Capítulo 14

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・ 。呪いの王 。・

Ya era miércoles para cuando Suguru regresó a tocar la puerta del dormitorio de invitados, estaba realmente preocupado por ese chico y sentía pena en cierta manera. No podía aliviar su carga, pero al menos si explicarle las cosas.

—Itadori, ¿podrías salir un momento? Me gustaría hablar contigo.

El chico abrió la puerta apenas una rendija y asomó el rostro para encarar al hechicero.

—No sé qué estás pasando por dentro, pero creo que te vendría mejor sacarlo. ¿Por qué no vienes y desayunas conmigo?

—Está bien... —asintió el chico, abriendo la puerta del todo y saliendo.

Sus pasos eran lentos, pesados, en su rostro se podía adivinar cuántas horas había pasado sin descansar. Yuji llevaba días teniendo pesadillas continuas, sin dormir, no comía apenas, no había salido de la cama desde el lunes, tampoco había ido a la universidad ni respondido a sus amigos. Para el resto del mundo era como si hubiera desaparecido.

Suguru le sirvió una bandeja de comida de todo tipo, unas tortitas con sirope, un vaso con zumo de naranja, unas tostadas con mantequilla, una pieza de fruta..., para que el chico comiera lo que más desease. Se limitó a sentarse a su lado y observar atentamente. Después de unos minutos donde parecía ingerir los alimentos casi a disgusto, se aclaró la garganta y decidió hablar con él.

—¿Qué se te pasa por la cabeza? Pregunta si quieres —ofreció con amabilidad.

—¿Por qué Satoru me seguía?

Itadori no parecía querer andarse por las ramas, tal vez era el mal humor a causa del poco sueño, tal vez estaba harto de huir.

—No se te pasa ni un detalle —rió Suguru, apartándose un mechón de cabello tras la oreja—. Bueno, en realidad no te vigila a ti, si no a otra persona de tu familia. Sukuna, tu tío, ¿cierto?

Fue nombrarle y el estómago se le cerró. Yuji hizo una mueca de desagrado y apartó la bandeja de comida con el dedo, detalle que el hombre no ignoró.

—¿Ocurre algo con él? —intentó adivinar—. ¿Le has visto hacer algo fuera de lo usual?

El chico dudó en qué responder, ¿que debía contarle? Que le había visto asesinar a un hombre a sangre fría o que habían tenido sexo juntos hasta en dos ocasiones. De ninguna de las maneras podía sincerarse así con un tipo que apenas conocía. Sin embargo, algo le decía que Suguru era una persona mucho más confiable que Satoru y que no solía mentir, más bien decir las cosas a la cara por muy cruel que pudieran sonar.

—No —mintió lo mejor que pudo—. Es que nunca nos hemos llevado bien desde la adopción.

—Ah, sí. Creí haber leído en el informe que Sukuna te adoptó a ti y a tu hermano mayor hace unos años. Si no me equivoco —Suguru se frotaba la barbilla.

Yuji estaba atento a sus palabras, y hubo una en concreto que le otorgó una buena pista.

—¿Informe?

—Sí, verás... —dudó en si debía revelar más datos—. El colegio de hechicería lleva años vigilando a Sukuna.

—¿Se puede saber por qué? —el chico mantenía una ceja levantada—. ¿Ha hecho algo malo?

—No, de momento. Al menos el que tú conoces.

—¿El que yo conozco?

—Es un poco complicado y largo de explicar...

Yuji agarró el vaso de zumo y le dió un largo sorbo, en realidad se moría de hambre aunque era pensar en Sukuna y le entraban náuseas.

—Creo que podré seguirte.

Solo los amantes sobreviven (SukuIta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora