No odiaba a mi hermana; sabía que ella llevaba una carga muy importante, al igual que yo cargaba con culpas y remordimientos. Siempre entendí que no pudo estar para mí cuando más la necesitaba, y me había prometido a mí mismo que nunca se lo reclamaría. Pero ver a Marisa con otro hombre, y después enfrentarme con mi hermana de la manera en que lo hizo, me sacaba de quicio. Era como si todo lo que había guardado dentro empezara a desbordarse, sin control.
Estaba en la zona de tiro, observando cómo los hombres entrenaban y mejoraban su puntería. Recordé cuando Elizabeth me enseñó a disparar por primera vez, cuando apenas tenía doce años. Nunca imaginé que me convertiría en el mejor francotirador de nuestra organización. Aún así, no pude superar a mi hermana. Elizabeth era excepcional en muchas cosas, y cómo no serlo, si desde que llegamos con Leopoldo, él había sido increíblemente estricto con ella. La moldeó para ser perfecta, para no mostrar debilidad.
Ayer, cuando le grité, sentí el peso de la culpa caer sobre mí. Claro que cargaba con culpas; la última vez que la vi realmente fue cuando salió de la casa, sola, sin nadie a su lado. Siempre pensé que estaría bien, que no me necesitaba. Pero ahora, tras lo que pasó, me doy cuenta de que he fallado, tanto a ella como a mí mismo.
No se trata solo de la tensión del momento, sino de los años de distancia, de silencios no compartidos y de dolores reprimidos. Elizabeth siempre fue fuerte, la líder que todos admiraban. Yo, en cambio, quedé atrapado entre la sombra de su fortaleza y mis propios fracasos. Pero ahora me doy cuenta de que, por muy fuerte que parezca, ella también ha estado sola, luchando sus propias batallas.
Y yo, en lugar de estar a su lado, la confronté, la empujé más lejos.
— ¡Todos atentos! — grita Mateo, llamando mi atención de inmediato.
— Mi señora vendrá en un momento a supervisar cómo van los entrenamientos.
Veo cómo las dos figuras se acercan con elegancia. Ellas portan sus máscaras, símbolos de su autoridad y misterio. Muy pocos sabemos quiénes son realmente detrás de esas máscaras, pero no hace falta ver sus rostros para sentir el respeto y el poder que emanan.
Mi mirada se fija en ellas. Sus movimientos son calculados, y a medida que avanzan, noto cómo sus ojos se detienen en mí por un breve momento. Es imposible no sentir un nudo en el estómago; su presencia siempre cambia el ambiente, haciendo que todos ajusten su postura y aumenten su concentración.
Ellas nunca vienen sin razón, y sé que su visita hoy no es una simple supervisión. Algo más está ocurriendo, y no puedo evitar preguntarme qué será.
— Leonardo — me saluda Lucía, su voz inconfundible pese a la máscara que cubre su rostro.
Mis ojos se deslizan rápidamente hacia mi hermana, Elizabeth. Ella me mira, pero no dice nada, solo mantiene su compostura fría y distante. Le hago un leve asentimiento, al que responde con uno igual, siempre impasible detrás de su máscara. El traje elegante que lleva sugiere que acaba de llegar de la empresa o está a punto de marcharse a otro compromiso.
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IMPERIO OCULTO ( La sombras de la mafia)
Storie d'amoreHe escuchado que 'el pasado siempre vuelve', y no importa cuánto intentes ocultarlo, siempre encontrará la forma de atormentarte. Construí mi imperio en las sombras, impulsado por una necesidad de venganza que no comprendía del todo. Pero cuando el...