capítulo 25: you called

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Max Verstappen

Oh joder. Esa era la única palabra que tenía para explicar todo lo que tenía en mente. Juro por Dios que pensé que no estaría allí, que habría ignorado mi tonta petición que había salido de un arranque de valentía.

Porque sí, me molestaba pensar en todas las veces que había estado en el garaje de Lando, de Charles, incluso de Lewis. Lo sabía porque mis ojos siempre estaban en ella. Porque cada vez que su imagen salía por las pantallas a través del circuito tenía que mirarla. Y siempre apoyando a otro. Nunca a mí.

Pero esta vez no. Esta vez la tenía allí, en mi habitación, esperando por mí y solamente por mí. Y solamente ese pensamiento me hacía tener el pie pegado al acelerador, actuando como un loco mientras escuchaba la voz de GP gritándome en la oreja.

—¡Son sólo unos putos libres, Max! ¡No puedes estrellar el coche en el primer día!

Casi me daban ganas de sonreír, porque podía imaginar perfectamente la cara de Clara oyendo las radios.

—¿Acaso dudas de mis habilidades, GP? Solamente tomad notas para la clasificación de mañana. Estoy seguro de que esta información es útil.

Y seguí. El coche era inconducible pero lo estaba domando. ¿Qué se iba en las rectas? Pues forzaría la dirección, frenaría antes, y recuperaría las décimas perdidas acelerando más. ¿Que frenaba a trompicones? Cambiaría la trazada a una menos arriesgada, menos ajustada.

Mi mente estaba al mil con tantas ideas, estrategias, y con una persona detrás de todas ellas. Necesitaba acabar solo para verla. Porque ahora sabía que estaba esperando por mí.

La emoción que sentía en mi cuerpo. Los cosquilleos en los dedos. El nudo en el estómago que me tenía con una sonrisa debajo del casco. Esa niñata era jodidamente peligrosa. Lo sabía el primer día que la vi, campando a sus anchas por el paddock como si fuera suyo. Tal vez era suyo después de todo. Tal vez yo comenzaba a serlo.

Bajé del coche a toda prisa, tirando el casco a dios sabe donde. No tenía nada más que hacer. O más bien, me daba igual lo que me dijeran que tenían que hacer. GP me había dejado en paz, especialmente porque sabía que incluso con los riesgos, sí que les había dado información útil para el día siguiente.

Mi entrenador sí que me estaba llamando para Dios sabe que, pero con un rápido:

—No.

Lo había ahuyentado.

Apenas había comenzado a desabrochar el collar del traje cuando estaba abriendo la puerta. Y allí estaba. Peligrosa como el fuego. Sentada en el sofá, piernas cruzadas, y con otra cerveza que no tengo muy claro de donde había sacado. Me miraba, con los ojos bien abiertos y una sonrisita que me revolvía por dentro más de lo que me gustaría admitir.

—Parece que has corrido para llegar.

—Correr es lo que hago para vivir.—Respondí, ni siquiera pensando en negarlo.

—¿Tan ansioso estabas de verme, Verstappen?—Vaciló. Pero era cierto.

—Quería venir antes de que acabases todas las cervezas.—Aunque no iba a admitirlo con tanta facilidad.

Ella rió, ofreciéndome la lata que hace solo unos segundos había estado entre sus labios. Unos que sabía perfectamente lo adictivos que podían ser.

Empezaba a comportarme como un maldito adolescente hormonal.

—Toda tuya. Aún está fría. Puedes saborearla, se la he robado a tu competencia.—Quise reír al ver el nombre de Peroni escrito en el recipiente. Le di un trago largo, agradeciendo el sabor amargo mezclado con lo agradable del líquido fresco. Sabía a gloria.

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⏰ Última actualización: 6 days ago ⏰

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out of control | max verstappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora