28. Secretos a la luz.

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Evan.

La llamada con Natalie me dejó peor de como estaba, la busqué después de haberla dejado. Estaba demasiado molesto y no quería desquitarme con ella pero todo resultó peor.

Cuando escuché todos esos sonidos una voz en mi cabeza me dijo que todo estaba mal, que mi mujer estaba mal y me necesitaba pero la chica que atendió el teléfono después no me quiso decir nada.

Llevo alrededor de dos horas llamando a todos los hospitales alrededor pero ninguno me quiere decir dónde está mi mujer, no tengo idea de porqué, ¿y si ella pidió que no dijeran que estaba allí?

¿Porque haría eso?

¿Es que ya no me ama?

¿Que mierda pasa?

¿Dónde está mi mujer?

Escucho la puerta de mi oficina abrirse así que me levanto dispuesto a gritarle a mi secretaria ya que pedí específicamente que no me molestara, mi mujer es más importante que cualquier cosa.

─Señor Smith, sé que me dijo que no lo molestara pero la encontré ─la rubia habla demasiado rápido, seguro para que no le grite.

─¿Dónde está?.

Me da un papel con la dirección y entonces salgo pero antes de desaparecer por completo miro a la chica que siempre me ha apoyado pese a mi comportamiento.

─¡Estás a cargo! ¡Ve a las reuniones programadas y haz lo que debas!

Ella me mira sorprendida, ni siquiera asiente.

Seguro la pobre tiene pánico pero ya se le pasará, es buena en su trabajo pero está estancada, es su momento de brillar.

Salgo de la empresa caminando deprisa, ansioso por ver a mi mujer. No tengo idea de que hace en un hospital y peor aún, no tengo idea de cómo está y es lo que más me angustia.

Subo a mi auto con las manos temblorosas y el pulso acelerado, conduzco sin cuidado por las calles rebasando autos por doquier hasta llegar a mi destino. Una ambulancia sale a toda prisa en el momento en que entro al estacionamiento así que me detengo dejándola pasar, miro al conductor pero éste parece absorto en salir rápidamente.

Meto mi coche en un lugar desocupado y entonces salgo, camino enmedio de los coches hasta llegar al fondo del estacionamiento donde se encuentra un elevador. Presiono el botón llamándolo y entonces subo en el cuando las puertas se abren, el tic en mi pierna comienza por los nervios. Respiro hondo una y otra vez hasta que las puertas se vuelven a abrir.

Me acerco al mostrador donde una pelinegra escribe algo en la computadora.

─Natalie Smith, ¿dónde está?

─¿Disculpe? ─pregunta ofendida.

─Mi nombre es Evan Smith y busco a Natalie, me dijeron que está aquí.

Mira el monitor y entonces vuelve la vista a mí, fría.

─Aquí no se encuentra nadie con ese nombre.

─Es mi mujer, necesito que me diga que está bien ─susurro temblando.

La mujer mira a mi derecha, luego a la izquierda y por último detrás de ella. Se acerca y entonces me mira entendiendo mi situación.

─El piso número cuatro, habitación 209.

Asiento sin decir mucho y me dirijo allí, sin mirar mucho alrededor subo por las escaleras.

Al llegar al piso busco la habitación por todos lados.

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Mi adorable padrastro ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora