Capítulo 21

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・ 。呪いの王 。・

Satoru Gojo cumplió su promesa y regresó, pero no ileso. Su cuerpo se mantenía de pie a duras penas cuando cruzó el velo que protegía el colegio. Suguru se apartó de los chicos y fue corriendo a socorrer a su pareja.

—¿¡Satoru!? —gritaba, tomándolo en brazos antes de que cayera al suelo, agotado.

Buscó sus ojos pero solo encontró un vacío, al igual que su técnica, en aquellos iris blancos rodeados de sangre. Cortes mal cicatrizados, golpes y hematomas por todo su cuerpo. Gojo intentó pronunciar unas palabras a su pareja pero cayó desmayado en sus brazos.

—¡Debo llevarlo a Shoko! —exclamó, levantando a Satoru a pulso para entrar en la escuela.

Yuji, que acababa de despertar, se quedó a solas sentado en aquel banco junto a Megumi, quien seguía cabizbajo, procesando todo lo que acababa de pasar.

—¿Y ahora qué? —se preguntó, mordiéndose el labio.

Sukuna seguía vivo, podía sentirlo. El peligro no había pasado. Sacó su teléfono del bolsillo, limpiando la pantalla de su sangre seca, notando una punzada de dolor en el corte que cruzaba su pecho, aún a medio curar.

Accedió a internet, y las noticias se habían hecho eco de la catástrofe que estaba sucediendo en la ciudad, solo que no se nombraba nada de «un hombre con aspecto no humano» destruyendo cosas, si no una explosión de gas que había provocado la evacuación de todo un vecindario.

Suguru se había encargado de avisar a los hechiceros, para su tranquilidad no hubo que lamentar ninguna baja humana —tan solo destrozos de mobiliario urbano y casas—, y ahora todos los efectivos que se encontraban en Tokio habían salido a dar caza a las maldiciones residuales atraídas por la pelea entre los dos chamanes más fuertes.

Unos minutos después, el moreno había salido del edificio principal del colegio, con la mirada triste, caminando a los dos chicos que no se habían movido de su sitio pese al frío que hacía ahí a la intemperie.

—¿Cómo va todo? —preguntó Yuji, levantándose.

—Recuperó la consciencia mientras le miraba nuestro médico... —dijo de forma entrecortada—. Él ha...sufrido secuelas graves después de la pelea.

—¿Cómo qué?

—Se ha quedado ciego de ambos ojos. Satoru no podrá usar más la técnica del clan Gojo. Su trayectoria como hechicero ha acabado —finalizó la frase con la voz quebrada.

Yuji, que no comprendía aún dichas consecuencias pues aún vivía alejado del mundo de la hechicería, solo supo abrazar al hombre. Suguru se quedó unos segundos quiero, sin saber reaccionar, luego le devolvió el gesto de cariño. Él solía ser una persona distante con los demás, pero esa situación le había superado, aunque agradecía que no hubiera sucedido el peor de los escenarios.

Satoru también le había contado algo importante. Sukuna consumió varios dedos para recuperar parcialmente su poder y hacer frente a sus Seis Ojos. Lo había subestimado, se había confiado demasiado.

—¿Y ahora qué? —preguntó Yuji, aún abrazando al hombre.

—Ahora los hechiceros se reunirán en un consejo y se decidirá cuándo darán caza a Sukuna.

—¿Pero por qué no van ahora? —Yuji se había apartado bruscamente—. ¡Está débil! Es el momento oportuno para...

—Lo sé, pero apenas tenemos efectivos en la ciudad. Y menos que puedan hacerle frente. Satoru era el hechicero más fuerte y aún así han empatado sin contar Sukuna con todo su poder. Debemos reunirnos y trazar una estrategia mejor.

Solo los amantes sobreviven (SukuIta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora