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-Minji tiene una voz preciosa

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-Minji tiene una voz preciosa.- dijo con una sonrisa, sintiéndose el responsable de ser quien rompiese el incómodo silencio.

-Oh, estaba a punto de preguntar cómo les fue con las clases.- dijo Jihyo y él asintió con una sonrisa.

-Hoy no fue una clase como tal, realmente. Simplemente estaba evaluando su rango vocal, además quise saber qué técnica vocal emplea y hasta donde es ella conocedora de su voz.- mencionó y ambos adultos asintieron asombrados con los conocimientos del adulto joven. -Si bien tienes una voz hermosa, sabes que eres algo insegura a la hora de cantar, aunque también puede que se deba a que no me conoces mucho. Es bueno que aprendas con un extraño, de ese modo no te dará miedo con más extraños en el futuro.- añadió dirigiéndose a ella quien asintió de acuerdo.

-Normalmente no me da miedo cantar, la verdad. Pero sabiendo que eres muy bueno en eso, incluso estudiaste en una de las mejores universidades de esa rama de artes... no sé, me puse algo nerviosa.- admitió, sus padres sonrieron en su dirección, la niña era muy tierna y linda, Seungmin asintió.

-No debes de tener miedo a equivocarte, lo más importante es tener la confianza de seguir adelante... después de todo, yo estoy aquí para enseñarte lo que no sepas o reforzar tus conocimientos.- dijo, la niña asintió.

-¿Eres mejor profesor que mi esposo, Seungmin?- cuestionó con cierto tono gracioso.

-Oh, claro que sí. Créeme que yo no le haría a tus hijos lo que él me hizo. Ni en un millón de años.- dijo en un intento de poner nervioso al hombre, él se tildó, se había cagado del miedo y Seungmin lo sabía, sin embargo nunca disminuyó la sonrisa de grandeza en su rostro.

-¿Qué te hizo papá?- cuestionó con ojos brillantes Minji, la mesa se había sumergido nuevamente en un silencio sofocante, Jihyo esperaba atenta y temerosa la respuesta del chico.

-No a mí. Es que el señor Bang era alguien muy rudo.- dijo, de pronto todos parecieron soltar el aire que habían estado reteniendo durante segundos que parecían minutos. -Soy más de la enseñanza calmada, comprensiva... bueno, también es que no es lo mismo enseñar canto que matemáticas, y enseñar a una persona es mucho más fácil que dar clase a más de veinte personas. Él fue buen profesor, siempre que le pedía ayuda me la daba.- añadió, el hombre se atragantó con su comida tras escuchar aquello último.

-Eras buen estudiante, sólo que no eras tan aplicado.- dijo y él asintió.

-Qué bueno que estaba usted apoyándome siempre que lo necesitaba.- lo miró con esos ojos que tanto le llamaban la atención en el pasado y sintió algo.

Algo que en el pasado no se permitió sentir por la enorme diferencia en las edades, su puesto de trabajo y el hecho de que era su alumno.

Dicho sentimiento aún no se ve capaz de describir en palabras, siquiera siendo conocedor de qué era.

The secret revenge ²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora