Capítulo 20: Irse en un barco.“Cuando quiero algo lo obtengo sin importar a quien perteneció antes, solo tomó lo que es mío por derecho natural”.
El capitán puso su ojos viciosos en esa mujer rubia de la taberna en luz solitaria, y cuando algo llama su atención solo puede perseguirlo hasta obtenerlo, todos en su embarcación lo saben, así que no fue extraño verlo esperar mirando hacia el pueblo, si ella no viene por su propio pie entonces lo más seguro es que atacarán la taberna y se llevarán a todas las mujeres como una excusa para arrebatar a la “zorra rubia” que alteró la mente ya trastornada del patriarca Greyjoy.
“Ven conmigo y te daré lo que anhela tu corazón, ¿deseas un Targaryen? Puedo dártelo”.
Sin pena alguna caminó hacia el barco en la orilla donde el hombre la esperaba con una sonrisa, a su espalda Bella intentaba detenerla.
“Te estaré esperando con mi barco y mi tripulación, estas aguas me pertenecen”, le había propuesto antes de alejarse dejándola en la taberna donde reinó el descontrol por la decapitación pública.
—¡No vayas con ellos! —le suplicó la mujer, pero a Sophia ya no le importaban esas cosas.
No quería lastimar a una mujer por la que guarda cariño, así la apartó con delicadeza pero también mostrando su fuerza, la dejó sentada a un lado de la playa, Bella la miró con extrañeza y luego a sus brazos donde las marcas comenzaron a hacerse notar: Es muy fuerte, eso no es una mujer.
A Bella no le importó, está jovencita caló en su corazón con sus acciones, no le importó que no sea una mujer sino una criatura marina salida de las profundidades para impartir justicia, justicia a las mujeres quienes sufren día a día bajo más manos de los hombres del hierro.
“Suerte”, susurró Bella hacia la figura de la joven rubia quien caminó con lentitud, pausada como un animal acechando a su presa, en un momento Sophia volteó a lo lejos para sonreírle de costado, Bella supo que el oído también era inhumano y podía oír todo a su alrededor.
A Sophia se le presentó la gran oportunidad ante sus ojos de poder empezar su misión, él extendió su mano y ella la tomó para subir al barco.
—Me hiciste esperar —comentó divertido el hombre, ya iba a amanecer y la joven no había aparecido.
“El capitán convenció a la mujer”.
“Ese es nuestro capitán”, hablaron sin bajar la voz los hombres ahogados, tan sucios como devotos a su dios de la muerte y saqueo, no hay peores alimañas que estos piratas.
Ante los ojos del dragón no hay diferencia alguna, se abrió pasó entre los marineros quienes no le dieron una mirada completa pues temen a la ira de su capitán.
Sophia llegó hasta donde Dalton Greyjoy se paró orgulloso, en su rostro atrevido había una sonrisa de lado muy complacida, él acarició la mano sobre su palma y la llevó hasta su boca donde le dio un beso.
—No me bese —ordenó Sophia aunque no sacó la mano.
Dalton con la boca aún pegada a la piel fría de la mujer la miró extrañado, ella entendió que él no sabía y lo dijo: “Estoy casada”.
De inmediato el ambiente cambió y Dalton apretó la mano con rudeza, Sophia sintió el peligro.—¿Casada? ¿Con quién? —Los marineros prestaron atención a la charla sin entrometerse, la vela fue desplegada y ahora navegan hacia su isla madre.
El cerebro del dragón es muy sincero, ella está casada y no puede negarlo, así que respondió con el nombre completo observando como Dalton abría en igual medida sus ojos y su boca, totalmente anonadado, todos callaron en ese momento esperando la reacción de su capitán.
—¿Cregan Stark? —mencionó el nombre con incredulidad, ella asintió —. ¡Ajajaja!
“¡Ajajaja!”, lo acompañó la risa también de sus marineros, casi se le salen lágrimas al capitán.
—Bien, bien —logró articular entre hipos por la potente risa —. Estuvo buena, te doy crédito.
El dragón no entendió la risa, ¿acaso su lobo es motivo de burla en el mundo humano? Sintió vergüenza, ¿cómo puede entonces darle un poco de valor a la figura de su marido?
Así no lo volvió a mencionar, cuando vea de nuevo al lobo le preguntará por qué todos se burlan de él, ¿hizo algo patético en algún momento? De por sí no le importa lo que los humanos digan de ella, pero le molestó mucho que se mofen del lobo.
Tarde se dio cuenta que odia navegar, el movimiento del barco balanceadose le provocó vómito y malestares, el Greyjoy se burló consolandola por su debilidad a las mareas, ya habían transcurrido días.
—Pronto estaremos en Pyke —le dijo sujetando su larga cabellera rubia —. Debes acostumbrarte a este clima y a esta agua salada.
La voz del hombre llevó consigo una ternura que le causó desconfianza a Sophia, en el barco solo puede preguntar una y otra vez cuándo podrá ver al jinete de dragón que le prometió.
—Pronto —le respondió ante sus insistencias —. Lo tengo encerrado en una celda en mi castillo, te lo juro —informó.
A Sophia se le iluminaron los ojos y aplaudió feliz por la gran hazaña de poder terminar su misión con tanta facilidad, solo tuvo que romper varias reglas al mismo tiempo.
«Mi esposo entenderá», se dijo cada vez que se quedaba a solas con el hombre que huele a mar y pescado.
Esa tarde él la sujetó por el rostro para verla directo a los ojos, a un lado del barco solo mirando al horizonte con él a su lado como de costumbre, es cuando el hombre empieza a actuar extraño invadiendo su espacio.
“No permitas que nadie te toque”, la voz malhumorada de su lobo resonó en su mente, es por el bien de su misión, cuanto más rápido logre hallar al jinete de dragón más rápido correrá al norte a los brazos de su esposo, aunque él no la recuerde sabe que no la dejará sola, prometió que una parte suya la reconocerá, ojalá sea su verga porque la extraña mucho.
—Hoy te ves hermosa —dijo Dalton, posee un carácter peculiar y siempre con intensidad sin importar que diga una estupidez —. Desde el primer momento que te vi en esa taberna supe que eras para mí.
La boca del Greyjoy se fue acercando hasta casi tocar los labios de la muchacha, entonces las náuseas volvieron a aparecer y Sophia no tuvo tiempo de girar hacia el agua, su vomito se desparramó por todo el piso.
—¡Ebbar! —gritó Dalton con un tinte enojado y un muchacho joven corrió a su encuentro con una cubeta, es el encargado de limpieza, un trabajo que Sophia no envidió para nada.
El jovencito se esmeró fregando en vomito ajeno sin asco alguno, de inmediato Sophia tuvo una buena impresión de él: «estomago fuerte», más que el suyo que solo la hizo ver como una damisela débil que no soporta el azote del mar.
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El Dalton de este fanfic está loquito, no salió aún en la serie así es muy fuera del canon.
¿Dalton tiene de verdad al último jinete de dragón o solo lo usa como excusa para llevarse a la morra chida que se encontró?
Cregan entenderá? Ay, Mija, la que te espera.
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El Dragón que se enamoró del señor del Norte (Cregan Stark)
Fiksi PenggemarCuenta la leyenda que un dragón huyó de las masacres, con la caída de sus amos fueron tratados como bestias destinadas a la ejecución, enemigos de los humanos. El dragón insensato colocó su nido en las profundidades del bosque en el norte donde el i...