Aún te amo

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El verano avanzaba entre el calor del día y de la noche, gire varias veces en mi cama la ventana abierta no estaba siendo eficiente, me levante para ir por vaso de agua con bastante hielo, al salir de mi habitación note que la puerta de Jeon estaba abierta, me acerque para cerrarla fue cuando note su silueta en la cama, solo la sabana tapaba su parte baja, no pude evitar sonrojarme al verlo, su ancha espalda, sus largas y formadas piernas un deleite para mí.

Verlo durmiendo, escuchando su característico ronquido, me hizo retroceder en el tiempo, cuando era un adolescente, y me escabullía en las noches para velar su sueño, era un pequeño acosador, pero no podía evitarlo para mi Jungkook siempre sería el hombre más guapo de este mundo.

En los casi 3 meses que ya llevábamos viviendo en la mansión habíamos vuelto a interactuar con más confianza, sin embargo, éramos como dos amigos compartiendo unos momentos agradables, pero de nuestro matrimonio nunca hablamos, decir algo sobre que pensábamos de aquello, era prohibido, nos habíamos impuesto dejar el tema sin siquiera decidirlo, simplemente empezamos a vivir como si nunca nos hubiéramos casado, y eso me perturbaba a veces, ¿qué pasaría si Jeon encontraba a alguien más?, ¿ahí si tendría que firmar el divorcio?, no, no, no podía seguir llenándome la cabeza de dudas era mejor dejar las cosas así.

 El viento desde el ventanal hizo lo suyo arrollando la sabana de Jungkook dejándome ver tu trasero, sonreí ante eso, muchas veces lo había deseado cuando lo espiaba en el pasado, que un viento me hiciera el favor de levantar las sábanas, ahora sin pedirlo simplemente pasaba.

Baje a la cocina después de acomodar la sabana en el cuerpo de Jungkook y cerrar la puerta, saque un vaso con bastante hielo, le puse agua necesitaba bajar mi temperatura, la notable erección que me deje después de ver a Jungkook dormido debía pasar, si o si no tendría que darme atención a mí mismo, me fui directo a los ventanales de la sala de estar, la luna sencillamente lucia majestuosa aquella noche, la sala de estar tenía una vista maravillosa hacia las montañas así que simplemente era para mí un deleite. 

En los años que Jungkook y yo fuimos una pareja real, nos parábamos en este ventanal, mirando la luna bebiendo una copa de licor fresco o vino solo nos abrazábamos en silencio disfrutando de la piel de cada uno, este era nuestro espacio en el segundo piso de la mansión Jeon, un lugar hecho para la familia pero que nadie nunca usaba solo nosotros, pero hoy ni nosotros veníamos aquí.

Me quede un momento más al terminar mi agua cómo me gustaría que las cosas fueran diferentes, pero la realidad me dolía, pero puedo sobrellevarla, Sé muy bien que Jungkook ha estado haciendo de todo en este tiempo para demostrarme que me quiere y que desea que formemos una familia real, pero me asusta tanto, quería creerle por sobre todas las cosas, pero seguía sintiéndome abandonado.

Mi hermano y Jin me dijeron que esa sensación duraría por mucho tiempo, que quizás debería decirle eso a Jungkook, y conversar seriamente, pero la realidad era que no me atrevía a hacerlo, no sabía cómo hablarle a Jeon sobre esas cosas, en el paso había sido tan fácil hablábamos de todo, pero hoy nuestras conversaciones son de cualquier tema menos de lo que nos ha pasado en este tiempo.

Como me gustaría decirle, que lo extrañaba, que extrañaba sus abrazos, desde que pasó lo Chris hace unos tres meses que no nos abrazábamos, y la verdad quería sentir su calor, sus mimos, sus cuidados, pero ahí estaba yo, deseando algo que quizás si yo lo dejara él me lo daría siempre, pero mis miedos e inseguridades simplemente me bloqueaban para seguir engañándome a mí mismo, repitiéndome una y otra vez que debía mantener a Jungkook alejado de mí.

Estaba en mis pensamientos en mis recuerdos de este lugar, autoconvenciéndome que no debía demostrarle a Jungkook ningún tipo de interés más que el de nuestros hijos, cuando una copa de licor rosado con frutas fue puesta delante de mí, seque un poco las traviesas lagrimas que habian salido, y mire al mozo que traía mi trago fresco, dedicándome una de sus más picaras sonrisas de conejo, al instante me derretí, como amaba esa bendita sonrisa...

¿Cómo te va mi amor? (En revisión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora