Epílogo

122 25 6
                                    

・ 。EPÍLOGO 。・

Dos años.

Sí, ya habían pasado dos años desde su muerte, y aún se sentía tan irreal. Dicen que el tiempo lo cura todo, pero no es más que una vil mentira para consolar a los estúpidos. Esa afirmación pierde valor cuando te vuelves inmortal.

Yuji se agachó para dejar aquel ramo de flores sobre la lápida de mármol. No hubo lágrimas, el cielo ya lloraba por él. Aferró el paraguas con la mano izquierda y con la derecha miró la hora en el móvil.

La lluvia caía a su alrededor formando pequeños charcos no muy hondos en las losas del cementerio. Estaba solo, y adoraba esa soledad. Pero no tardó en verse interrumpida por una figura alta que caminaba torpemente hacia él.

Ropa negra y paraguas a juego, unas gafas de sol del mismo color, un largo bastón grisáceo que se paseaba por el suelo hasta alcanzar la altura de Yuji. Era su profesor, Satoru Gojo.

—Tanta paz lleve como descanso deja —dijo Satoru, haciendo alusión a Sukuna.

Ambos se quedaron segundos en silencio. La lluvia caía a su alrededor.

—¿Nos vamos ya? —preguntó, retomando la conversación.

—Sí —respondió el chico, regresando con él.

No tardaron en subir al coche y alejarse del cementerio, Yuji mantuvo la vista fija al cristal mientras la lluvia seguía cayendo con más fuerza aún. El camino de vuelta a la escuela fue tranquilo, pero Satoru no quería pasarlo en silencio, cosa que sí deseaba el muchacho.

—¿Seguro que estás bien? —insistió el albino, girando la cabeza hacia él aunque no pudiera verlo.

—¿Quieres la verdad o solo una respuesta que te deje tranquilo?

Satoru bufó y si tuviera los ojos útiles seguramente los habría puesto en blanco, pero estaba acostumbrado a cerrarlos siempre.

—Suguru es mejor en esto que yo...

Yuji mostró una pequeña sonrisa vacía en ese rostro decaído.

—Agradezco igualmente que te preocupes, pero creo que Megumi necesita más ayuda que yo.

Megumi Fushiguro era un civil que se transformó en hechicero de la noche a la mañana. El evento traumático de contemplar el cadáver de su padre despertó los antiguos recuerdos de su reencarnación de la era Heian, aprendiendo a usar las diez sombras del clan Zenin. Satoru y Suguru se hicieron cargo de él al igual que Yuji cuando regresó informando que había asesinado él mismo a Sukuna.

Ambos chicos estaban destrozados, y ellos no sabían qué hacer en esa situación. Así que intentaron ganar su confianza y convencerlos de entrar al colegio como chamanes. Satoru se encargó de la educación y cuidados de Megumi, casi como un hijo adoptivo, pagando los tratamientos psicológicos necesarios para que fuera capaz de superar la depresión e intentos de suicidio.

Yuji poseía una voluntad inquebrantable, Suguru lo admiraba por ello. Y se convirtió en su profesor sin siquiera dudarlo. Su mayor apoyo y confidente estos dos años. Lo siguiente a superar fue una crisis sin precedentes, el consejo de ancianos de los clanes habían pedido la ejecución de Yuji, pues aún no confiaban en el asesinato de Sukuna.

Satoru aún recordaba las malditas palabras de los viejos sobre la vida de aquel chico, la orden era clara, una amenaza así no debía existir. Ni cuando él se había sacrificado en cuerpo y alma para retener a Sukuna y asesinarlo, ni cuando ofreció la posibilidad de devorar el resto de dedos y que la ejecución se realizase después, con sus almas unidas.

Solo los amantes sobreviven (SukuIta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora