CAPÍTULO 43

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LOGAN

Las horas en el simulador se arrastran con una lentitud exasperante. Cada segundo se siente como una eternidad mientras intento sumergirme en el entrenamiento. Sin embargo, mi mente parece atrapada en un bucle interminable entre el rugido de los motores y los momentos compartidos con Nicki. Las imágenes de esos instantes se interponen entre los ajustes del auto y el zumbido de los motores, como si mi mente estuviera corriendo una carrera sin pista ni metas claras.

Cierro los ojos y vuelvo a esos momentos intensos y apasionados. Recuerdo la suavidad de su piel bajo mis dedos, el calor de su cuerpo contra el mío en una forma que parecía desafiar el tiempo. Cada respiración compartida era un entrelazado de necesidad y deseo, su piel ligeramente húmeda bajo mis manos. Los susurros y gemidos que solían ser mi única música ahora me atormentan, resonando en la distancia como una melodía que se ha convertido en un eco doloroso.

Pienso en su mirada, cargada de deseo y vulnerabilidad al mismo tiempo, cuando nuestros cuerpos se encontraron. Sus ojos cerrados, su abrazo apretado como si quisiera que el mundo se desvaneciera fuera de ese instante, me siguen persiguiendo. Cada roce, cada beso, cada caricia ahora parece un espejismo, desvaneciéndose en la realidad dura que enfrento. La confusión y el arrepentimiento se mezclan, creando una tormenta de emociones que no puedo disipar.

El simulador, con su rugido constante y su precisión milimétrica, se convierte en un refugio sombrío. Las imágenes y sonidos de la pista se desdibujan en el fondo mientras mi mente sigue aferrándose a esos momentos con Nicki. Las curvas de la pista parecen insignificantes comparadas con las curvas de su cuerpo. La inmersión en mi trabajo se ve socavada por el desasosiego de estar atrapado entre la pasión que compartimos y la realidad de nuestra separación.

Cada vez que pienso en su risa, en cómo sus labios se curvaban en una sonrisa que solo nosotros entendíamos, el vacío en mi pecho se expande. Cada giro de la pista me aleja más de la posibilidad de corregir el rumbo, no solo en la carrera, sino también en mi vida personal. La sensación de estar perdido en un laberinto sin salida se intensifica, como si cada segundo en el simulador fuera un recordatorio de lo que he perdido y de lo que podría haber sido.

De repente, escucho los pasos firmes de Christian acercándose. Su presencia es una interrupción abrupta, un contraste con la tormenta interna que estoy enfrentando. Se detiene a mi lado, su mirada evaluadora fija en mí, y la tensión en sus músculos refleja una preocupación que no puede ocultar.

—Logan, ¿todo bien? —pregunta, su tono es serio pero cargado de una preocupación que se esconde bajo una fachada de profesionalismo.

Levanto la vista, intentando forzar una sonrisa que no llega a mis ojos. —Sí, Christian.

Christian frunce el ceño, cruzando los brazos sobre su pecho. Su mirada es penetrante y no puedo evitar percibir su intensidad. —Pareces fuera de lugar, Logan. Estás perdiendo el enfoque, y eso podría afectarte en la pista.

Me esfuerzo por concentrarme en el simulador, pero las imágenes de Nicki siguen regresando como fantasmas persistentes. El zumbido de los motores, el peso del volante en mis manos, todo se convierte en un telón de fondo para la tormenta emocional que estoy atravesando. Cada curva que tomo parece una metáfora de los giros inesperados que ha tomado mi vida.

—Solo necesito un momento para aclarar la mente —respondo, mi voz cargada de una frustración que no puedo disimular. Mi mirada se fija en la pantalla frente a mí, pero las imágenes del simulador parecen desvanecerse ante la intensidad de mis pensamientos.

Christian asiente, aunque su mirada no se aparta de mí. —Haz lo que necesites, pero recuerda que la pista no perdona a quienes no están completamente enfocados. Tu rendimiento aquí puede marcar la diferencia en tu próxima carrera.

Curvas Peligrosas [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora