・ 。呪いの王 。・
Sukuna Itadori no se consideraba un hombre muy paciente, las reuniones era lo que más odiaba de su trabajo, pero había ciertas obligaciones que no podía ignorar y delegar en Uraume, por mucho que quisiera.
—Sukuna, insisto, este modelo de negocio es una porquería —parloteaba aquel tipo frente a su escritorio.
Su despacho se iluminaba de vez en cuando con la tormenta que sucedía ahí fuera, relámpagos y más relámpagos, sombras de estanterías y esculturas que se reflejaban sobre las alfombras del suelo con formas alargadas desde el cristal del enorme ventanal a su espalda.
—¿Y qué propones? —se limitó a preguntar el aludido, cruzándose de brazos sobre el escritorio de caoba.
—Deberíamos hacer caso a los inversores, asociarte con su compañía es lo mejor para todos.
—Querrás decir para tí —negó Sukuna, alzando la mano para peinarse el cabello hacia atrás—. Sé perfectamente que has comprado una parte de las acciones de esa puta empresa.
—¿Cómo? —aquel viejo había arrugado sus cejas, confundido.
—Hasta las ratas abandonan el barco cuando se está hundiendo, ¿no es así, Jogo? —rió Sukuna, apretando la mandíbula.
Jogo era uno de sus principales socios en la junta de accionistas de la empresa que poseía Sukuna, que pese a ser el dueño en el pasado tuvo que vender parte de las propiedades para no caer en bancarrota. Ahora debía dar un parte mensual de gastos e ingresos ante ese grupo de gilipollas que solo buscaban sacarle la sangre, así lo veía él.
Pero lo que más odiaba era aguantar las charlas de mierda de aquel viejo, no soportaba sus aires de grandeza. Era un tipo menudo, bajito, de complexión gruesa, entrado en años, con cuatro pelos canosos sobre su cabeza, solía vestir con trajes caros como queriendo gritar a todo el mundo lo podrido de pasta que estaba, y a veces fumaba una pipa con una mano y con la otra se sujetaba en un bastón para poder caminar adecuadamente. Contaba los segundos para poder echarlo de su casa.
Sukuna a menudo pensaba que era una pena que no resbalase por las escaleras un día de esos, Uraume le reprendía ante esos comentarios. Pero ese día no estaba ella para marcar los límites, estaba solo. Por desgracia tuvo que aguantar su parloteo desde la sede de su oficina hasta casa, pues por educación se había ofrecido a llevarlo con su coche.
—Te confundes Sukuna —negó—. Yo siempre he querido lo mejor para esta empresa, yo...
—¿Vendiendo nuestros datos a la competencia?
—No voy a permitir que me acuses de cosas que no son. Iré ahora a hablar con...
Sukuna lo mandó callar con un gesto de la mano, tras eso abrió uno de los cajones laterales de su escritorio y sacó una carta sin abrir de ellos. Jogo lo miraba desconcertado.
—¿Qué es eso?
El hombre le lanzó el papel de forma que cayera al suelo a propósito. Jogo le dedicó una mala mirada, a su edad no estaba para esos trotes. Se agarró bien del bastón para no perder el equilibrio mientras doblaba las rodillas y tomaba el sobre de la alfombra.
—Léelo.
El anciano soltó un largo suspiro pero hizo caso, rompiendo la solapa del papel para ver el contenido. Un papel doblado por la mitad, varios párrafos escritos a ordenador y firmado al final con fecha de ese mismo día. Cuando se dispuso a leer, sus facciones fueron cambiando de sorpresa a enfado y viceversa.
—¿Qué significa esto, Sukuna? —exigió, caminando hasta el escritorio del susodicho y arrojando la carta delante de él—. ¿Por qué me entregas una carta de renuncia?
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Solo los amantes sobreviven (SukuIta)
FanfictionMejor pedir perdón que pedir permiso. Yuji lleva una convivencia complicada con su tío Sukuna desde que lo adoptó tras quedarse huérfano. A veces los deseos trascienden realidades. Segunda parte de «Run, little boy». Contenido sexual explícito (an...