Una Lider

324 20 3
                                    

Años atrás

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Años atrás...

El sol apenas asomaba, pintando el cielo con tonos dorados y rosados. La casa delante de nosotros se alzaba como un fantasma de tiempos mejores, sus ventanas rotas y la puerta entreabierta como un aviso de lo que había ocurrido allí. Había algo en el aire, una quietud que parecía más una amenaza que una promesa de calma.

—Señor, no hay rastro de nadie —dijo mi mano derecha, con una voz que escondía su nerviosismo bajo una capa de profesionalismo.

Yo observaba la casa con una mezcla de determinación y frustración. Sabía que estábamos corriendo contra el tiempo. Si había algo escondido aquí, no podíamos permitirnos perderlo. No solo por la misión, sino porque algo en mí sentía que lo que encontráramos aquí podía cambiar el rumbo de todo.

—Dividan a los hombres —ordené, con la voz firme—. Quiero que revisen cada rincón de esta maldita casa. No dejaremos nada sin inspeccionar.

Mis hombres se movieron con la precisión de un ejército en maniobra. La casa, con sus muebles volcados y papeles esparcidos, se convertía en un laberinto de caos. El lugar estaba en un estado lamentable, como si hubiera sido abandonado en medio de un huracán.

De repente, un disparo resonó desde el interior, rompiendo el silencio con una claridad cruel. Todos nos pusimos en alerta, nuestras armas listas y la tensión palpable. El disparo no era solo un sonido; era una señal de que algo estaba a punto de cambiar.

—¡Informe! —grité por el radio, sintiendo cómo la adrenalina se apoderaba de mí.

—¿Todo en orden? —preguntó mi mano derecha, su tono intentando mantener la calma.

La respuesta llegó cortada por la estática, la voz de Mateo cargada de una urgencia palpable.

—Fui yo —dijo, respirando con dificultad—. He encontrado algo… o alguien.

—¿Qué has encontrado, Mateo? —pregunté, con el corazón acelerado.

Mateo tardó en responder, su voz temblando ligeramente. —Encontré a una niña.

El golpe de sus palabras fue como un puñetazo en el estómago. Miré a mi mano derecha y asentí. Sin perder tiempo, nos dirigimos hacia la casa, los pasos resonando en el suelo mientras cruzábamos el umbral de la puerta medio rota.

Dentro, la luz de la mañana se filtraba a través de las grietas, creando sombras que parecían moverse solas. El aire estaba cargado de polvo y de una tensión que se podía cortar con un cuchillo. Todo estaba en un desorden total. Sabíamos que había algo aquí, pero no esperábamos encontrar esto.

Seguimos el sonido de voces hasta una sala desordenada. Mateo estaba allí, arrodillado junto a una figura pequeña y temblorosa. Me mantuve en la penumbra mientras observaba la escena, sintiendo el peso de cada segundo que pasaba.

IMPERIO OCULTO ( La sombras de la mafia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora