26. Consecuencias de tus actos.

159 7 1
                                    

Natalie.

Los nervios me carcomen, las manos me sudan. No puedo entrar.

Camino de un lado a otro nerviosa, miro la escuela una y otra vez queriendo tener el valor pero vuelvo a ver a todos conversando y regreso al mismo punto.

«No puedo entrar»

Mierda.

Siento mis piernas débiles, mi pulso acelerado y mis manos inquietas. Recorro la escuela con la mirada intentando decidirme, esta mañana no quise que Evan me trajera a la escuela y ahora me arrepiento. Presiento que cuando entre todos me verán de una manera que no me gustará, todos saben que estoy con Evan y al cabo de una semana ya no son solo rumores sino que hay docenas de fotos mías con él demostrando que la noticia es real. Evan no ha querido preocuparme pero sé que las cosas en la empresa no van bien, siempre está muy tenso e incluso de mal humor aunque no quiera admitirlo.

Una camioneta negra se estaciona frente a mí dejándome pálida, es enorme, miro las ventanas polarizadas bajando lentamente y entonces un rostro familiar aparece.

─Natty, ¡estás pálida! ─jadea Violeta.

─Shhh ─la mando a callar, no quiero llamar la atención─, estoy nerviosa...

─Fernando, me bajo aquí ─dice Violeta a su chófer.

Baja con cuidado, da un salto y aterriza en el pavimento con éxito. Ríe un poco mirándome y toma mi brazo sobre el suyo.

─Natty, no pasará nada...

─Violeta no lo entiendes...

─Recuerda que anduve con mi profesor ─contraataca divertida.

¿Como puede ser tan risueña después de todo lo que ha pasado?

─Bien pero era tu profesor, Evan es mi padrastro.

─Aún mejor, cuanto más morboso sea mejor será el sexo ─carcajea haciéndome sonrojar.

─¡Violeta! ─chillo avergonzada.

─Ya, me calmo ─ríe de nuevo al tiempo que pasamos por la entrada de la escuela─. No dejes que vean lo mucho que te afecta.

La miro confundida mientras saluda a todos, algunos nos critican con la mirada mientras que otros son más obvios señalándonos directamente, hablando de nosotras en nuestra cara.

─¡Pero miren nada más! ─grita Hanna bloqueándonos el paso, llama la atención de todos y continúa─. ¡Ya veo por que son tan amigas! ¡Ambas están enfermas! 

Carcajea y algunos la siguen mientras que yo me molesto al instante pero es Violeta quién pasa al frente.

─¿Nos llamas enfermas? ─pregunta con ironía─. ¿Entonces que eres tú? Acostarte con el profesor de física para aprobar la materia no habla bien de ti....

─¡Eso no es cierto! ─farfulla mirando a todos lados, ahora es juzgada ella─. ¡Chicos! Vamos, ¡me conocen!

─Sí, te conocemos ─digo dando un paso al frente─. Ya veo por que eres amiga de Grecia, son una zorras...

Hanna se aproxima a mí estampando su mano sobre mi mejilla entonces, tomo su cabello oxigenado y jalo de él hasta dejarla sometida. Tal vez no sea muy fuerte pero Hanna es increíblemente ligera, es cuestión de segundos para que me suelte y una lágrima se le escape.

─¡Me están avergonzando!

─Tu te lo buscaste ─dice Violeta mirándola con una sonrisa fría.

Gracias a dios que a mí jamás me ha visto así, camino al lado de Violeta con una calma que hace alardear a todos. Nadie intenta ayudar a Hanna sino que la dejan ahí tirada hablando de ella, tal como cuando hablaban de nosotras.

Mi adorable padrastro ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora