Capítulo 22: Casamiento en las islas de hierro.
“En mi corazón solo existe mi lobo, no importa que hoy jure ante otro hombre, mi favorito siempre serás tú”.
El día que llegaron a la Isla principal Pyke llovía, el agua no es su mejor amiga, pensó que si quisiera escapar volando entonces tendría grandes dificultades.
No ha intentado la transformación hasta el momento, no tuvo motivo para usarla, además de no saber cómo volver a la forma humana y quizás la necesite luego, no quiso causar problemas y lo guardó para cuando lo necesite de verdad.
El rito del ahogamiento es sagrado para este pueblo, inclusive el hombre que desee tomar otra esposa debe pasar por él, pero fue ella quien quiso tomarlo por esposo.
El hombre y la mujer se pararon en una pequeña isla la cual era protegida por unas costillas que salían del agua cual jaula de huesos, a su costado se pararon las cinco esposas de Dalton Greyjoy.
“¿Te atreves?”, la retó con una sonrisa ladina, ambos vistieron tunicas blancas con un cinturón pesado y en la cabeza del Greyjoy se posó una corona de huesos blancos que Sophia supo: «Son huesos de dragón», aunque lo considere una gran ofensa no habló, todo debe salir según lo planeado aquí.
Y claro que se atreve, puede contener la respiración el triple que un humano común y corriente, avanzó sin miedo alguno para ser sujetada por los brazos y se dejó hundir en el agua.
Llovía y hacía frío, es un horrible día en todos los sentidos. Los ayudantes la retuvieron bajo el agua congelada, fingió agitarse y luego se dejó flotar, con molestía tragó un poco de esa agua amarga para poder escupirla cuando la sacaron para poder su cuerpo en la orilla.
“¡Lo muerto no vuelve a morir!”, se oyó la exclamación, incluso las mujeres responden al llamado se la fe. Sophia aprovechó para vomitar, creyó que los malestares eran por el movimiento del mar pero continúa con sus náuseas, ¿enfermó? Puede sentir como su propio aroma cambió, se volvió más espeso y hasta diría que no es suyo sino de otra cosa que se hace presente.
No le prestó atención por el momento, tiene una misión y no puede distraerse, mientras llevaron a los recién casados entre aplausos y exclamaciones de nuevo al castillo, en las tierras norteñas un hombre sintió una desagradable sensación en su pecho y quiso acabar con todos estos piratas que molestaban cual moscas en sus costas.
No le costó nada a Cregan Stark barren con ellos, usó su espada mediana para abrirle el cuello a un “perro Greyjoy” que salió de un costado gritando con una maza en lo alto lista para golpear al Lord.
Girando tomó el brazo de otro doblandolo hacia atrás y lo sujetó de la cabeza para doblarla a un lado: “Crack”, el hueso se rompió al instante.
—¡Mi Lord! —gritó su fiel compañero y primo Brandon Glover.
Cregan volteó al notar como un perro fue silencioso al acercarse con un puñal en la mano, de una fuerte patada lo hizo retroceder y estamparse contra una las paredes del barco, no conforme con ello se acercó para pisar con sus pesadas botas al Greyjoy, estaba extrañamente furioso ese día, solo quería matar una y otra vez a todo lo que lleve el nombre nacidos del hierro.
No entendió por qué, ¿es su frustración saliendo a relucir? ¿En esto se convirtió? En un rincón pateó y pisoteó hasta el cuerpo del Greyjoy se volvió un puré de carne rojizo casi irreconocible, los detesta y no siente compasión alguna.
Ese día los norteños no perdonaron a nadie, se extendió el rumor del carácter agresivo de Lord Stark, es un joven hombre con rostro serio y temple de acero, pero cuando algo lo hace enfadar solo puede ser desatado el infierno.
Ajeno a la masacre que cometían contra su gente, el capitán de la flota Greyjoy se paró detrás del tocador donde su ahora señora peinaba ese largo cabello que le fascina.
—¿Me honrará, mi señora? —preguntó Dalton, los pasos fueron acercandose, sus vestiduras ya estaban sueltas y olía un poco a licor.
«Oh, debo consumar con este hombre», Cregan lo hizo con ella cuando la tomó como esposa, ahora ella tiene que tomar a este hombre como suyo.
El fuerte toma al débil, lo hace suyo porque debe y puede.
—¿Honrar? —subrayó esa palabra que tanto odia —. No hay algo como el honor cuando dos cuerpos se aparean, es solo carne penetrando carne.
Sophia con un semblante decidido empujó al hombre a la cama y se subió encima suyo, Dalton quedó asombrado por la enorme fuerza y levantó las manos en símbolo de rendición.
—¿Eso es un “sí”? —preguntó divertido, con una mano sacó su miembro de sus pantalones para agitarlo ante su dueña —. ¿Estaré abajo? ¿Me montaras?
«Montar», algo que nunca la dejaría hacer su adorado esposo, en la cama es un tirano con desición absoluta. Algo dentro suyo se sintió con un poder que le agradó por más que no le agrade él.
Sophia observó la cosa entre las piernas de su ahora posesión y supo que su primer esposo no tenía comparación, bufó enojada y cansada de tener que sacrificar su bienestar por una misión.
—No —Puso su mano en la cara del Greyjoy quien no pareció feliz, este frunció las cejas sin comprender —. Nada de besos.
Solo puede besar a quien ama, es una muestra de devoción real, algo que solo se puede compartir con un compañero especial, los demás apenas son sombras.
—Bien —aceptó de nuevo Dalton —. Creo que estoy adquiriendo un gusto pervertido por ser maltratado por mi esposa —comentó divertido sujetandose del respaldar de la cama, solo espera que esta mujer no lo decepcione que le destroce la ingle.
Sophia puso una expresión totalmente decidida, tiene que hacer un buen trabajo aquí para obtener al jinete de dragón, mientras tanto este dragón tendrá que montar una verga que si bien no le desagrada, tampoco la emociona.
«El amor es diferente al deber», ahora puede comenzar a comprender tantas cosas humanas, cada vez se adentra más a este mundo lleno de intrigas donde: «o coges o te cogen».
Si este hombre realmente no tiene al último jinete de dragón cautivo entonces lo cortará a pedazos y hará que se trague esa cosa venosa hasta asfixiarse. Jura que no se casará con ningún otro hombre en su corazón, no tomará un tercer esposo por respeto a su primer esposo, espera que Cregan comprenda sus razones para haber desposado a este Kraken quien ahora solo abre la boca extasiado mientras amasa su miembro en las carnes internas.
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¿La guerra de los esposos?
Cregan: ¡Te cogiste a mi esposa!
Dalton: ¡También es mi esposa!
Cregan: ¡Una mujer no puede tomar dos esposos! ¡Tu matrimonio es falso!
*Chocar espadas bajo una tormenta en las costas Norteñas*
Dalton: Yo siempre creí que era broma eso que Lord Stark era tu esposo.
Sophia: Mi cielo, por más que no te amo quiero que sepas que tomaré la responsabilidad por ti como mi segundo esposo, no dejaré que Cregan te haga na...
*Llega Cregan y los abofetea a ambos*
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El Dragón que se enamoró del señor del Norte (Cregan Stark)
FanfictionCuenta la leyenda que un dragón huyó de las masacres, con la caída de sus amos fueron tratados como bestias destinadas a la ejecución, enemigos de los humanos. El dragón insensato colocó su nido en las profundidades del bosque en el norte donde el i...