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𝐌𝐈𝐀
Habían pasado ya unos días desde que Victoria y sus amigos se fueron, así que al menos aquí me encontraba sola, y lo estaría aún más después de lo que iba a hacer en unos minutos.
Estaba sentada en una cafetería mientras esperaba a que llegara Andrea. No había razón para esperar más tiempo para hablar con ella cara a cara y enfrentarla así que tome el valor necesario y la llame.
No paso mucho tiempo cuando aparece en mi campo de visión, con su típica postura sintiéndose mejor que resto.
— ¿Ya se te bajo la demencia? — pregunta una vez que llega a la mesa y se sienta frente a mí — Espero que ya no hagas acusaciones a lo estúpido solo para buscar excusas para regresar con Daniel.
— Tranquila, no volveré con él. — digo seria — Pero hay otra cosa que tengo que decirte.
— ¿Es sobre Miko? — dice curiosa.
— No. — niego —es sobre ti.
Me mira con el ceño fruncido.
— No te voy a quitar mucho tiempo — comienzo a explicar— Se que fuiste tu quien hizo que terminara con Daniel desde un principio, Y ni siquiera no trates de negarlo, porque ya no te voy a creer. Así que voy a ser rápida, agradezco todo lo que has hecho por mi este tiempo, pero ya no te necesito más y después de que hiciste no me queda más remedio de despedirte.
Puedo ver como su expresión cambia a una confundida. La había tomado por sorpresa.
— ¿Es neta que le vas a seguir creyendo a ese wey? — ríe sin gracia.
— ¿Por qué te empeñas en seguir con este juego? ¿No te cansas? — pregunto frustrada — Ya se la verdad, deja todo eso.
—¿Por qué? — pregunta obvia, mientras pequeñas o lagrimas silenciosas caían de sus ojos— ¡Siempre tienes todo lo que quieres! Yo estaba enamorada de él, desde antes de que si quieras lo conocieras y me lo quitaste.
— ¿Solo por eso? — pregunto con burla — ¡Yo ni siquiera lo sabía!
— ¡Claro que sí!
— No, me dijiste que era tu amigo no que sentías algo por él. — me defiendo. — si me hubieras dicho no lo hubiera hecho.
Me parecía de lo más tonto, e incluso un poco infantil que haya hecho todo esto solo por algo que había pasado hace años.
— Tal vez, pero, aun así, te mereces que todo esto te pase. — dice.
La miro con el ceño fruncido.
— ¿Por qué? Yo no tengo la culpa de que Daniel nunca se haya fijado en ti. — respondo.
Andrea rueda los ojos.
— Tu no vas a despedirme, y si lo haces... — intenta amenazarme.
— ¿Vas a hacer qué? — la interrumpo — No me importa lo que hagas de cualquier forma, ya te despedí.
