31. La firma.

169 5 0
                                    

Evan.

Acomodo mi corbata frente al espejo, respiro hondo y entonces camino a la salida. Tomo las llaves de mi coche y tomo mi celular. Stella me mandó un mensaje diciendo que me encontrará en la fiesta así que respondo con un seco ok y subo al auto. Conduzco con calma pensando en lo que diré, tendré que hablar frente a todos mis socios y convencerlos de que seguir a mi lado es lo correcto.

Repito mi discurso una y otra vez pero la frustración aparece de nuevo, hace dos meses que no he visto a Natalie y aunque me he enfocado en la empresa no he podido estar en paz. La tranquilidad dura poco, me irrito muy fácilmente y Stella es la que mas sufre con esto. Me ha apoyado en mejorar mi imagen y ha estado a mi lado en cada paso. Caitlin me ha contactado cada día pero nunca respondo sus mensajes, mas bien no respondo a nadie. Mi día a día se concentra en la empresa, en ir a firmar cosas y hacer publicidades, organizar reuniones necesarias, cualquier cosa menos estar en casa solo.

Al llegar al salón estaciono mi coche en la entrada y bajo encontrándome de frente con Ignacio, un nuevo socio, lo miro con una sonrisa falsa y tiendo mi mano.

─Ignacio, ¿como estás? Espero hayas encontrado el lugar con facilidad ─digo a sabiendas de que es extranjero.

─Con chófer no importa eso ─suelta serio.

Nunca sonríe pero es obvio que eso era un intento de broma así que río levemente y lo invito a caminar a mi lado.

─Venga, vamos dentro.

Ignacio asiente.

Siempre pensé que se me hacía conocido pero al saber que es de otro país supe que era imposible así que lo dejé pasar. Caminamos juntos, muchas personas se acercan a saludar pero Ignacio sirve como escudo ya que no deja que nadie se quede mucho tiempo. 

─En otra vida debiste ser guardaespaldas ─bromeo divertido.

Ignacio no ríe pero no es extraño así que continúo caminando hasta llegar al frente. El hombre se separa de mí en cuanto llegamos a mi asiento, se va por la derecha dejándome a solas con Paolo.

─Paolo, ¿como estás? ─pregunto tomando asiento.

─Evan, la verdad no estamos teniendo un buen momento pero no me quejo ─confiesa mi socio─, aún...

─Todo mejorará, ya verás...

Los minutos pasan entre platicas formales y demás pero no puedo prestar mucha atención por lo que me dedico a observar a los invitados. Una chica al fondo llama mi atención, una mujer con un vestido rojo y unas zapatillas negras. Sus curvas se ven increíbles en esa prenda, sin duda es hermosa. No me había fijado en una mujer desde que se fue Natalie así que me siento culpable de inmediato pero no puedo quitarle la vista de encima, su cuerpo parece tallado por los mismísimos ángeles, su cabello en un moño desarreglado, de frente debe ser aún mas hermosa.

En un arrebato me animo a acercarme pero antes de poder caminar siento una mano sobre mi brazo, me giro con el rostro serio encontrándome de frente con Stella.

─Evan, ya casi tienes que dar tu discurso ─dice Stella con una sonrisa enorme.

No sé porque está tan feliz si todo se está yendo a la mierda con Guilio poniendo trabas a cada nada.

─Lo sé ─espeto cansado de lo mismo.

Para cuando giro de nuevo en busca de la mujer ella se ha ido. No está, ¿a donde se fue tan rápido? 

Resoplo frustrado y me dirijo a la plataforma dispuesto a comenzar con el discurso, acabar con esto lo más rápido posible. La suave melodía que sonaba por todo el salón se apaga poco a poco, con cada paso que doy se desvanece más y más. Al llegar al frente de todos me detengo mirando con atención a la multitud, rebusco entre todos a la mujer por simple curiosidad encontrándola en una mesa rodeada de algunos hombres, todos con sus esposas al lado. Está de espaldas así que no puedo ver su rostro, diablos.

Mi adorable padrastro ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora