Capitulo 10

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Miro al hombre frente a mí; hace una hora que se quedó dormido, y ya me está sacando de quicio

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Miro al hombre frente a mí; hace una hora que se quedó dormido, y ya me está sacando de quicio. Sus ronquidos son tan fuertes que hacen vibrar la lámpara sobre la mesa. Lo observo desde mi asiento, incapaz de apartar la mirada, no tanto por admiración, sino más bien por un morbo inexplicable. Hace unos minutos abrió la boca, y ahora, para colmo, le está saliendo baba. 

De repente, comienza a murmurar algo en sueños. Me acerco un poco, inclinándome para escuchar mejor.

—Eliza... —susurra, y luego algo más, algo que no logro entender del todo. 

Parpadeo, sorprendida. ¿Está hablando de mí? Me acerco aún más, con curiosidad. Y entonces lo oigo claramente: 

—Eliza... quiero... tu... Montame...—la frase termina en un ronquido más fuerte, casi como si estuviera gruñendo.

Abro los ojos con incredulidad y luego entrecierro la mirada. ¿En serio? ¿Está diciendo cosas sucias sobre mí en su sueño? Una pequeña risa burlona se escapa de mis labios. Este hombre tiene agallas incluso cuando está dormido.

—¡Vaya, qué atrevido! —murmuro para mí misma, sintiendo una mezcla de diversión y exasperación.

Él sigue murmurando incoherencias, algunas demasiado escandalosas para repetirlas. Ruedo los ojos, pero una sonrisa se forma en mi rostro. Me acerco a la mesa y agarro un lápiz. Si no puede cerrar la boca por sí mismo, quizás yo pueda ayudarle un poco.

Me acerco a él nuevamente, lápiz en mano, y lo miro con una mezcla de burla y determinación. Con cuidado, coloco el lápiz entre sus labios, empujándolo suavemente. Su boca se cierra instintivamente, atrapando el lápiz en su lugar.

Me alejo, satisfecha con mi pequeña travesura, pero solo dura unos segundos. Él empieza a murmurar de nuevo, y el lápiz cae al suelo con un ligero "clink". Sus ronquidos vuelven con fuerza renovada.

—¡Por el amor de Dios! —exclamo, frustrada.

Mis ojos se dirigen hacia el escritorio, donde veo un rollo de cinta adhesiva. Levanto una ceja, considerando mis opciones, y luego sonrío de nuevo. 

—Bueno, si el lápiz no funcionó...

Me acerco rápidamente, desenrollando un trozo de cinta adhesiva. Antes de que pueda darse cuenta en su sueño, le pongo la cinta sobre la boca, asegurándome de que quede bien pegada. Me echo hacia atrás, cruzando los brazos, satisfecha con mi obra.

—Ahí tienes, duerme en paz —le digo, como si pudiera escucharme.

El silencio que sigue es glorioso. Me dejo caer en la silla, disfrutando de la calma, pero no dura mucho. Unos segundos después, él intenta hablar en sueños de nuevo, y esta vez la cinta hace un sonido de chasquido mientras se despega lentamente de su boca.

—¡Oh, por favor! —gimo, riendo sin poder evitarlo. Este hombre es imposible, incluso cuando está dormido.

Este hombre es un caso perdido, y mis intentos de silenciar sus ronquidos hasta ahora han sido un fracaso total. Pero no me doy por vencida tan fácilmente.

IMPERIO OCULTO ( La sombras de la mafia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora