¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
𝐌𝐈𝐀
— Nadie te está obligando a hacer esto, lo sabes ¿cierto? — me recuerda Santi, a mi lado. —Aun puedes cambiar de opinión.
Llevábamos unos cuantos minutos esperando en el restaurante en el que habíamos acordado la reunión y no dejaba de pensar en cual sería el truco esta vez.
Había aceptado reunirme con mi mama para al fin cerrar ese capítulo y en parte por la confianza que aún le tenía a mi papa, había decidido creer en su palabra de que ella no tenía malas intenciones, pero después de tanto ya no estaba tan segura de eso.
— No, ya estamos aquí. —le respondo. Nuevamente agradecía que Santiago haya venido conmigo, así si su objetivo era secuestrarme, no solo me llevaría a mí.
Santi asiente.
—Todo va a salir bien. —me dice para tranquilizarme — ¿Que dice tu novia sobre esto?
Desde que le había dicho que ya habíamos formalizado nuestra relación no había parado de llamarla de esa forma.
—No le he dicho a Victoria. — admito. No había podido hablar con ella sobre esto, no porque no quisiera si no porque nuestros tiempos no habían podido coincidir, además de que era algo que no tenía contemplado, de cualquier manera, sabía que ella apoyaba mi decisión.
Santi estaba a punto de responder cuando en su lugar me hace una seña con la cabeza en dirección en la puerta.
Con los nervios al tope, me giro a donde me dice y la veo entrar.
Había cierta determinación y nerviosismo en su rostro cunado su mirado se encontró con la mía.
¿Ya era muy tarde como para poder escapar?
Mi mamá camina lentamente hacia nosotros y toma asiento en el lugar que había frente a mí.
—Mia, — saluda, su voz sonaba temblorosa. No quería ni imaginarme como estaba la mía — Gracias por venir y aceptar escucharme.
— Supongo que era necesario. — digo, para después hacer una mueca.
Su mirada se posa en mi amigo.
— Santiago. — dice en forma de saludo.
Él le responde con un mal intento de sonrisa, para luego comenzar a levantarse de la silla.
— Las dejo solas. — murmura.
Abro la boca indignada e intento detenerlo tomándolo del brazo, pero con la suerte que me cargaba no lo logre.
Traidor.
— Mia, se entiendo que esto pueda parecer difícil, pero en verdad quería verte, — comienza — He estado pensando mucho las cosas.
— ¿Cuál es el truco esta vez? —me atrevo a preguntar.
— No hay ningún truco. — me asegura —En verdad lamento todo lo que te he hecho pasar, por como reaccione en diferentes ocasiones.
