Capítulo 12: Aprender a besar

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Capítulo 12: Aprender a besar

“Tú eres mi sueño ahora, lobo Stark. Sí, llévame a ver las estrellas y las luces tocar la tierra, llévame a ver tu dichoso muro de hielo y si así lo deseas también puedes hacer eso que tanto anhelas con mi cuerpo humano”.

Un dragón no entiende de besos: Gold leaves.

En la maleza descansó al lado del lobo, ambos miraron el techo de la cueva, él se acostó junto a ella apenas apreció y como siempre la quiso atraer a su abrazo, esta vez pretendió que Gold leaves repose su cabeza en su fuente brazo extendido y no en las hojas.

El cuerpo del dragón no es débil, puede dormir directamente sobre rocas sin lastimarse, aún así lo hizo pues él le preguntó: “¿Y por qué dormirás sobre rocas cuando te estoy ofreciendo mi brazo?”, tiene un buen punto.

—¿Qué ves? —Quiso saber mirando en dirección a donde el dragón estaba perdido con sus ojos muy concentrados —. Sophia... Gold leaves, es un buen nombre para un dragón —susurró.

Ella apuntó las pequeñas luciérnagas que los iluminan, el Stark entendió un poco aunque no puede tener la misma emoción que la joven.

—¿Así son las estrellas? —le preguntó con alegría contenida, estaba observando algo muy similar al cielo.

Él se dio un gesto de “para nada” haciendo muy infeliz a la joven y derribando su ilusión, al parecer el lobo notó aquello y la apretó contra su cuerpo.

—Te llevaré algún día a ver el cielo, las luces tocar la tierra y el muro en lo alto —le prometió —. No sé cómo lo haré, pero lo haré.

Hubo un silencio prolongado hasta que Gold leaves asintió con su nariz buscando el aroma en el cuello del lobo: «sigue en celo», huele a una emoción muy extraña: Expectativas, impulsos violentos y felicidad.

—Sabes —Quiso contar, llamó su atención de inmediato, él parece poner todo su interés cada vez que ella abre la boca y eso le encanta —. Hay una historia que el viejo sabio le cuenta a los espíritus nuevos: “Fuente de deseos”.

Cuando apenas empezaba a comprender el habla y razonar tuvo la gran duda: “¿Dónde está mi madre y mis hermanos? Mi nido”, con sus alas ansiosas le preguntaba al sabio, este solo le dijo que su familia quedó desparramada por el norte, ella fue la única en lograr romper el cascarón hasta el momento, aunque no descarta la posibilidad que en algún futuro los huevos extraviados encuentren la luz.

El dragón daba chillidos lastimeros sin querer continuar adelante, los días se las pasaba hecha una bola en un nido que improvisó con hojas, fue cuando el sabio le habló de una fuente de los deseos que concedía deseos, alguien día volverá al mundo exterior y podrá buscarla, siempre y cuando primero cumpla su misión principal: “Halla al último jinete de dragón”, jamás le dio mucho importa a esto último, le interesó más la fuente de los deseos, ¿para qué quiere un jinete? Ella tiene alas y fuego, ¿qué tiene un jinete? ¿Órdenes? ¡No lo necesita!

Por otra parte: “Buscaré la fuente”, se juró, y no le importa que las doncellas se burlen alegando que el viejo sabio solo le mintió para que quiera ir arriba donde el mundo el malo y cruel.

—¿Entonces quieres salir para encontrar a tu familia? —le preguntó con algo de amargura —. ¿El sabio te salvó? ¿Huiste de la colina de Rhaenys?, ¿el pozo de dragones? —habló rápido.

La cabeza del dragón dio vueltas, no supo lo que significaban varias de esas palabras pero negó con la cabeza lentamente.

—Eso no es el punto —lo interrumpió —. Ahora ese no es mi deseo.

El aroma posesivo se intensificó tanto que Gold leaves frunció las cejas cegada por la presencia de tal criatura, está haciendose notar y marcando territorio, «solo falta que me orine encima», si lo hace realmente se enojaría, tiene límites.

—¿Cuál es tu deseo ahora? —insistió, el tono gris de los orbes se intensificó en igual medida.

¿Su deseo? ¿No lo dejó en claro? ¡Se lo acaba de confesar! Todo con él es complicado, como si no hablarán el mismo idioma.

—Claro que ir contigo, Stark. Y que me lleves a ver las estrellas y el cielo —confesó con una sonrisa en sus labios, entonces lo sintió: Un toque suave.

Ambos se separaron y él la observó con un toque de nerviosismo, Gold leaves sintió unas ganas inmensas de sonreír ante el momento sin entender por qué, solo se rió tocando su cabello, la mano del joven la atrapó por la nuca atrayendola para tocarse de nuevo.

—¿Qué fue eso? —No pudo evitar dar una carcajada ganándose otro contacto de inmediato, es muy húmedo.

—Eso fue un “beso” —informó él con una mirada seria, una mano en la nuca de la joven y otra tomándola por la cintura.

«¿Beso?», los dragones no hacen tal cosa, le pareció divertido y dejó que él la asfixie un poco más, una y otra vez, en un momento se puso a contar: “no sé contar más allá del diez”, se rindió.

Los toques con su boca fueron rápidos y hasta diría bruscos, sonrió ante la sensación de sus bocas chocar repetidas veces, cada vez que él parece satisfecho se arrepiente y vuelve a aprisionarla, esto le gustó tanto: «Como si quisiera devorarme», pero no lastimarla, se sintió con extrañeza complacida con la actitud tan pegajosa que mostró el lobo.

Hasta que “¡Chack!”, él abrió la boca para sacar la lengua e intentar meterla, pero en ese momento la joven estaba riendo y sus dientes se chocaron inevitablemente provocando un sonido incómodo.

El lobo Stark se alejó sujetandose la mandíbula, Gold leaves se golpeó sus dientes frontales los cuales también son filosos, de inmediato tomó el rostro del joven ignorando su propio dolor.

—¡Te corte! —exclamó asustada —. ¡Lo siento tanto!

Un pequeño corte en el labio del cual fluyó sangre que al dragón dejó helado: «¡Lo hice sangrar! ¡Lo hice sangrar! ¡Lo hice sangrar!», se repetía con un arrepentimiento absoluto, aunque a él no parecía importarle, sino que bajó la cabeza para alejarse un poco más.

—Fue mi error —respondió el Stark —. No soy bueno en esto, pero mejoraré.

La promesa del joven ella no la tomó en serio, no quiso que él la vuelva a “besar”: «Puedo lástimarlo», sin embargo, el lobo es testarudo y se negó a ser sensato, en cada pequeña oportunidad buscaba unir sus bocas aunque no haya intentado meter su lengua de nuevo.

Gold leaves corría por todo el hábitat con sus pies descalzos mirando hacia atrás a su depredador pisándole los talones, subió a las ramas y hasta se tiró al agua para huir pero él siempre lograba atraparla, como ahora que un giro por un tronco la tomó de la cintura para arrastrarla.

“Te lastimaré”, si pudiera cambiar sus colmillos lo haría, no hay nada que quiera más que hacer feliz al lobo, y a él lo hacía muy feliz besarla.

“No me lastimaras”, le respondía para llevarla detrás de un árbol donde dejaría sus instintos fluir.

La vida del dragón de hojas doradas se resumió: “Retozar pensando en el lobo, peinar su cabello el cual agrada mucho al joven lobo, y por supuesto esperar al lobo obedientemente al filo de la entrada”.

La luz iluminó su mente mientras pensaba una tarde: «¿Acaso... él quiere aparearse... conmigo?».







El Dragón que se enamoró del señor del Norte (Cregan Stark) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora