paliza? Solo alguien consciente de que le quedan unos segundos podría besar así en esa situación.

Beau Dupont está atrapado en mi hoy. O yo estoy atrapado en el suyo.

Tiene que ser así.

Debería haberlo sospechado antes, la verdad. Alguien que roba coches sin miedo, que conduce por la autopista a ciento sesenta y se baña desnudo en una playa pública a plena luz del día es exactamente el tipo de persona que sabe que no habrá repercusiones al día siguiente. Yo, más que nadie, debería haberlo adivinado en cuanto vi las llaves del coche del profesor Zebb en manos de Beau.

Pero si él también está atrapado en el día de hoy... ¿por qué nunca le había visto? Y si estamos juntos en esto, ¿podríamos averiguar cómo escapar? Necesito encontrarlo. Ahora.

Me muevo por la alfombra tan disparado como un electrón mientras un tsunami de opciones estalla contra mi cerebro. Cada vez que me invade una ansiedad tan grande que no sé ni por dónde empezar, intento recordar el consejo que me dio la señora Hazel en una de las primeras sesiones.

Haz una lista de lo que tienes que hacer, recuerdo que me dijo. Ya sea en papel, en pantalla o mentalmente. Y empieza primero por la más fácil.

—Ropa —⁠pronuncio en voz alta⁠—. Ponerse ropa.

Eso soy capaz de hacerlo.

Una vez vestido, voy literalmente corriendo hasta el instituto. Nunca en mi vida había corrido más rápido ni llegado más temprano.

Abro de golpe la puerta de la secretaría.

⁠—¡Ey, ey, ey! —⁠exclama la secretaria, revolviéndose en su silla como si la estuviera atacando.

—Hola, señora Knotts —⁠saludo, con la cara empapada en sudor⁠—. Tengo que hacerle una pregunta. ¿Sabe si...?

—Primero, tranquilízate —⁠me aconseja con las manos en alto, exigiendo que vaya más despacio⁠—. Clark, es lunes a primera hora. Aún no tengo suficiente cafeína corriendo por las venas para procesar lo que quiera que vayas a decirme.

Drops of Time TogetherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora