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𝐌𝐈𝐀
Sentía que me faltaba el aire.
No podía hacer esto.
Me doy la vuelta, dándole la espalda a la puerta de la casa de mis padres, dispuesta para irme. Tenía una mala corazonada con esto.
Después de varios días llenos de insistencias por parte de mi hermana para venir a comer a casa de mis padres, no me quedo de otra más que aceptar.
Apenas pongo un pie lejos de ahí, cuando escucha la puerta abrirse.
— ¿Mia?
Me siento aliviada al escuchar la voz de mi hermana.
— ¿No vas a entrar? — pregunta.
— Ya me arrepentí, no creo que sea una buena idea. — admito.
— Mia, ya estás aquí. — dice — Dale una oportunidad.
Asiento dudoso.
— Bien, pero si dice algo que no me gusta me voy. — advierto.
— Yo misma te saco de ahí, pero por favor entra. — acepta.
No me sentía muy segura de hacer esta, pero Danna tenía razón tal vez tenía que darles otra oportunidad.
Había pasado mucho tiempo sin venir, que cuando entramos a la casa, no pude evitar sentirme un poco nostálgica por todos los recuerdos que me traía regresar aquí.
— Mamá está en la cocina. — me avisa Danna.
— ¿No vienes? — le pregunto.
Danna niega.
— Me dijo que quería hablar contigo a solas. — dice.
La miro nerviosa.
— Tranquila, — pone una mano sobre mi hombro para darme apoyo— no creo que vaya a ser tan malo.
Asiento resignado y voy en camino a la cocina donde se supone que estaría mi mamá.
¿Qué podía salir mal?
Que equivocada estaba.
— Ya estoy aquí. — anuncio — Danna me dijo que querías hablar conmigo.
Mi mama se da la vuelta con un intento de sonrisa en su rostro que parecía más una mueca.
Me sentía bastante extraña con todo esto.
— Si, esperaba hablar con ambos, pero creo que eso no se va a poder hasta que llegue. — dice.
Frunzo el ceño.
— ¿Ambos? — pregunto confundida, no estaba entendiendo nada.
— ¿Me ayudas con esto? — me entrega un tazón con comida, evitando mi pregunta — Llévalo a la mesa.
