Capítulo 11: "Somos compatibles".

84 18 6
                                    

Capítulo 11: “Somos compatibles”.

“No soy un hombre sensible, pero tengo ideas realmente extrañas cuando estoy cerca tuyo”.

El joven no estaba pasando un buen inicio de invierno, faltan algunas semanas para que lleguen las peores tormentas y los vientos gélidos, aún así el clima no es lo que le molesta.

—¿Me dice que no puedo salir? —interrogó con su voz tan pesada que todos en la sala callaron.

El Lord comandante de la guardia nocturna solo guardó silencio, su porte firme sin fracturas detonó una sería convicción: “Él cree que soy un niño”.

Se levantó de su mesa tomando sus pertenencias y se ató su espada a la cintura, por un segundo ambas miradas de encontraron y lo supieron: “¡No daré marcha atrás!”. El joven heredero abrió paso hasta la salida cuando volteó para retar al Lord comandante.

—Mañana saldré con un grupo —Sus palabras claras, sin trastabillar regresó a su habitación donde pudo respirar tranquilo.

«Bannard no quiere que tenga ninguna victoria», él lo mantendrá como un inepto el mayor tiempo posible para tomar su lugar, estás ideas lo pusieron tenso, algún día será reconocido en las historias como “el gran títere”, “un heredero vacío”.

Con un sentimiento de frustración y enojo se dispuso a dormir para estar lleno de fuerzas a la mañana siguiente, saldrá por la puerta al lado salvaje y verá con sus propios ojos por qué esos salvajes están causando tanto alboroto.

Apenas llegó sintió unas ansias tremendas por encontrar a Sophia y contarle con sumo resentimiento lo que su tío tramaba, quería quejarse aunque también deseaba mantener esos asuntos lejos de su reconfortante relación.

—¡Sophia, dónde te metiste! —gritó al no hallarla a la primera.

Le dolía increíblemente la cabeza y solo deseaba tener a la joven entre sus brazos para poder recorrer con sus manos todo su cuerpo, ella no se avergonzaba ni lo alejó, el contacto lo acepta tan complacida que le generó un debate interno: “¿Una mujer coqueta o me aprecia?”, cree en lo segundo, ella también guarda sentimientos por él.

La rubia de rostro fino caminó precavida paso a paso, tenía desconfianza en sus ojos brillantes, no se acercó al primer llamado y Cregan frunció el ceño.

—Sophia, ven —la llamó por segunda vez perdiendo la escasa paciencia que posee estos días, por alguna razón se sentía más caliente que de costumbre y comenzó a buscar aire.

Ella obedeció y corrió hacia sus brazos donde él la sujetó para poder abrazarla hundiendose en esa calidez reconfortante. En unos meses contraera matrimonio con lady Norrey, de solo pensarlo tuvo de nuevo un punzante dolor y una sensación de desprecio en su pecho.

“¿Estás en celo acaso?”, aquella pregunta lo sacó de cualquier pensamiento que pudiera tener, la separó rápidamente para verla desde arriba, estas últimas semanas creció bastante dejando a la alta joven atrás.

—Sophia, repite lo que dijiste —pidió con un tono confundido, no podía creer lo que había dicho.

De pronto sintió el agarre bajo sus manos quemar: «¿Qué cosas tiene esta muchacha en la cabeza?», volvió a lanzar la pregunta sin pena ni gloria.

—¿Te parezco un perro acaso? —preguntó con un atisbo de enfadado, aunque nunca puede enojarse por completo con ella, mucho menos cuando pone esa expresión perdida.

—¿Un... Lobo? —respondió en forma de pregunta algo indecisa, esto provocó un poco de diversión en el joven y lo dejó pasar, también quiso jugar un poco metiendo su mano entre las hojas para tocar ese pezón que no es sensible pero a él le gusta tirar.

—¡Ey, deja eso! —Ella retrocedió cubriendose con sus brazos y con una expresión indignada.

Cregan se mostró reticente a hacerlo y la persiguió sin darle espacio para escapar, no entendió por qué ahora no lo dejaba hacerlo si nunca se había quejado antes, no es sensible en varias partes.

—¿Por qué? Me permitiste lamerlas ayer, ¿no? —interrogó acerca de su recién descubierta vergüenza, claro que no puede ser por ella misma, nadie tiene la cara más dura que su Sophia, ella se paró firme y con el mentón levantado.

«Quiero oír lo que tienes para decir», nunca le importó lo que saliera de las bocas de las mujeres hasta que la conoció, cada palabra que lanza nunca lo decepciona.

—Porque ya pregunté para qué sirven —respondió con un ego muy alto —. Son para amamantar, si las tiras así se dañaran y no podré darle de comer a mis futuros hijos —le reprendió y Cregan no pudo aguantar más —. ¿De qué te ríes?

El joven se hizo a un lado solo para doblarse de la risa, jamás en su vida se había reído de aquel modo, «dañaran, mi Sophia es realmente una existencia especial», única en su especie.

Tan espléndida como tonta.

“Futuros hijos”, se concentró en esa frase y dejó de reír, se sintió un poco presionado por la declaración de la muchacha, ¿ya piensa en sus futuros hijos... con él? Ese pensamiento lo acorraló, sin embargo, otro lo aterró: «¿Con otro hombre?», es el único visitante en el hábitat, nunca vio o supo de alguien más, ¡solo puede ser él!

—Tranquila —la consoló —. No se dañaran, podrás darle pecho a todos nuestros hijos cuanto te plazca.

Sophia dejó el tema y regresó a los pies del árbol, Cregan la persiguió solo para verla de cerca, aún tiene muchas preguntas en su cabeza.

—Si yo soy un “lobo en celo”, ¿qué eres tú? —Desde el costado podía ver su perfil que le encanta en toda su gloria, aunque posee unos dientes muy afilados por lo cual no se adentro a intentar algo extremo, aún así me parece la mujer más atractiva del mundo.

Algunas extremidades se ponen tensas de solo pensar en las posibilidades.

—¿Yo? —Volteó para verlo —. ¿No lo sabes? —Cregan negó a lo que quiera estar preguntando, realmente no lo sabe —. Lobo Stark, yo soy un dragón, el más hermoso que puede existir —confesó para dejarlo quieto como una estatua, su voz fue tan profunda que Cregan de inmediato supo: «dice la verdad».

“Humano”, “hueles a lobo”, varias cosas tuvieron sentido aunque otras no. No podía creerlo del todo, le pareció algo realmente descabellado pero aún así siguió la corriente.

—¿Entonces por qué te ves como una mujer joven? —le preguntó sin entender, negándose a aceptar tal hecho extendió la mano para abrazarla sin querer soltar, ciego y encaprichado, hundió su cabeza en el cuello de Sophia para embriagarse con ese aroma a mujer.

«Mi mujer», seguro de sus palabras y con un pensamiento firme, si es un dragón entonces es su dragón, porque es su mujer después de todo.

El lobo Huargo solo escoje una pareja, se dice que le muerde el cuello reclamadola para toda la vida, su esposa cuidará su espalda y será su compañera hasta que partan al más allá. Con su boca pegada a la piel sensible del cuello quiso darle una probada.

“El arciano me convirtió en humano, no sé por qué. Cuando él despierte me enviará allá arriba como dragón, así me lo advirtió hace años... Tengo una profecía que cumplir, algo de un ‘principe prometido’, pero olvidé lo que me dijo”.

Cregan había dejado de escuchar a la mitad, el invierno puede durar años pero dijo claramente: “me enviará allá arriba”, eso quiere decir que este hábitat es real y no solo una ilusión, el lobo se emocionó mucho.

Los problemas con el Lord comandante y su tío quedaron borrados en un segundo, el lobo quiso atrapar ente sus brazos a este “dragon” y que ambos vuelvan arriba: «¡No! Aún no...», ¿qué pasaría si regresa con un dragón? No tiene la fuerza e influencia para protegerse a sí mismo, mucho menos a un valioso Gold leaves. Apretó su mandíbula y juró para sus adentros: «Lo solucionare. Cuando vengas conmigo todo estará en su lugar».




.

.

.


Se viene primer espacial.

No olviden seguirme en la página.

El Dragón que se enamoró del señor del Norte (Cregan Stark) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora