Miraba la oscuridad de la carretera mientras salíamos de la ciudad. Elizabeth no ha hablado en todo el camino, ni siquiera me ha vuelto a preguntar a dónde nos dirigimos. Supongo que está agotada. No sé exactamente qué la ha puesto de mal humor, pero puedo notar que algo la ha afectado.
Conduje por la pequeña calle que conduce al pueblo, dirigiéndome exactamente a un lugar específico.
— Llegamos — le digo, rompiendo el silencio.
— ¿Qué es este lugar? — pregunta, su tono ligeramente curioso pero aún distante.
— Suelo venir aquí cuando tengo demasiado estrés — respondo, deteniéndome frente a un modesto refugio escondido entre los árboles.
Salgo del auto y camino hacia el otro lado para abrirle la puerta a Elizabeth. Las pocas personas que caminan por el lugar nos observan con curiosidad, y cómo no hacerlo, un auto demasiado lujoso ha llegado y dos personas vestidas elegantemente han descendido.
Con una mano en la espalda de Elizabeth, la guío hacia el local. Ingresamos al lugar, que tiene un ambiente acogedor, casi rústico. Es como una cabaña, un pequeño bar que también sirve como restaurante. La mayoría de los muebles, al igual que la construcción, están hechos de madera, dándole un aire cálido y relajante.
— Es un hermoso lugar — comenta ella mientras observa todo con interés, su semblante suavizándose un poco.
— Creo que es el lugar perfecto para que dejemos de ser nosotros, ¿no lo crees? — le digo, lanzando la idea al aire.
Me mira, analizando mis palabras, como si intentara descifrar el verdadero significado detrás de lo que acabo de decir.
Elizabeth sostiene mi mirada, sus ojos ligeramente entrecerrados mientras procesa lo que acabo de decir. Finalmente, suelta una leve sonrisa, una que no muestra completamente sus emociones, pero que insinúa curiosidad.
— ¿Dejar de ser nosotros? — pregunta, su voz más suave que antes, pero con ese tono desafiante que nunca abandona. — ¿Y quiénes seríamos entonces?
Le hago un gesto para que se siente en una de las mesas junto a una ventana que da al bosque, un lugar más discreto dentro del pequeño restaurante. Me siento frente a ella, inclinándome un poco hacia adelante, apoyando los codos sobre la mesa.
— Aquí… — digo mientras miro a mi alrededor — no tenemos que ser las personas que el mundo conoce. Aquí no somos ni empresarios ni líderes. Solo nosotros. Sin máscaras. Sin presiones.
Elizabeth se queda en silencio por unos segundos, y aunque su expresión parece relajada, sé que está calculando cada palabra. En este tipo de lugares, alejados del caos y de nuestras responsabilidades, es donde a veces podemos permitirnos bajar la guardia, pero ella sigue siendo la misma chica con barreras impenetrables siempre alerta.
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IMPERIO OCULTO ( La sombras de la mafia)
Storie d'amoreHe escuchado que 'el pasado siempre vuelve', y no importa cuánto intentes ocultarlo, siempre encontrará la forma de atormentarte. Construí mi imperio en las sombras, impulsado por una necesidad de venganza que no comprendía del todo. Pero cuando el...