Acoso (parte 2)

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Jean Pierre se encontraba parado frente al enorme ventanal de su departamento en lo más alto del hotel "Banyan Tree Club", con su vista prístina que daba justo con vistas a las verdes montañas de la ciudad, en su mano derecha un vaso de Macallan que tanto disfrutaba, mientras en la izquierda jugaba con su clásica pistola derringer, aquella que su padre le había regalado de joven, pero que jamás había usado, su equipo, sus hombres le eran fieles y seguían sus órdenes sin necesidad de violencia, eso lo aprendió muy bien de su padre, su pequeña mafia francesa, domina en su territorio en Versalles, y aunque no era de los más poderosos clanes si era muy respetado, pues su abuelo y padre lo precedían.

Su mente no dejaba de pensar en el cuerpo y rostro de lo que él consideraba un ángel, como aquellos que había pintado Miguel Ángel en la capilla Sixtina, porque sí, Jimin era un verdadero ser celestial, con ese cuerpo, ese rostro inocente, ese carácter dulce y acogedor eran simplemente adictivos para personas como él, carentes de emociones.

Necesitaba tenerlo, necesitaba corromper a ese ángel y hacerlo suyo, solo suyo, pero su preciosos ángel tenia a un maldito espectro flotando cerca de él. Le enfurecía recordar como su pequeño ángel había corrido hacia ese demonio y este lo sostuvo con dominio, besando su rostro. Jean Pierre en medio del recuerdo de la boca de Jungkook en la cabeza de su precioso doncel, enfureció y arrojo el vaso con el caro liquido contra el grueso vidrio de su lujosa habitación.

Arrojar el vaso, solo fue el inicio de su desahogo de la furia que lo comía por dentro, arrojo la botella contra el piso, pateo con fuerza la mesa del centro de la pequeña sala de ese hotel, tomo una de las botellas de vino que había solicitado momentos antes contra la pantalla plana que se colgaba en la muralla, tiro las cortinas hasta arrancarlas con furia de su soporte en lo alto de las ventanas, grito y maldijo a todo pulmón, pudo entre su inconciencia, escuchar como golpeaban la puerta preguntando por su estado, obviamente era su asistente.

Lionel corrió a buscar a algún encargado que le ayudara a entrar a la habitación de su jefe, cuando al fin logro que le abrieran la puerta, los gritos de furia y los golpes contra objetos ya no retumbaban, cuando el joven asistente accedió a la entrada del lugar, pudo ver como la habitación, había sido destruía por completo, busco a su jefe en medio de los restos que hasta hace poco, fue un lujoso Penhouse.

Lo encontró recostado en la tina que se llenaba de agua caliente, supo al instante que él no estaba bien, así que pido a los encargados que los dejaran solos para poder hablar con su jefe, les dijo que cuando esclareciera lo sucedido hablaría con ellos, a regañadientes los hombres aceptaron dejándolo solo con el despojo de hombre frente a él.

 Jean Pierre se encontraba vestido, en medio de la amplia tina de masajes, con una botella de vino que que fue de lo poco que no destruyo, la mirada perdida, con su cara inexpresiva, pero con rastros de lágrimas en su cara.

--Se...--traga saliva-- señor, ¿se encuentra bien? -- Jean no respondió solo dirigió sus ojos hacia él--, necesita algo, dígame yo quiero ayudarlo.

El alto hombre francés, no despegaba la mirada del rostro frente a él, no pudo evitar en su perdida mente, comparar el rostro infantil del hombre frente a él, con el hermoso y angelical rostro de su rubia obsesión, lo contemplo unos instantes, su ayudante también era doncel, nada nunca en ese chico que había llegado a trabajar con él a los 18 años por decisión de su padre, le había llamado nunca la atención, pero hoy... hoy era diferente.

El Chico 5 años menor que él, era casi del mismo tamaño de Jimin, alzo su mano tocando su rostro, su piel era suave, ¿acaso la piel de su ángel seria así?, saco los lentes que cubrían gran parte de su rostro, miro los bellos ojos chocolate, no eran tan brillantes como los de su rubio, pero tenían una hermosura destellante, paso sus dedos por sus labios, no se había dado cuenta que esos labios eran tan parecidos a los de su chico, eran hermosos, suaves, podía notar el bálsamo color rosa suave que los cubría, totalmente besables.

¿Cómo te va mi amor? (En revisión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora