Capítulo 10: Ir a la guardia nocturna.

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Capítulo 10: Ir a la guardia nocturna.

“Cada que te veo de nuevo se me olvida que eres una criatura alejada de todo lo humano, casi una bestia con una linda cara y la cabeza hueca, aunque así te prefiero, sin esas intrigas y confabulaciones de las nobles damas... Solo siendo... tú”.

El día que salió por las puertas hacia el muro sintió un gran alivio, estar una temporada fuera supervisando la lucha con los salvajes es algo que le encantó pues desea estar lejos de aquel hombre: «Perro Bennard Stark», conforme pasó el tiempo más lo odiaba, un gran cúmulo de rencor se apiló en su pecho.

Junto con un grupo de escoltas y su capa de piel abriganlo se dirigió a esas puertas las cuales fueron abiertas para él, altivo cruzó bajo el escrutinio de los cuervos quienes solo se inclinaban levemente: “Mi Lord”, al menos ellos saben quién es su heredero y no el regente.

«Esta guerra es mi oportunidad», y lo sabe muy bien.

Ha estado aquí antes con su padre pero nunca en tales condiciones y circunstancias, se mostró firme de todas maneras caminando hacia el Lord comandante de la guardia nocturna quien es un hombre de blanco cabello y una postura igual de digna.

—Lord comandante Baratheon —lo saludó y este se inclinó de igual manera, es un anciano muy fuerte y robusto pese a su avanzada edad, todo un veterano.

Los guardias de la noche se pusieron en fila impacientes por la llegada del señor del Norte, muchos o quizás la mayoría ni siquiera son norteños y nunca habían podido ver la sombra de Lord Stark.

La situación no era tan mala, solo un grupo desesperado pretendiendo usar el reciente caos en la capital para intentar cruzar el muro antes que el invierno los sepulte.

“Vamos arriba”, ordenó y con ello subieron a la plataforma la cual comenzó a ascender, desde arriba se podía ver todo, por poco casi el mundo mismo, ¿podría ver al dragón desde aquí?

Inspeccionando los alrededores quiso ver hacia abajo y la mano del Lord comandante lo detuvo.

—Tenga cuidado, mi Lord —le advirtió —. Más de uno cayó por creer ver oro en esa dirección, le decimos la grieta que confunde.

Cregan se confundió: ¿Puede ser que sus sueños no sean sueños?

Dormir en aquel lugar no fue un reto para él, no es un joven delicado, su padre lo crió para ser fuerte y soportar los duros tratos de un verdadero hombre del norte, no le importa si hace frío y su cama es dura, de todas formas puede ir recostarse entre las suaves hojas luego y sufrir el sofocante calor, aunque eso no impide que tenga contacto piel con piel con la criatura a la cual le toma un cariño especial cada vez más.




Nombrando a la criatura:

Gold leaves el dragón del arciano:

Como es costumbre llegó a tiempo, ella no se molestó en mirarlo pues tejía apuradamente otro manto pero está vez no para ella sino como muestra de compañerismo para el gran lobo.
¡El problema es que es muy alto y tiene los hombros anchos! No acabará nunca.

Apoyado en un tronco mientras la miraba tejer con las ramas una capa con mucha dedicación, él lanzó una pregunta: “¿Cómo te llamas, cosa indecente?”.

Ella respondió con orgullo, su nombre son sus escamas sin igual y su color brillante, es un gran nombre.

—¿Gold leaves? —Frunció sus cejas y su labio dio un tirón divertido —. Ese no es un nombre, dime tu nombre real —molestó, es su pasatiempos al parecer: Molestar al dragón por cualquier pequeña cosa con esa sonrisa casi imperceptible, algo le dijo a Gold leaves que él sonríe mucho.

El Dragón que se enamoró del señor del Norte (Cregan Stark) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora